Se abofeteó mentalmente- por poco física- al encontrarse nuevamente soñando con el perfecto y sedoso cabello de Kenma entre sus dedos.
"¿Qué me pasa?" Se preguntaba mientras recogía un balón que rodaba por el gimnasio sin dirección concreta para después ver al Setter de su equipo explicarle una de las técnicas a Lev quien empezaba a agotar la paciencia del rubio, sonrío sin encontrar una razón en concreto para hacerlo, todo lo que su vocecita le decía era un "¿Por qué no?" Sin darle más explicaciones.
¿Por qué sentía esa necesidad de sonreír por algo tan patético- y sexy- como Kozume sudando y al borde de la desesperación?
Joder... Por supuesto, ¿Cómo no lo había pensado antes? ¡Es amor!
O calentura...
De todas maneras, Tetsuro si lo pensaba, lo llevaba haciendo demasiado, desde la escuela media para ser exactos. Así es, llevaba aproximadamente seis años dándole vuelta al asunto y convencerse de que era imposible que su mejor amigo le atrajera de esa forma, pero por más argumentos que Kuro quisiera inventar la realidad era una donde sentía algo por Kenma, incluso a veces se cabreaba por ello, porque no le encontraba el sentido a eso que se acumulaba en su pecho cada vez que le tenía cerca, como en ese mismo instante en el que se quedó viendo el piso mientras "recogía el balón".
- ¡Capitán!- si no hubiese sido por el grito que metió Yaku en medio del gimnasio, llamando la atención de todos, Kuro probablemente seguiría mirando el piso como si de ello dependiera la salvación de su corrompida alma que desnudaba al pequeño Kenma cada vez que su gansito le pedía atención. Ni siquiera supo en qué momento pasó de analizar a Kenma a la madera del gimnasio- Hasta que por fin.
- Yaku- sonrió como de costumbre, mas no pudo engañar al líbero quien simplemente le dio el reporte de su herida en el tobillo y su reincorporación al entreno, más bien le aviso que se amarrarse los mini pantalones porque le iba a hacer sudar como a obeso mórbido en caminadora. Kuro dudaba de que al pasar tanto tiempo con Lev por ser su novio, Morisuke se hubiese vuelto más estúpido de lo que era, para Kuro todos eran estúpidos menos su Kenma.
Ah... Que bien sonaba llamarle mentalmente suyo, aunque Kozume pensase que Kuro no tenía ni una sola neurona activa en su cabeza; la verdad es que a pesar de que Tetsuro hablara cuanta babosada pasas por su cerebro, era muy hábil para las matemáticas y el Voley, no por nada era el capitán, aunque sus compañeros no le respetaban como tal, en especial Yaku y Kenma.
Lanzó el balón al carro porta balones al terminar de hablar con el castaño; vió a su amigo de la infancia esperando por él en la entrada mientras se partía el cuello por estar jugando Lords Mobile.
Se despidieron de todos los miembros y entrenadores; aquel dia sus familias se reunían para cenar, como era de costumbre desde que la madre en Kuroo había fallecido en un trágico accidente un año atrás, por ello se debían retirar un poco más temprano, aunque se prometieron recuperar la hora de práctica que deberían.
Los viernes eran sagrados para ambas familias.
Al llegar a la entrada del gimnasio empujo levemente las piernas del rubio quien soltó un gruñido porque le hizo- según él- perder la partida. El pelinegro rió estruendosamente mientras cambiaba sus zapatillas y recogió su chaqueta que había dejado sobre sus tenis cuando inició la práctica. Kenma llevaba su mochila que estaba en el casillero con grafiti y, aunque no quiso, aquello le emocionó un poquito, solo en una diminuta medida, no era para tanto...No.
Respiró profundamente antes de levantarse, mañana 18 de Septiembre su madre cumpliría un año de muerta, y el aún no podía creer que el tiempo pasase tan rápido. Recordó el accidente: aunque él estuvo presente no recibió más que un esguince de tercer grado y un par de moretones, porque aunque el carro se levantó del piso un poco, su madre usó su cuerpo para escudarle. A pesar de que él era mucho más grande que ella, lo logró y recibió lo peor del accidente.
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ʀᴀᴍÉ |ᴋᴜʀᴏᴋᴇɴ|~ •ʜᴀɪᴋʏᴜᴜ!•
FanfictionSu relación era una bobería, ni siquiera eran capaces de reconocer los sentimientos ajenos y ambos se sentían como en una bizarra comedia romántica. Sin embargo, ninguno la cambiaría por nada, porque de una manera u otra era suficiente por el simp...