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—Puedes salir, Chiara —la pelinegra dirige su mirada hacia su padre que había entrado a la habitación.
—¿No me ibas a dejar salir hasta que se me quitara la idea de regresar a Forks? —pregunta la mencionada tras dejar su teléfono a un lado y mirar a su progenitor con los brazos cruzados.
—Y sigo considerando encerrarte hasta que se te quite esa idea —le asegura el mayor sin algún tipo de arrepentimiento—. Pero necesitas tomar un poco de sol.
Chiara pone los ojos en blanco y se levanta de su cama para dirigirse hacia su armario, queriendo buscar algo que ponerse para ese día.
—Bien, no me verás en todo el día —asegura la chica tras tomar un conjunto y dirigirse hacia el baño.
—Chiara, por favor —pide el Señor Di Angelis, pero su hija lo ignora totalmente para cerrar la puerta del baño.
Una vez que la chica cambió su pijama por un short de mezclilla, junto con una blusa de manga corta color gris, ella sale de su baño y se da cuenta de que su padre ya no se encuentra en la habitación.
Chiara se pone unos tenis y se acerca a su tocador para poder ponerse sus accesorios, como lo son el collar que Alec le regaló en su cumpleaños y el anillo que los patriarcas de la familia Cullen también le obsequiaron.
La pelinegra se acerca a su cajita musical y toma el anillo que Edward le regaló, sin poder evitar, sonríe al reconocer dicho objeto.
Tras ponerse todos sus accesorios, camina por su habitación para poder encontrar su teléfono, toma sus audífonos y la cámara instantánea que su abuela le regaló en su cumpleaños pasado.
La pelinegra toma un poco de dinero junto con sus lentes de sol y sale de su habitación para bajar las escaleras de la casa.
—No... —el padre de Chiara no puede terminar de hablar, ya que la pelinegra salió de la casa.
La chica se detiene un momento para cerrar los ojos y disfrutar de los rayos de sol en su piel, se pone los lentes de sol y, con una sonrisa en sus labios, comienza a caminar lejos de su hogar.
Chiara toma algunas fotos con su cámara instantánea y las va guardando en la funda de su teléfono, mira a su alrededor hasta que se da cuenta de que hay una cafetería a unos cuantos metros de ella con varios turistas.
La italiana, emocionada, se encamina hacia la cafetería.
—Buenas tardes, ¿qué desea ordenar? —pregunta la chica de la caja en italiano hacia la pelinegra que pensó por varios segundos lo que pediría mientras miraba el menú.
—Un té de frutos rojos sin azúcar, por favor —pide la chica en el mismo idioma y le da una amable sonrisa a la joven.
—Serían diez euros, por favor —pide la trabajadora y acepta el dinero que le dio Chiara.
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FanfictionâSAGA INSIEMEâ® [ð€]âTras la extorsión de su padre, Chiara no tiene otra opción más que regresar a Italia, pero con la condición de que asistirÃa a los primeros meses de clases en la preparatoria de Forks y después tendrÃa las mismas clases...