Capítulo 7

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Salgo a caminar por las calles, esta vez en soledad, necesito un poco de tiempo para ordenar todo esto que estoy experimentando y las sensaciones que comienzo a tener

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Salgo a caminar por las calles, esta vez en soledad, necesito un poco de tiempo para ordenar todo esto que estoy experimentando y las sensaciones que comienzo a tener. Me adentro en una especie de bosque y de pronto siento la presencia de alguien más.

—Venía a ver cómo estás.

—Hola, Uriel —lo saludo con alegría—. Bien, aquí experimentando todo lo nuevo.

—Bien... Te siento bien —dice él y yo asiento.

—Tengo mucha paz... ¿De dónde vienes?

—De la ciudad de la luz —explica—, un sitio donde van todos los que alcanzan un nivel mayor de consciencia...

—¿Allí viven los ángeles? —inquiero.

—Sí... pero también hay almas de personas que no son ángeles, pero que también están iluminadas...

—Oh... ¿Y es lindo el sitio?

—Hermoso... perfecto por todos lados, el amor allí lo revitaliza todo.

—Suena genial —susurro—. ¿Cómo se hace para ir allí?

—No es un sitio físico, cuando pases a un determinado nivel de consciencia te sentirás allí. Pero no es necesario estar en uno u otro sitio, Carmen está allí, pero aquí... ¿lo comprendes?

—Un poco... —digo y sonrío—. Pensé que no volvería a verte en un tiempo.

—Yo también, pero parece que hay algunas cosas para las que me necesitarás aún.

—¿Ah sí? —pregunto y él asiente—. Imagino que todavía no me dirás nada al respecto.

Él sonríe.

—Lo imaginas bien —añade.

Tener a Uriel cerca se siente tan natural que no puedo explicarlo, es probable que eso se deba a que me ha acompañado toda la vida.

—Ahora te dejaré un rato —dice—, volveré cuando sea el tiempo.

—Adiós —le digo y él se esfuma.

Veo una hamaca a lo lejos y no sé por qué, pero corro a ella. Está en un sitio hermoso, un árbol frondoso lleno de frutos rojos que se me hacen apetitosos.

Nadie me dijo nada de que no podía comer esas frutas, así que tomo una, me siento en la hamaca y comienzo a degustarla.

—Las pituscas siempre fueron tus favoritas —dice papá que ha aparecido de pronto y comienza a columpiarme.

—¿En serio? —inquiero—. ¿Tu recuerdas qué hacíamos aquí antes de ir a la tierra?

—Sí, recuerdo lo que necesito recordar...

—¿Dónde estabas?

—Yo vivo junto al río —explica—, allí tengo una hermosa granja, como la que siempre soñé tener cuando vivía con tu madre.

Amor Perfecto (Secuela de Cuéntame un secreto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora