Bruno
La luz que entraba por la ventana me despertó. Si por mi fuera habría dormido más. Eran las 6:30 de la mañana. Eso significaba que esta noche solo conseguí dormir un total de tres, tres horas y media. Hoy hacia un día total de otoño: frío, cielo gris y olía a tierra mojada. Supongo que durante la madrugada habría llovido.
Después de rodar por la cama para intentar dormirme de nuevo, intento nefasto, abrí los ojos. Vi que el lado izquierdo de esta permanecía vacío, pero aún conservando un poco de calor corporal. Tardé medio minuto en volver en mí y ser consciente de la situación. Me levanté de un salto. Mi corazón empezó a palpitar. Mi temperatura corporal empezó a subir y, consecuentemente, un sudor frío bañaba mi cuerpo ¿Bella? ¿Dónde estaba Bella?
Rápidamente me vestí con unos pantalones de chándal azul marino, una camiseta básica de manga corta de color blanco y, encima, la chaqueta a conjunto con los pantalones. Me calcé con mis zapatillas deportivas y salí pitando de la habitación. Fui al baño, a lo mejor estaba ahí. Llamé a la puerta. Tres toques. Nadie contestó. La abrí. Nadie.
Sin pensarlo dos veces y haciendo omisión a su intimidad, abrí la puerta de la habitación de Becca y Romy. Tampoco estaba ahí. Es más, esas dos estaban durmiendo a pierna suelta. ¿Bella, donde cojones estás?
Como le haya pasado algo... Si ese tarado la ha secuestrado te juro que no pararé de buscarle hasta el último rincón del mundo para matarle.
Mi subconsciente me estaba hablando. Sé perfectamente que Bella es una chica fuerte y valiente, que sabe defenderse sola, pero, aun así, no podía dejar de preocuparme... Ella empezó a significar demasiadas cosas para mí en cuanto llegamos ayer.
Salí disparado hacia la habitación de Jeff y Andrés. Negativo. Otros dos que seguían durmiendo y roncando a pleno pulmón. Mierda.
Bajé las escaleras corriendo. Un mal movimiento. Un pie en falso y las hubiera bajado rodando. Tampoco estaba en la terraza. Ni en el salón. Ni la cocina.
¿¡Dónde te has metido, joder!?
Empezaba a costarme respirar, pero no podía desistir. Ahora menos que nunca. Rabia e impotencia me invadían. Recorrían por mis venas. Querían salir al exterior a través de mis ojos, pero les cerré la puerta.
Salí al exterior. Su coche seguía ahí, pero ella no estaba dentro.
¡JODEEEER! Me sentía colérico. En síntoma de ello le propicié una patada a la rueda.
Me refregué la mano por mi cara, hasta ascender a mi tupé, repeinándolo hacia atrás. Di vueltas encima de mis pies, observando mi alrededor. Observando donde podría haber ido. Estábamos tirados en medio de la montaña. Rodeados de árboles, matorrales y hierbajos... En medio del...
¡Claro! ¿Cómo no había caído antes?
Empecé a adentrarme por el bosque. Era mi último posible movimiento en esa partida. O todo o nada. Corrí desesperadamente, sin dirección propia. A través de los matorrales, me estaba adentrando en un lugar del que después solo tenía un 10% de probabilidades para volver a salirme de él. Pero eso no me importaba si de lo que se trataba era de encontrarla. Ahora mismo solo tenía a Bella en mi cabeza.
Corría y corría. El aire empezaba a escasear y cada vez me costaba más respirar, pero no podía parar. Cada segundo que pasaba era uno menos de probabilidad de encontrarla con vida.
Empecé a correr más rápido, si se podía, pero entre hierbajos y piedras, con el suelo mojado, metí el pie donde no tocaba y me caí. Me di un ligero golpe con una piedra en el lado derecho de la frente.
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Falso Culpable
De TodoEn la distancia se oían unas sirenas policíacas que cada vez se hacían más presentes. Abrí la puerta del coche y empujé a la chica. Yo me posicioné en el asiento del conductor. - Me estás secuestrando, lo sabes, ¿verdad? - Te he advertido y has segu...