Violeta y yo aparecemos en una habitación, hay tres mujeres durmiendo aquí, parece que es un hotel. Reconozco a Camelia de inmediato, ella no está dormida, está pensando. Violeta y yo nos acercamos a ella y mi compañera le acaricia la cabeza.
—Estoy tan feliz de que al fin esté logrando abrirse al mundo —me dice y yo puedo percibir su amor.
—Es muy bonita —digo al verla de cerca—, tan bonita como la vi en mis sueños.
Un sonido que viene de la puerta hace que Mel se levante, va a abrir y encuentra allí a Paloma. Mi hija está grande, es casi una adolescente, aunque aún guarda su mirada infantil. Mel y Paloma se meten a la cama y mi niña se acomoda en los brazos de Camelia como solía hacerlo conmigo.
Violeta me mira y me regala una sonrisa dulce.
—Tu niña es hermosa —me dice y yo asiento.
Ambas hacemos silencio para escuchar la conversación.
—¿Estás bien? ¿Por qué lloras? —pregunta Camelia.
—Estoy bien... No sé por qué lloro —dice Paloma y mi alma se conmueve.
—Está bien, llora si necesitas hacerlo...
—Ya no quiero ser fuerte —susurra mi niña y yo me acerco a ella.
Pongo una mano sobre su hombro y la acaricio.
—No necesitas serlo siempre, no estás sola, ¿lo sabes? Tu familia te ama. Estoy segura de que tu mamá te cuida desde el cielo. Está allá arriba, con la mía, y nos están cuidando.
Cuando Mel dice eso, siento que el alma se me expande, Violeta siente lo mismo, porque me mira y puedo comprenderla.
—¿Tu mamá murió también? —le pregunta mi niña.
—Mi mamá y mi papá. Por eso sé lo que te duele y cómo duele, pero te prometo que saldrás adelante.
—La extraño mucho —susurra Paloma—, extraño dormir en sus brazos y que me cuente un cuento antes de dormir... Me gustaría contarle mis cosas, escuchar sus consejos, sentir sus besos... Duele... duele mucho...
—Lo sé, te prometo que lo sé, Paloma...
Violeta y yo brillamos con mucha intensidad, mucho más de la que solemos tener. Supongo que es el amor incondicional que nos embarga. La energía que se crea entre nuestras almas se expande en el ambiente.
—Yo... Gracias por esto —dice mi hija.
—No tienes que agradecerme nada, eres una niña fantástica, tal como tu papá te había descrito y a mí me agrada conocerte.
Violeta me mira y me agradece.
—Tu hija está sanando a la mía —comenta—, está ablandando la dureza de aquella cárcel que la tiene presa.
—Y tu hija está protegiendo a la mía —le digo yo—, le está sanando la soledad.
Paloma levanta la vista por un instante, como si escuchara lo que decimos, luego vuelve a esconder su cabeza en el pecho de Camelia y dice:
—Están acá, las puedo sentir, mi mamá y tu mamá nos están abrazando.
Mel la besa en la frente y seca sus lágrimas.
—Entonces ya no llores, porque tu mamá no quiere verte llorar, quiere verte feliz, y ahora que estás bien con tu papá y que han solucionado sus problemas, serán muy felices, yo lo sé...
—¿Tú estarás con nosotros? —pregunta mi hija con una mirada sedienta de amor—. Tú amas a mi papá, ¿verdad? Yo vi cómo lo miras...
Mel le sonríe y la trata con mucho cariño
—Sí... Lo amo. ¿Estás bien con eso?
Paloma asiente.
—Pero yo no quiero ocupar el espacio que le corresponde a tu mamá, Paloma, no quiero que te sient...
—Te estaba esperando hace tiempo.
Violeta y yo las observamos por mucho tiempo más, no podemos hablar, pero la energía que creamos alrededor de ellas es enorme.
—No puedo creerlo —dice cuando regresamos—. Mel será feliz al fin.
—Todos seremos felices, Violeta, todos somos uno solo —digo yo al comprender la magnitud de lo que está sucediendo.
Qué bonito ver todo desde afuera, ¿no?
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Amor Perfecto (Secuela de Cuéntame un secreto)
Spiritual¿Qué hay más allá de la muerte? Luego de una dura batalla contra la enfermedad, Abril se encuentra ante su propio cuerpo recién fallecido. No hay túneles, ni luz, no hay nada todavía, solo el dolor de los que le sobreviven y un montón de preguntas s...