Mariposa.

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Cuatro años antes.

Mel.

Hoy es un día muy especial, hoy tendremos nuestra segunda presentación anual en el orfanato, luego de que el año pasado comenzáramos con el taller de ballet, se hizo costumbre que presentáramos, aunque sea dos veces al año, nuestros avances a los demás niños y asistentes.

Fue increíble cómo han avanzado estos niños desde el año pasado a este año. Ellos realmente quieren aprender.

Termino de arreglarme para luego ir donde Susi y ayudarle con su largo cabello. Ella sonríe cuando me ve entrar.

—Estas muy bonita —dice con su pequeña y tierna voz.

—Gracias señorita —hago una reverencia— tu quedarás aún mejor.

Ella vuelve a sonreír cuando tomo su manito y la hago girar en puntitas. Susi ama el ballet, lo sé, porque casi me puedo ver reflejada en ella. Cuando era pequeña y mi tío me regaló la faldita de ballet, él hizo lo mismo conmigo. Él me apoyó cuando mi padre no quería dejarme danzar, cuando él pensaba que mi futuro como bailarina no sería favorable, sobre todo por el poco reconocimiento que tenemos. Y ahora yo hago lo mismo con Susi, ella debe tener a alguien que la apoye, a alguien que la anime a seguir sus sueños. A veces pienso que uno de mis destinos en Nueva York era conocer a Susi, soy más feliz desde que la conocí el año pasado. Ya no siento tanto ese vacío que sentía hace meses atrás. Mucho más con la ausencia que he tenido de Rosi, ella se ha dedicado al cien por ciento a la maternidad, cosa que le viene muy bien, su relación con Félix cada día se va consolidando más.

Susi se ha convertido en una personita muy especial, jamás pensé en tener tanto apego por una niña. Pero Susi es única, ella sube mi ánimo y hace que me sienta mejor conmigo misma cuando estamos juntas. Nosotras hemos salido varios fines de semana a pasear.

En el orfanato están las personas que se hacen llamar padrinos de fin de semana, ellos básicamente son gente joven que sale el fin de semana con su apadrinado, le compra cosas y hace del niño un poco más feliz algunos días a la semana. Susi tenía una madrina, pero ella enfermó y tuvo que volver a su ciudad natal. Por lo que cuando le consulté si quería que fuera su madrina, ella sonrió mostrando sus dientes que venían asomando y asintió con la cabeza.

—¿Estás segura, Mel? —Gabriela me pregunta por quinta vez si de verdad quiero amadrinar a Susi.

—Ya te dije que sí, quiero que esa niña tenga días felices. Yo no tengo nada que hacer los fines de semana, puedo hacerme cargo, quiero que tenga una infancia un poco más normal y feliz —miro fijo a Gaby para que sepa que le hablo de verdad, desde el fondo de mi corazón.

—Bien, entonces debes comenzar con los tramites —Gaby me guía hasta la oficina de la directora.

En el lugar converso con la directora, ella me escucha seriamente, luego de unos minutos de conversar, acepta hacerme las pruebas psicológicas para ver si soy apta de amadrinar a alguien.

Las siguientes semanas son caóticas, debo ir desde los ensayos directo a la psicóloga del orfanato. Debemos tener unas cuantas charlas y luego algunos test para que ella por fin diga que soy psicológicamente estable y que acredite que Susi no corre ningún riesgo conmigo.

—Bien Melanie, hemos terminado todas las sesiones, satisfactoriamente para ti y para la pequeña que quieres amadrinar, estas apta para hacerlo —la psicóloga del orfanato me habla feliz, yo solo parpadeo rápido, me siento tan feliz.

Los días siguientes fueron muy divertidos y especiales. Llevé a Susi a tomar helado en un parque. Ella no dejaba de probar los sabores que tenían en el lugar. No sabía por cual decidirse, y como no, elegir un sabor de helado es una difícil decisión para una niña.

De pie (✔)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora