La habitación de blanco (Parte dos)

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~Que complacidos estamos de regocijarnos en el océano de unos recuerdos acomodados para delegar villanos y asumir el papel de princesas en apuros~

Dónde antes las paredes de un apartamento contaban historias con alegres cuadros familiares, ahora no se podía ver nada más que blanco, a lo lejos, si es que el concepto de distancia existía aquí, atisbé una luz que apuntaba hacia mí, que incluso era más blanca que el escenario donde me hallaba, luz que se fue volviendo más y más intensa, parecía venir de una linterna gigante, un hombrecito vestido en toda su parafernalia con túnica de gala azul se iba acercando hacia mí y en un intento de verlo más de cerca pude ver cómo la luz que me penetraba venía de la palma de su mano, y no estaba solo, a sus costados tenía dos acompañantes vestidos de igual manera que alzaron la mano al compás como si hicieran un signo de somnolencia, de sus manos salieron otras dos luces que a su vez, se unieron con la primera para fijarse en mí y dejarme cegado.

Desperté, acostado en el vacío de la misma existencia, mirando boca arriba, ¿O boca abajo? No podía saberlo pues mi sentido del tacto no era capaz de tocar el suelo, escuché susurros conspirando contra una misma causa, abrí más mis ojos y vi a una multitud de esos hombrecitos, que valla que no eran hombrecitos, pues todos median al menos dos metros, estaban haciendo un círculo a mi alrededor acuclillados mirándome con curiosidad, entonces un extremo del círculo hecho de criaturas se abrió para dar paso al primer hombre que había visto al principio, que a diferencia de los demás podía medir unos 3 metros, lo único que le diferenciaba pues todos vestían exactamente igual, con un rostro pulcro, sin siquiera poseer pestañas, ni cejas, ni pelo, solo piel, asumí que el gigante debía de ser el líder, pues se me acercó con expresión interrogativa.

— ¿Sabes que haces aquí?

— No.

— ¿Sabes que estabas haciendo antes de aparecerte aquí?

— Visite el apartamento de una amiga. —Conteste anonadado, esforzándome por no estallar en llanto, sin saber si era por arrepentimiento o porque me hallaba en el vacío rodeado de criaturas sacadas de un libro de Lovecraft

— ¿Y qué hiciste ahí?

— Nada—escupí una palabra seca, me atormentaba revivir los hechos, y no me fiaba de que fuese una historia que relatar a mi inquisidor—

— No me mientas.

— Solo hablé con ella, fue una plática de lo más amena.

— No me mientas.

— No me sobrepase con ella si es de eso que me quieres acusar.

— Tu estupidez al igual que este lugar no tiene límites

— ¿En dónde estoy?—había empezado a sollozar y mis palabras eran desesperadas, ¿Estaba yo demente?

— En la habitación de blanco.

— De que demonios hablas.

— Soy el representante del proyecto CAPER, condiciones adversas para la experimentación y revelación.

— No comprendo que quieres decirme, no entiendo nada de lo que está pasando.

— Está es tu segunda vez aquí, la primera fue tan solo hace una semana.

— ¿Son alienígenas? ¿Me abdujeron, experimentaron conmigo y modificaron mi memoria?

— Deberías salir más de tu cueva y hacer amigos en vez de quedarte miserablemente hundido en el pasado mientras te distraes de lo triste que es tu realidad viendo pseudo-documentales.

— ¿Que? ¿Ahora haces chistes, que eres?

— Solo te bastara saber que pertenezco a un estado de consciencia más elevado que conforma la cuarta dimensión. Dejando formalidades a un lado, reiteremos a tu pasado.

—La habitación de blanco comenzaba a distorsionarse, el vacío lugar comenzaba a cobrar vida en forma de tribunal, alrededor se elevaban lo que parecían ser asientos, el lugar se moldeaba al estilo de un coliseo romano y en el centro un cilindro salió a la superficie, posicionándose como el centro de todo y de todos, el único objeto que tenía color en la sala, de hecho parecía inundado en un océano de colores que se mecían dentro como una lamparita de lava

—Relaja tu mente niño. Bien ahora acércate

–Me acerque hacia él y con ambas manos sujeto mi cabeza, clavó sus uñas alrededor de mi cráneo y empezó a abrirme como si se tratase de una lata de atún, pero, no podía sangrar, ni sentir dolor, así que me entregué, empezó a rascar mi cerebro con extrema suavidad hasta que se detuvo y me mostró sus largas uñas

—Esta mugre que está impregnada en mis uñas es parte de tu esencia, y contiene tu información, tus más íntimos pensamientos cuya privacidad será vulnerada, tus recuerdos y sus respectivas emociones sin filtros, ni siquiera los que tú te impones para sentirte mejor.

–El gigante acaricio el cilindro rasgándolo con sus uñas desde su extremo más alto, hasta su extremo más bajo, los colores de aquel océano se excitaron en una intensa fiesta donde se mezclaban intentando tomar forma alguna, hasta que una imagen de la habitación de mi ex novia Alice se apoderó del objeto cubriéndolo todo con cada detalle de la realidad de mis recuerdos

Aventuras extraordinarias de criaturas pasionariasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora