24. Despedida

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– ¿Estás bien?– me preguntó Hisagi volteando a mirarme.

Ambos caminábamos detrás de Seidou sostenidos de las manos. Supongo que podía sentirme temblando. Estaba de los nervios. Estaba triste. Y temblaba más que no sé qué.

– Sabes que no– le respondí tratando de no sollozar. Iba a partir en llanto en cualquier momento. No quería que se fuera.

– Tampoco te pongas así– se quejó y soltó mi mano para pasar su mano por mis hombros. Acercándome más a él. Quería quedarme así de cerca con él. Para siempre–. Yo prometí que volvería para verte y sabes que cumplo mis promesas– besó mi frente y llorando en silencio, dejé caer mi cabeza en su hombro.

Dicen que el amor es un sentimiento muy bonito. Entonces, ¿por qué dolía tanto? Se supone que si dos personas se alejan es porque ya no se quieren, no estando locamente enamoradas una de la otra.

Y ahí estaba el problema, él no era una persona. Él era un shinigami. Los shinigami son como almas, trabajan en el seiritei y protegen a cualquier alma
débil de algún peligro que los amenace. Supongo que su trabajo de proteger la sociedad de almas era más importante que mi felicidad.

– Promételo, idiota– le pedí mientras sollozaba.

– Te lo prometo, llorona– me dijo y yo no pude evitar sonreír por su último comentario.

Seguimos caminado en silencio hasta que nos detuvimos en seco. Su leve apretón en mi hombro me obliga a alzar mi rostro. Habíamos llegado. Ambos suspiramos para después entrar a la tienda de Urahara. Yumichika e Ikkaku aún no llegaban. Hisagi podía permanecer conmigo un poco más de tiempo.

– Cuando tú digas, Shuhei Hisagi– dijo Urahara apenas llegamos. Se cubría el rostro con su abanico.

– ¿Dónde están Ikkaku y Yumichika?– preguntó Hisagi mirando todo a su alrededor.

– Ellos te esperan allá– respondió y con su abanico señaló hacia el jardín trasero–. ¿Comenzamos?

El chico a mi lado asiente y yo lo abrazó comenzando a llorar de nuevo. Lo iba a extrañar como no tienen idea.

– No me extrañes tanto. Además, te prometí volver– acarició mi cabeza mientras nos seguíamos abrazando. No quería soltarlo.

– Cuídate, por favor– apenas pude susurrar y me aparte un poco para estampar mis labios contra los suyos. Era uno de los mejores besos que había tenido con Shuhei Hisagi. Y pudo haber sido el mejor, sino fuese por el sabor salado de mis lágrimas.

Al par de segundos, nos separamos. Con sus manos limpió mis lágrimas para después darme un corto beso.

– Cuídate tú también– me susurró para después alejarse de mí y tenderle la mano a mi primo. Seidou con cierta duda, le aceptó la mano–. Si le pasa algo a ella, te mato.

– Kohina estará bien– susurró Seidou para después alejar su mano.

Y sin más que decir, Hisagi sale hacia el patio trasero siguiendo a Urahara. Pero antes, voltea a mirarme una última vez para después proseguir con su camino.

No podía soportarlo. Camine hacia mi primo y lo abrace comenzando a llorar de nuevo.

– Ya– me dijo tratando de animarme–, vámonos a casa.

Él no lo entendía. Por más que intentara, no podía entender que probablemente, el resto de mi vida estaré enamorada de un shinigami.

➛ Me Enamoré de un... ¿Shinigami? 𖠵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora