Catarsis (Primera parte)

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~Las mentiras son un recurso de supervivencia que nos acurrucan a la vista de nuestros propios demonios~­­

Yo, yo, yo, en sufrimiento, había llegado a mi destino, con todo el poder imaginable por la mente pero, limitado por los sentidos, en una catarsis dónde el fragor de la batalla entre la euforia, el control, el odio... ¿Pero, que es el odio, si no es motivado por el amor? ¿Por qué me importaría tanto perturbar la dicha de una niña que aseguraba odiar, si la más letal de las desdichas era la apatía? ¿Por qué aseguraba que ya no me importaba y que la soltaría en amor y comprensión? Todas mis preguntas señalaban a qué le seguía amando, pero, el dulce de miel que la niña una vez había sembrado en mí, floreciendo en la esperanza, compartiendo días dónde planeaba una vida entera consigo, ahora se había marchitado y transformado en veneno, mi amor se había corrompido y vuelto en obsesión, en posesión, en dominación.

Vi sus ojos llorar, ojos que habían brillado al verme, ojos que se alegraban cada que mis palabras la acariciaban, ojos que... Nunca volvieron a dirigirse hacia mí, y que ahora traicioneramente brillaban para otra luna. Aceptando mi corrupción, el odio turbio el flujo mis venas, entonces, como parásito invadí el flujo sus venas, admirando como sus mejillas rosadas se tornaban escarlatas mientras el mismo efecto recorría toda su cara, sus lágrimas ya no eran dulces cristales sino sangre viva y ardiente, cuyas turbulentas corrientes quemaban las suaves facciones a su paso, oh, esos ojos, cuyo descarado brillo iba apagando hasta que nunca más volvieran a brillar, esas súplicas que se perdían cada vez ahogándose en su propia sangre, Alice ya no tenía color en sus ojos, sino que se habían vueltos esferas anacaradas y sus rodillas al fin, doblegadas a mi voluntad, se desplomaron sobre si misma cayendo de bruces ante mí. Y se hizo un silencio, dónde había súplicas y agonía ahora solo se escuchaba la sangre fría goteando alrededor, un silencio que permitió reflexionar, porque el más grande de los maestros siempre ha sido el silencio, había acabado de asesinar a sangre fría de una forma horripilante, pero,, yo era bueno, ¿cómo paso esto? Si yo era bueno, era bueno y por eso merecía amor, era bueno... Mi mente conmocionada con la ilusión de mi bondad teniendo enfrente el cadáver que evidenciaba la irónica contradicción de mis pensamientos no pudo soportar mi juicio, así que me doblegue sobre la voluntad de la moral, y mis rodillas cayeron manchándose con la sangre inocente derramada.

El décimo piso del apartamento Western, dónde mi crimen había tenido lugar, comenzó a tornarse blanco, el piso de mármol parecía haber sido suplantado por un vacío fondo blanco, el cadáver se desmaterializaba ante mis propios ojos y la sangre se evaporaba hasta ser una neblina de color blanco, el lugar ya no tenía principio ni fin, solo blanco.

Aventuras extraordinarias de criaturas pasionariasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora