Murcielago sediento de cariño (Parte final)

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—Señor, ¿está lloviendo? —Preguntó con pizcas de inseguridad el escolta que iba en la vanguardia.

—Es un manicomio imbécil, como podría llover si estamos encerrados sobre cuatro paredes y un techo...—El jefe en superior comenzó a sentir que caían gotas del techo, y alzo su vista lentamente hacia arriba y vio a Carmina que estaba parada sobre sus dos pies solo que no sobre el suelo, sino sobre el propio techo, estaba llorando y sudando con un rostro frenético, la chica estaba conteniendo la risa y miraba con unos ojos de psicópata combinados con los ojos del demonio.

—Hola, les luce de maravilla sus atuendos y batas, pero, creo que un poco de rojo les combinaría un poco con el color de la sangre que llevan en las venas, de la sangre que hoy van a perder, pues esa sangre me pertenece a mí, por cierto, no me he presentado aún, me llamo Katherine. —Se jacto burlonamente de los siete hombres que se encontraban en la habitación 340, la puerta de la habitación se cerró de repente con una fuerza invisible que parecía la fuerza de veinte hombres, y desesperadamente todos intentaron abrir la puerta pero, se resistía insistentemente hasta que perdieron lo más preciado de su raza, la esperanza. Por más hombres que fuesen los siete que se encontraban ahora, toda su virilidad se perdió en un solo grito que jamás podría explicarse con palabras. La cabeza del jefe en Psiquiatría quedo mirando fijamente a la de Katherine, se encontraba casi tan juntas que ambos podían sentir su respiración, la de Katherine excitada y llena de sensualidad macabra, y la del jefe como si se ahogara en el suspiro de sus miedos más terribles. Katherine alzo los brazos y sujeto la cabeza del jefe alzándola con una fuerza sobrenatural hasta que la acerco a sus labios para besarlo, mordiendo sus labios apasionadamente como si fuesen amantes de toda la vida, pero, de los labios del pobre jefe empezó a brotar sangre a chorros, la fuerza con que lo mordía era aterradora hasta que termino su beso con una frase y una expresión lívida – ¿Te seduje con mi beso lo necesario? Porque tus labios me encantaron lo suficiente como para besarte por toda la eternidad, quiero tenerte aquí en el techo a mi lado para siempre, asi que permíteme saciar tu alma mortal del deseo más profundo pero, negado del ser humano, la muerte. —Katherine empezó a subir más y más al jefe de Psiquiatra hasta que su cabeza toco el techo y pudo mirar los pies de su verdugo, pero, esta vez, Katherine empezó a agarrarlo de los pies y darle vuelta hasta que los pies del jefe se situaron sobre el techo para acompañar a los pies de Katherine –Sabes amor mío, ¿porque la silla esta desarmada? Perdón, pero, necesitaba tomar prestadas las varillas que la sostenían para poder sujetarte y tenerte aquí conmigo como tanto lo deseamos los dos, te amo y estarás ahora conmigo, parado sobre el techo, alejado del suelo que está plagado de hombres y mujeres que no valen la pena, porque yo si lo valgo mi sexy psiquiatra. —Tenía la voz de un demonio voluptuoso y saco de la hendidura de sus pechos las dos varillas que había desarmado de la silla clavándoselas al jefe en cada uno de sus pies para que este se sostuviera sobre el techo y acompañase a Katherine en su caminata sobre el cielo. Del techo empezó a llover sangre que se iba amalgamando en el piso hasta corroerlo en un rojizo vulgar. –Veo que están un poco tristes, no se preocupen, tengo cariño y lujuria que otorgarle a cada uno de estos reprimidos hombres, el asistente tiene unas mejillas muy rosaditas y me trato dulcemente hace unos momentos, sería una desalmada si no le otorgara el lugar que se merece aquí con la mujer de sus fantasías. —Dijo con una mezcla de conmiseración y seducción mientras empezó a asirlo lentamente del suelo con sus brazos delicados que le ofrecían consuelo en cada uno de sus músculos. Uno de los escoltas saco su teléfono y empezó a teclear rápidamente con un dedo torpe inundado por el terror.

–Ayuda, nos está matando a todos, ella está parada sobre el techo, tú sabes de estas cosas, tú me dijiste que te encargabas de exterminar estos malditos demonios, ella es uno de ellos, ¡sálvame por favor, no quiero morir aquí!

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