Capítulo 8

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—Explícame, esto — pregunté a Giorgiana mostrando las facturas. —¿Por qué tienes esto?

Su rostro aun lloroso me miró, sabía que era teatro de su parte y que quizás ese golpe se lo había merecido. Pero Dilcia me tenía cabreado, su cercanía con ese abogado, sus salidas con sus hijos y las risas en la hora del almuerzo, me tenían enfadado.

—Me dijiste que las dejara aquí...

—Error —interrumpí —te dije yo me encargo y ya están pagas, fueron debitadas de mi cuenta ¿Qué haces aquí?

—Quería verte…

—Yo no, y creo que dejé claro que no quería volver a verte —le recordé—que no estoy interesado en tu cuerpo, como método de pago y que quiero mi dinero en efectivo ahora por favor… ¡Fuera!

Hice señas a mis hombres para que la alejaran de mi vista y entré a mi oficina, jamás llegaría a entender a las mujeres, no importa que las trate como reina ellas siempre prefieren lo peor, o por lo menos las que yo había tenido la desdicha de conocer pensé de mal humor. Busqué dentro de la caja fuerte arma y cerré, minutos después cerraba la puerta y bajaba rumbo a mi hogar.

— Novedades Deán—le pregunté una vez dentro del auto.

—Ninguna, ¿Sabe de Andrey Malone? El solicitó la custodia de Enrico si o si —lo miré un instante extrañado.

—¿Cuándo ocurrió eso?— pregunté y Deán parecía pensar la respuesta. 

— En el primer viaje —eso fue hace meses ¿Por qué esa mujer era testaruda?  — La señora Dilcia me llamó  día y me dijo que la habían llamado, pensé que le había contado.

—Tu deber es contármelo, sin importar que ya lo sepa —le recordé —soy yo el que te pago Deán.

—Lo sé señor, pero me hice cargo, hice lo que usted me hubiera solicitado el chico no sale, es llevado a la escuela y traído — hizo una pausa y sacó algo de su chaqueta. —creo que ese abogado le ha mentido o a usted o la señora Dilcia.

Eso me hizo recordar el encuentro con ese infeliz y si aún permanecía junto a mí, era solo por el contrato que había de por medio. Fue hace unos  días, cuando llegó a entregarme los nuevos contratos.

Flashback

—Perdón por la demora señor, pero necesitaba traer todo en orden. —

—¡Siéntate! —ordené —no tiene importancia si me traes todo lo que necesito.

Sacó y los documentos y me los tendió, tenía a Dilcia a mi lado notaba como la miraba de vez en cuando y como ella le sonreía cuando yo no los miraba. Apreté los documentos en mis manos, sin saber porque esas miradas cómplices me enojaban.

—Puedes irte Spencer, necesito hablar en privado con Cook —asintió en silencio y salió sin hacer algún comentario.

Mientras daba la vuelta notaba que se había recuperado completamente y no solo yo la miraba, Connor también tenía la vista fija en sus caderas.

—Espero no le moleste nuestra relación, aunque la empresa no dice nada sobre eso. —me miró serio y le sostuve la mirada.

Por un momento no dije nada y solo me limité a recordar las políticas de la empresa, ninguna cláusula habla de las relaciones de los empleados o por lo menos no las prohibía.

—No tengo problema con ello, solo recuerde que no podrán trabajar juntos en la misma zona — tomé los documentos y leí cuidadosamente —es mi asistente y dado que ella no podrá irse, será usted quien tenga que trasladarse, por lo demás me tiene sin cuidado lo que tengan ustedes dos. Eso si no quiero escándalos de ningún tipo o se van ambos de mi empresa y eso lo dice el parágrafo dos encisos tres.

Un Millonario en JaqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora