Capítulo 10

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Recuerdo como si hubiese sido ayer la conversación con Paloma

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Recuerdo como si hubiese sido ayer la conversación con Paloma. Naomi se había negado a ser la portadora de la carta para la mujer de mis sueños alegando que me había vuelto loca, pero yo quería dársela a alguien de confianza.

—Palomita, ven aquí vamos a conversar un poco —la llamé.

Ella vino y se sentó a mi lado, me tomó de la mano y me observó.

—¿Te sientes bien, mami? —inquirió.

—Sí... me siento bien y por eso quiero que hablemos de algo.

—Dime...

—Tú sabes que pronto tendré que irme, ya sabes... voy a morir —dije consciente de que quería que mi hija lo entendiera con claridad.

—Lo sé... —dijo ella porque no era la primera vez que le hablábamos.

—Y quiero pedirte un favor muy especial —pedí.

—¿Qué puedo hacer por ti, mami? —preguntó.

—Quiero darte este libro —dije y le di el libro de «La Dama de las camelias», que me había regalado el abuelo—, es una de mis posesiones más preciadas porque mi abuelo era una de mis persona favoritas en este mundo —explico—, adentro del libro, hay una carta...

—¿Para quién?

—Para una mujer que llegará a tu vida y a la de papá para quererlos mucho, mucho.

—¿Será otra mamá? —inquirió.

—Sí, estaría muy bien que la quieras como a una mamá.

—Pero yo no quiero otra mamá, yo te quiero a ti —dijo ella y sus ojitos se llenaron de lágrimas.

La senté en mi regazo y la acuné en mi pecho.

—Lo sé, y yo siempre estaré en tu corazón, mi pequeña —le dije con cariño—. Escucha, Paloma, cuando yo ya no esté y ya no duela tanto, va a venir una mujer que te cuidará a ti y a papá, él la amará y ella a él, y tú también la querrás, así como ella a ti

—¿Sería una novia de papá? —preguntó con astucia.

—Sí... sería una novia de papá —dije y ella frunció el labio—, pero te va a querer mucho a ti, yo me aseguraré de eso...

—¿Y si es mala?

—No... no será mala, lo prometo. Es importante que tengas a alguien que esté para ti, alguien con quien puedas hablar, compartir tu mundo, tus sueños y tus miedos.

—Está la tía y la abuela para eso —dice ella en actitud autodefensiva.

—Sí, pero papá también necesitará volver a enamorarse... Es lindo enamorarse —dije y ella sonrió—, ya lo sabrás tú cuando te toque el turno.

—Pero no sé, mami, no quiero otra mamá —insistió sin mucho convencimiento.

—El amor es lo único capaz de curar las heridas que nos quedan en el alma, y yo sé que el amor de ella te ayudará a ti y a papá a avanzar. Será una mujer muy bonita, por dentro y por fuera, por eso necesito que me prometas una cosa

—¿Qué cosa? —preguntó mi niña.

—Cuando ella llegue a la vida de ustedes y sientas que es el momento indicado, tienes que darle la carta... Hay una para ella y otra para papi...

—¿Cómo sabré que es la indicada? —inquirió.

Lo pienso, no sé qué decirle, ni siquiera sé si en realidad no me habré vuelto loca... Las camelias de mi jardín se ven por la ventana, recuerdo la camelia que traía la mujer de miz sueños y es como si alguien me lo susurrara al oído.

—Vendrá envuelta en camelias.

—¿Con muchas camelias en la ropa? —inquiere mi niña.

—No lo sé, tú lo sabrás —respondo—. Debes prometerme que serás una buena niña cuando tu papá te presente a la mujer que ama, no le harás berrinches ni te enfadarás con él, no le harás sentir mal a esta persona, no la alejarás de ustedes y no la comprarás conmigo

—Está bien, mami, pero prométeme que elegirás a la mujer más buena de la tierra para enviárnosla.

—Prometo que elegiré a la mejor —susurré.

La emoción se agolpa en mi cuerpo y siento que voy a explotar. La he encontrado, he encontrado a la chica de mis sueños y ella ya ha conocido a Ferrán. Violeta sigue a mi lado, ambas estamos perdidas en nuestros pensamientos y yo necesito saber más.

—La promesa que le hice a Paloma —digo y ella sonríe.

—No es esa promesa a la que me refiero —responde—, pero sí, todo tiene que ver con eso.

—¿Cómo?

—Hay algo que tienes que saber, Abril —dice Violeta y luego me mira—. Nosotros no podemos influir en las decisiones que ellos tomen, solo podemos dar una pequeña ayuda, una señal.

—Pero todo está muy claro... Tu hija se llama Camelia y es... Paloma lo entenderá de inmediato...

Violeta sonríe.

—¿Te has preguntado cómo es que fuiste capaz de armar eso antes de morir? —inquiere.

Yo me quedo pensativa, la verdad es que no me lo había planteado, pero ahora que lo dice, tiene sentido.

—¿Cómo sabías lo de las camelias? ¿Cómo es que esas flores fueron tan importantes en tu vida? ¿Cómo es que la viste en sueños?

—No... no lo sé...

—Yo no puedo ayudar a Camelia, ya la he ayudado al darle mi vida, por eso te estaba esperando a ti, porque tú eres la única que puede hacerlo. Pero sí se me permitió darte una mano a ti, en agradecimiento a lo que tu madre hizo por mi hijo —me dice ella con una sonrisa.

—¿A mí?

—Sí... Yo te puse ese sueño en la mente, te presenté a mi hija en ese tren y tu comprendiste lo que significaba. Le puse la camelia porque ese es su nombre y porque sabía de tu amor por esa flor... Te lo susurré al oído para que se lo dijeras a Paloma...

—Todo está interconectado —digo con asombro.

—Así es. Eso fue suficiente para que tú la vieras y dejaras a tu familia instrucciones claras sobre su llegada aún sin tener la certeza de lo que hacías, porque tu alma está conectada a la de ella de una forma que no puedes comprender... —explica.

—¿Mi alma a la de ella?

—Eso lo debes descubrir tú, lo que yo puedo decirte es que nosotras no podemos intervenir en las decisiones que tomen Ferrán y Camelia, ellos siempre pueden decir que no y cerrarse al amor... pero podemos hacer todo lo que esté en nuestras manos.

—¿Qué puedo hacer? —pregunto con curiosidad.

—Cuando descubras el hilo que te une a mi hija, lo sabrás —dice la mujer.

Abrazo fuerte a Violeta, como si fuera mi propia madre, este abrazo que nos damos acá que es mucho más intenso que todo porque los espíritus realmente se unen en uno solo. Ella me agradece, se despide con cariño y me dice que descanse. 

 

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Amor Perfecto (Secuela de Cuéntame un secreto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora