Capítulo 2

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Me siento extraña, veo un ir y venir de personas desconocidas mientras mis seres más cercanos derraman lágrimas y lloran mi partida

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Me siento extraña, veo un ir y venir de personas desconocidas mientras mis seres más cercanos derraman lágrimas y lloran mi partida. Mi cuerpo ha sido retirado ya, lo llevan a preparar para el velorio. Naomi está acostada con Paloma e intenta hacerla dormir un rato, mamá ha ido a su habitación en donde reza por mi alma y pide a mi padre que no me deje sola. Y Ferrán está en nuestra cama, abrazado a una ropa mía, con los ojos rojos y la mirada perdida.

—Quisiera poder hacer algo por ellos —digo a Uriel, que está a mi lado en silencio.

—Cada uno debe transitar sus propias experiencias —responde.

—Pero si solo pudiera decirles que estoy bien... que sigo aquí... a lo mejor no les dolería tanto... —insisto.

—Deben llorarte, eso está bien... es parte del proceso.

Suspiro.

Me acerco a Ferrán y coloco una mano sobre su cabeza, puedo ver lo que piensa, lo que siente. Recuerda nuestros momentos más felices, nuestra boda, el día que nos enteramos de que Paloma estaba en camino, la primera vez que nos besamos, la primera vez que hicimos el amor, recuerda también algunas de nuestras discusiones y se arrepiente. Veo mucho arrepentimiento y no logro entender por qué.

—Has sido el mejor marido del mundo, Ferrán, no sé por qué te sientes así. No has hecho nada malo —murmuro, aunque sé que ya no me oye—. ¿Cuándo acabará este sufrimiento para ellos? —pregunto a Uriel.

—Va a depender de cada uno —responde.

—Creí haberlos preparado para este momento —digo con melancolía.

—El ser humano no comprende la muerte... no la ve como una transición sino como una despedida eterna...

—¿Acaso no es eso? —pregunto.

—No, ellos también morirán algún día y estarán de nuevo aquí, contigo...

Suspiro y vuelvo a mirar a Ferrán. Está sufriendo demasiado y me duele verlo así, me siento culpable de su dolor, se suponía que debíamos ser felices.

—No te preocupes tanto —dice Uriel—, todo estará bien... siempre todo estará bien.

—Pero está sufriendo mucho... no es justo...

—Te ama, es normal que sufra. Pero te aseguro que no cambiaría ni un solo día de su vida a tu lado por evitarse este dolor, lo que pasa es que todas las almas que deciden ir a la tierra llevan consigo un propósito, una misión. Para descubrir ese propósito, deberán sortear ciertas pruebas... algunas de ellas dolorosas, son los aprendizajes.

—¿Y para qué todo eso?

—Para que el alma se haga más sabia —responde mi ángel de la guarda—, más pura... más cercana a la perfección. Ese es el anhelo del espíritu, acercarse a su Creador.

Amor Perfecto (Secuela de Cuéntame un secreto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora