LA BURBUJA QUE ODIABA EL SUELO

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~La burbuja en que nos encerramos vuela alto, tan alto que se termina rompiendo hasta hacernos caer sin misericordia en el suelo de la realidad~

Todas mis amigas son burbujas (Parte uno)

— ¿Que sentiste al asesinar a tu familia? —preguntó inapropiadamente a la dama del manicomio que se encontraba amarrada a su silla, pues... parecía peligrosa—

—Oh caballero, pero, que preguntas más vergonzosas haces, una damita como yo se siente un poco tímida para responder a algo tan vulgar—pronunció con un tono pícaramente seductor a su inquisidor, el asistente de psiquiatría—

—Ya veo, en este momento eres Emily, ¿verdad? —Dijo el asistente rutinario consultando en su libretita los rasgos de su paciente. "Carmina. Edad: 23 años. Ocupación: ninguna. Caso: Asesino a toda su familia una noche de agosto en su propia casa, cuando la policía vio el atroz asesinato encontró a Carmina asustada en un rincón de la casa y decía no haber recordado nada. Anotaciones: padece un síndrome de personalidades múltiples, la causa del porque no pudo recordar que asesino a su familia, porque lo hizo con una personalidad a la que llamaba Katherine. Habitualmente está en otras personalidades como Emily o Andrea, pero, estas son solo para ocultar a la personalidad de Katherine".

—Me sonroja que aun recuerde mi nombre, es usted un hombre muy tierno, si me libera de estas sogas que me atan podría desatar mi sensualidad femenina sobre ti, querido.

—Lo siento, estoy casado—sentenció mientras le indicaba que su dedo anular izquierdo poseía un anillo que solo podía significar una sola cosa, matrimonio—. Pero, me encantaría hablar más acerca de ti, cuéntame Emily, ¿has estado hablando con Katherine?

—Ella me dice que no quiere hablar con nadie de aquí, que está enojada, ella siempre está enojada, dice que los humanos son tontos y que ella no soporta vivir ni un segundo más con bestias como ustedes, lo siento—dijo mientras su tono había cambiado asemejándose más al de una niña inocente, dulce e ingenua.

—Andrea, ¿asi te llamas ahora verdad? Tu amiga Katherine hizo algo muy feo y nosotros queremos hablar un poco de lo que hizo, porque debe sentirse muy sola al no poder contarle a nadie algo tan horrible, te puedo dar un helado si te portas bien y me traes a tu amiga Katherine.

—No. Katherine solo vendrá si ella quiere, oh, ¿que esa crucecita que llevas colgada en el cuello? ¿Es usted católico señor asistente? Pues dudo que le sirva de algo serlo, porque mi familia tenía cruces por toda la casa, y no les sirvió de nada, ya sabe cómo termino la historia de mi familia ¿verdad? Pues jamás sabrán el motivo por el que lo hizo Katherine, ¡son demasiado estúpidos todos para entenderla! —gritaba con una voz diabólica la dama amarrada a la silla, su cara se había congestionada en una expresión de maldad infinita y sus ojos ardían como si fuesen las puertas del infierno.

— ¿Quién eres tú, cómo te llamas? En mi libreta no dice nada de esta personalidad, dime quien eres.

—Soy la mensajera de la muerte, me llamo Adafasia, y no sabían nada de mi pues, quienes han escuchado este nombre nunca pudieron contárselo a nadie, Katherine los mato antes de que lo hicieran—pronunció burlonamente con desdén desde sus ojos hasta su boca.

—En el nombre de Dios, no puedes blasfemar asi de la vida ¡Te castigare con el poder divino! —sacó la cruz que llevaba colgada en el cuello y en pos de reprensión, se la puso en la frente de Adafasia, pero, la frente de esta empezó a arder como si la cruz fuese una barra de metal ardiendo, Adafasia sonrió y miro directamente a los ojos del asistente, por más que su frente ardía ella no mostraba signos de sentir dolor. El asistente retiro la cruz de inmediato y vio como había quedado una marca roja al fuego vivo en forma de cruz en la frente de la dama, pero, la propia marca empezó a girar a 160 grados hasta quedar al revés, hasta convertirse en el símbolo satánico, la cruz invertida.

Con el miedo poseyendo sus sentidos el asistente gritó mientras salía despavorido de la habitación 340 del manicomio Barked, la habitación de condena y recuperación de la mujer que asesino a toda su familia. Inmediatamente se dirigió hacia el despacho de sus superiores para hacer su reporte "rutinario".

—Carmina, ella, tiene otra personalidad, Adafasia, la mensajera de la muerte, una cruz en su frente se voltio, se burló de mí y parecía un demonio, su frente se estaba quemando —empezó a barbullar a sus superiores, con voz agitada y sin ni un ápice de sentido común.

—Cálmate Gordon, ¿de qué demonios nos estás hablando?, es una paciente o ¿acaso volviste a alucinar con esos hongos que te prohibí aquella vez?

— ¡Carmina! Ella es la maldita paciente que esta maldita, parecía un demonio, por favor tienes que acompañarme a verla y llama a tus mejores escoltas porque siento que es muy peligrosa, me da miedo, nunca quiero volver a entrar a esa habitación.

—Está bien Gordon, iremos de inmediato, ya verás que era una babosada todo este cuento, este es un manicomio y creo que te está empezando a afectar más de la cuenta. Vengan ustedes también mis escoltas, asi nos aseguraremos todos de que solo estas alucinando y de que Carmina solo es una loca más que dice cosas aún más locas—dictó el superior en psiquiatría poniéndose su bata blanca y haciendo señas a sus escoltas de que lo siguieran, apresuraron el paso cada vez más porque la atmosfera del lugar se tornaba oscura, la tensión de un mal presagio empezaba a invadir el lugar y lo que antes parecía una broma por el asistente, empezó a cobrar un sentido mucho más vil, mucho más temible. Al llegar a la habitación de Carmina se percataron de que la silla estaba con las sogas rotas y también había sido desarmada pues la silla ya carecía de patas tanto delanteras como traseras y ya no había nadie en la habitación, asi que entraron a investigar que había pasado hasta que uno de los escoltas interrumpió con una pregunta absurda.  

Aventuras extraordinarias de criaturas pasionariasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora