Dos opciones.

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Seis años antes.

Mel.

Cuando veo a Susi intentar ponerse en puntas sonrío mucho, esta niña me hace muy feliz.

Camino donde ella y le explico que, para llegar a eso, ella debe ser muy perseverante y aprender otras cosas antes.

Asiente sonriendo, sus pequeños dientes vienen asomando de los agujeros que dejaron los anteriores. Paso una mano por su cabeza y vuelvo a caminar al frente para que todos me observen.

Casi treinta niñas y algunos niños se inscribieron en el taller de danza que creamos con Gaby.

Aplaudo para que ellos me presten atención, la sala que adecuamos para el taller no está para nada mal, tiene un buen tamaño y Eric se preocupó que tuviera todo lo esencial para que los niños puedan aprender, o eso me dijo Gabriela.

Ver esta sala me hace recordar la salita que creó Eric en su casa, el día que la conocí quedé en shock, él había creado esa sala para mí, él se había dado el tiempo de pensar en mí y hacer algo que me haga feliz, y creo que eso me gustaba mucho de Eric, él siempre pensaba en hacer cosas para las personas que amaba. Eric siempre le ha puesto mucho corazón y cariño a lo que hace, y eso se nota en todas sus acciones.

Con Gaby comenzamos enseñándole lo más básico del ballet a los niños, es gracioso y reconfortante ver como ellos realmente quieren aprender.

Pasamos la tarde en esto, cuando la clase termina una pequeña y tierna Susi camina donde mi para darme algo que trae en las manos.

—Las corté para ti —dice estirándolas, yo las tomo, son unas flores azules parecidas a las No me olvides. Ella juega con la punta de su pie, moviéndola en el suelo y poniendo sus manitos detrás de la espalda, como nerviosa, o quizás apenada.

—Son muy bonitas, gracias —me arrodillo para verla a los ojos. Ella cambia su semblante sonriendo ampliamente y me da un pequeño beso en la mejilla para luego irse corriendo donde se encuentran sus amigas para jugar.

Subo una mano y sobo mi mejilla, Susi me transmite demasiado amor y cariño.

Me quedo unos minutos viéndola jugar, correr y gritar en el patio. Ella se ve muy feliz aquí, espero que nadie la haga pasar por las cosas que pasó Gaby. Ella no tiene a nadie que la defienda si le llegara a pasar algo así.

Me giro y tomo mi bolso para salir del orfanato, debo ir directamente donde Rosi, ella me llamó desesperada que necesitaba hablar conmigo. No sonaba nada bien, pero yo no podía simplemente abandonar a los niños en su primera clase.

Camino hasta el metro lo más deprisa que puedo y me bajo en la estación que queda a una cuadra de la casa de Rosalie, cuando estoy subiendo por el ascensor le aviso que abra la puerta.

Cuando las puertas del ascensor se abren, Rosi está en la puerta esperando impaciente.

La saludo, ella toma mi mano y me hace entrar rápido a su departamento sin saludarme, cierra la puerta tras ella.

—¿Por qué no fuiste? —cuestiono sacándome la chaqueta para ponerme más cómoda, Rosi nos va a ayudar con el taller en el orfanato. Ella no responde nada, me giro y la veo. Rosi se ve realmente mal, tiene los ojos llorosos y puedo jurar que está pálida—. ¿Qué sucede?

Camino donde ella y la abrazo. Rosalie se derrumba en mis brazos y llora desesperadamente, llora como si hubiese estado aguantando todos estos años que la conozco para llorar en este preciso momento; su llanto es ahogado, es fuerte y rápido. Nada bueno puede haber pasado, ella siempre fue una mujer muy fuerte, nunca se mostró débil ante nadie, es más no recuerdo haberla visto llorar en estos tres años, no comprendo porque está así.

De pie (✔)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora