— Lamento informar que el señor Bertucci, su padre, ha contado una historia muy distinta a la suya. — mi instinto me hizo apretar a mi hijo a mi pecho, pues sabía lo que eso significaba.
— Les dije la verdad, lo juro, yo jamás participé en el accidente de Neall y de Luciana, si soy culpable de algo es de callar. — hice una pausa y miré al hombre, intentando encontrar compasión en él — también le dije mis motivos por los que guardé, mi padre amenazó con quitarme a mi bebé.
— Créame que me gustaría poder ayudarles, pero nuestro deber es investigar ambas declaraciones — entendía, el problema era que mientras eso ocurría podrían quitarme a Enrico.
—¿Estoy... en problemas? — tartamudeé, la mirada lastimera que nos dio me lo dijo todo.
Se levantó de la silla y me tomó de los hombros, alejándome del bullicio de la estación. Caminé en silencio, supe lo que me diría era delicado o en su defecto meterlo en problemas. Una vez afuera del edificio caminó hacia un vendedor de helado y pidió uno.
— Ten campeón — le dijo entregándole a mi hijo y lo bajé al ver sus ojos iluminarse por el cono de colores.
Era curioso como a esa edad, algo que costaba poco podría causar felicidad y alejarlo de la realidad. Guardamos silencio hasta que lo vimos escalar a una banca y allí sentarse disfrutar de su regalo.
— No te muevas de allí — le advertí y me mostró sus blancos dientes, miré de nuevo al oficial y que mira a mi hijo antes de dirigirse a mí.
— Usted tendría que estar bajo arresto, su hijo pasaría a manos de servicio social — aguanté la respiración mientras me llevé una mano en mi pecho. — Sus padres fueron claros en que no se hará cargo a él, declararon que usted no era una buena madre... Aun si su situación se arregla, usted puede perder a su hijo.
— Ellos... Me están cobrando haberles delatado. Enrico... Jamás he sido una mala madre.
—Le creo, señora, por eso mismo le estoy advirtiendo, necesitará de un buen abogado. — se quitó el gorro de su cabeza, me miró y luego a mi hijo. —haré como su usted no llegó, busqué un buen abogado y regrese. Le aseguro que será una buena decisión, mañana, ya está oscureciendo y no es bueno que este por allí sola.
Le di las gracias y fui en búsqueda de mi bebé, tenía que sacar el dinero que me había dejado Anrow, para pagar el abogado y ello significaba que no tendría como sustituir los primeros meses. ¿En qué momento mi situación fue tan precaria?
Enamorarme de Anrow, fue mi primer error, lo amaba y pensé que ese sentimiento tan nuevo para mí era recíproco. Jamás imaginé que no se acercó porque le gustara, él me confundió con la novia de Neall, un amigo de la familia e hijo del socio de mi padre.
En esa época, no tenía idea de nada, lo supe tiempo de después y cuando ya había dado a luz. Le dije ilusionada que estaba por mi embarazo, solo que mi ilusión no era la suya. Ese bebé dañaría sus planes y él no podía como mantenemos, algo que descubrí era mentira. Papá, si podía y fui donde él, le dije que estaba en embarazo.
Se alegró él y mamá, pues creyeron que era de Neall, hijo de los propietarios de la empresa de moda más importante del país. Yo había tenido una relación de adolescente con él, pero nunca llegó a prosperar al darnos cuenta de que nos veíamos como hermanos.
Papá se negó a ayudarnos a Anrow y a mí, me dijo que era la vergüenza para ellos. En adelante mi vida cambió, tanto como mi cuerpo por mi embarazo.
Una mala fortuna quiso un día que me encontrara a Neall borracho e intentando conducir su auto. Lo llevé a casa inconsciente, allí inició lo que me tiene en este estado. Desde ese día a Neall se le hizo pensar que se había acostado conmigo y más de un mes después que estaba en embarazo.
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Un Millonario en Jaque
RomansaA sus 40 años, Kurn Tomasevic, ha tenido todo cuando ha querido, exitoso, despiadado y mujeriego. Con un maletín lleno de dinero que lleva a todos lados ostenta el récord de comprar a la mujer que desee. No confía en nadie más que en sí mismo menos...