No fue Margarita, fue Alessia quien creó Here

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—¡Margarita, mueve el culo! —gritó Mario al otro lado de la puerta, dándole coñazos—. ¡Se nos va a hacer más tarde por culpa tuya!

Rodé los ojos ladillada por su intensidad.

—¡Andá vete vos! ¡Yo pido un taxi! —le avisé, mientras me sentaba en mi cama y trataba de ponerme las argollas.

—Está bien, pero luego no te quejes —contestó y ya luego escuché la puerta principal ser cerrada.

Me giré en dirección al espejo, observando mi reflejo, mi cabello ondulado se veía decente, no me había echado maquillaje, solo un polvazo para evitar tener cara de ponquesito y tenía puesto un vestido sencillo de color negro con puntos blancos y mis inseparables tacones negros de tacón cuadrado.

Respiré hondo, para luego estirar mi mano hacia la repisa, tomando un cuaderno viejo que tenía la cara de Chávez.

El mamaguevo cuaderno bolivariano debía de servir para algo.

Pero marico, debía de comprarme otro, la burla tener esa vaina.

Lo abrí, observando su interior, ignoré el verguero de garabatos, páginas llenas de letras, dibujos y demás, paré en la página en específico que estaba buscando.

Mis ojos recorrieron las letras lentamente, y a mí cabeza llegó el recuerdo que tenía allí instalado.

La música sonaba durísimo, el poco de personas iban de un lado al otro, borrachos o drogados, la cosa es que toditos andaban borrados de este mundo, la mayoría chocaban contra mí o contra mi amiga que me veía fijamente con una cara de incomodidad arrechísima.

—¡Marica, pero vamos! —grité por encima de la música.

Alessia negó, cruzando sus brazos por encima de su pecho.

—N-no, aquí estaré bien —contestó de manera tan baja que se me dificultó oírla.

—¿Pero por qué? Coño, chama. La fiesta se hizo para perrear, no seas antiyupi —le pedí, tomando su brazo moviéndola de un lado al otro, incluso le tendí mi vaso lleno de sangría con cerveza, lo único medio bueno que había encontrado en esa vaina—. ¿Querés? Así te suben los ánimos.

—No, chica. Déjame aquí y ve con los muchachos, y estaré bien —me contestó, moviendo su pierna en un gesto nervioso que la caracterizaba—. A-aquí estaré por si me necesitas.

La miré un tanto dudosa, pero luego asentí.

—Bien, chama.

Moví mi cabeza de un lado al otro, buscando una silla para ella, porque se veía bastante cansada allí parada como la propia pajua, no habían sillas libres, pero luego di con una figura conocida, él estaba desparramado en su asiento, con la cabeza guindandole a un lado, lo reconocí como Juan Carlos, el chamo que me caía y era malandro, él muy mardito me caía mal, por eso sin ningún cuidado lo empujé de coñazo haciendo que se cayera, él ni siquiera reaccionó, ese andaba en otro galaxia, así que no le pare bola; agarré la silla y la puse a un lado de Alessia.

Sientate ahí, mami —le dije, señalando la silla.

Ella miró con una mueca dolorosa al webón de Juan Carlos.

—¿Él está...?

—Relajate, ese está vivo... Creo —murmuré lo último, mirando fijamente su cuerpo, tratando de averiguar si aún respiraba—. Sí, está bien. Toma asiento, luego vuelvo por ti. ¡Echa un grito si me necesitas! —le grité ya yéndome del lugar.

¡Serás marico, Shawn! || Shawn Mendes (CANCELADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora