La radio parloteaba maquinalmente canciones con temática del lejano oeste acompasando el viaje al que la furgoneta se encaminaba por la carretera. En los asientos traseros dos chicas invadían el lugar con su esencia pueril.
—Mama, ¿estamos dando la vuelta al mundo?—preguntó la chica mas pequeña dando saltitos sobre su asiento.
—Los demonios yacían inertes doblegados a la voluntad del fuego de los cazadores, la oscuridad que nacía de sus entrañas había terminado por ahogarlos. Un duendecito de cabellos rizos y amarillos se paro de entre los cadáveres de los monstruos y nos consagró una mirada desdeñosa con su nariz arrugada y ojos rojos sedientos de sangre. ¡Bang!—gritó sin aviso la chica que sostenia ansiosamente un libro mientras su hermana pequeña se tapaba los oídos aterrorizada—. Mi fiel arma escupio su ultimo aliento de justicia hacia la pequeña bastarda que poseía mas maldad que su tamaño pero...
—Los demonios me dan miedo—interrumpió una vez más la mas pequeña.
—Pero no asestó al demonio, que salió corriendo para esconderse en la miseria de sus tinieblas, ni mi arma ni mis camaradas le dimos caza, pues era la única molestia que sobraba, era solo una pequeña alimaña, que por supuesto, no presentaba ningún temor para nosotros—concluyó Laura sonriéndole con osadía a su hermana menor.
—¿Por qué no lees a Stephen King? Ese sujeto ni siquiera tiene idea de lo que habla—espetó la madre dedicando una fugaz mirada a los asientos traseros con cierto desconcierto.
—Patrick Martin no es solo un autor de libros de terror mama, Patrick es un cazador que relata todas sus aventuras en este libro.
La señorita Carlota no pudo contener su estallido de risa una vez que su hija termino de dar su explicación a lo que estaba leyendo.
— ¿Y tu le crees? Ay hija, ¿cuando te crie tan ingenua?
—Nerd, ¡Laura es una nerd!—balbuceo Emily revolviendo su lengua en un tifón de burlas.
—Ya era hora, hemos llegado a... ¡el supermercado!—Levantó el puño victoriosa—. Me estaban volviendo loca sus parloteos, quédense en el auto.
—Prometo portarme bien pero no te vayas mama—dijo Emily aferrándose al asiento del conductor.
—No soy su padre—respondió con ironia colocándose su lentes de sol y abriendo la puerta del auto—. Por favor solo serán 15 minutos, solo ignora a tu hermana si empieza a leer más de ese tal Patrick.
—¡Entendido mama oso!—Se llevo la mano a la frente como señal de respeto militar mientras su hermana giraba los ojos desdeñosamente para volver a dirigirlos hacia su particular libro escuchando el sordo sonido de la puerta cerrándose.
(a partir de aquí tuve un cambio en mi forma de escribir porque fueron partes escritas en días diferentes y mi estilo casi siempre cambia xd dime si se entendio lo que paso a partir de aquí porque creo que quedo enmarañado)
—Hola niñas, podrían ahogarse ahí adentro, ¿Por qué no abren un piquete las ventanas?
Dijo un anciano con la barba enmarañada tocando con sus nudillos desgastados la ventana del auto, fingiendo una sonrisa dócil que no emanaba la característica ternura senil de un alma bien forjada por el sufrimiento, era ridículo el olor a gallinazo que desprendía de si y se podía percibir aun con las ventanas cerradas, todo el auto temblaba por la impasible voluntad aterrada de mi hermana, que inflaba su pecho agitada mirando con ojos desesperados al anciano cuya sonrisa mentirosa había desaparecido y ahora se le dibujaba una boca disgustada pero no peor que esos ojos saltones que nos observaban tan gélidamente que cortaban el calor de la ciudad inundándonos en nuestro sudor que fluía pintando nuestra piel de un blanco puro que a ojos del anciano era tan hermoso que se mordió los labios avivando sus deseos tanto como para moler las ventanas a golpes, cubriéndolas de la sangre de sus lesiones que se provocaba con cada porrazo, mi hermana no paraba de gritar por ayuda, yo solo esperaba a que el vidrio por fin cediera, sacudiendo la cabeza negándome a lo que estaba pasando, aterrorizada ante lo que parecía un demonio presionando su cabeza contra la ventana, hasta que los faros de un auto se encendieron iluminando ese rostro demacrado que rodo sus ojos hacia las luces y despegando su nariz de la ventana se empeñó a la huida dando trompicones en cada paso.
No nos dimos cuenta de cuándo ni cómo llegamos a dar al auto que nos había salvado, que generoso nos abrió las puertas para recibirnos con un abrazo intentando calmarnos de aquella experiencia que nos indignábamos a revivir, pero como una broma enferma terminaríamos por ser obligadas a vivirla una vez más, creyendo que aquel sujeto heroico era el fin de nuestros pavores, solo resultaba siendo el inicio de ellos, que sin permitirnos un poco de sosiego nos cubrió la boca con una cinta negra, una vendita que nublo nuestra vista y un paño que nos inundó la nariz de memorias revoltosas que nos mareaban hasta que despertamos, habiéndonos quitado la venda, en un refugio de maniacos que nos rodeaban de todas partes, la humedad del lugar se acentuaba hasta el punto de ser casi palpable, no habían sonidos de autos circulando, era como si la civilización hubiese desaparecido del mundo, solo se escuchaba el rechinar de tablas de madera con pasos lentos ciñéndonos como predadores nocturnos, jadeos de hienas hambrientas y por supuesto, nuestra propio llanto.
—Callaros—irrumpió el anciano de la barba blanca.
Nos contuvimos inmediatamente, apretando nuestro propio corazón para que nuestros latidos de angustia no fueran escuchados con la obediencia que solo el miedo podría crear.
Una niña entro a la habitación y todos doblaron la rodilla ante su pasar.
— ¡Mas allá del amor!—Entonó la niña de los ojos rojos y los rizos amarillos alzando ambos brazos hacia las estrellas.
continuara~~
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Aventuras extraordinarias de criaturas pasionarias
Historia CortaRecopilación de historias cortas de terror, fantasía y misterio.