Capítulo IV ¿Corderito?

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Hoseok POV.-

Me enteré de esa noche gracias a mis contactos que lo mantenían bien vigilado; sin que hubiera pasado un movimiento significativo en estos días no moví ningún dedo hasta este día. Al parecer ese alfa que lo retenía estaba bastante prendido con el joven de cabellos azules, y no había por qué cuestionarlo cuando el chico destacaba por su belleza, un cuerpo delgado con curvas que se adelgazaban en esa cintura y engrandecían en las caderas, así como esos ojos que llamaban a cualquiera a ser su esclavo. Sonreí al preguntarme cómo un alfa como él pudo caer fácilmente a unos ojos bonitos, o lo fue una noche en la cama con ese precioso omega, eso era una de las posibilidades que más daban vuelvas en mi cabeza. Pero eso era algo que podría descubrir muy pronto.

No me resultó difícil escabullirme dentro de la supuesta fiesta de cumpleaños que se ofrecía en un exclusivo club a las afueras de la ciudad, porque para mí aquel lugar era bastante conocido y desconocido para personas como el ministro de seguridad de Corea que se encontraba haciendo una fiesta como un adolescente en ese lujoso club, mejor dicho, asqueroso lugar, a nadie le gustaría nadar entre feromonas sexuales urgidas por un buen acostón, el alcohol derramado, olor de los cigarrillos concentrados y el nauseabundo aroma a sudor.

Por su supuesto no me sorprendí al ver que no difería de los días en los que asistía, solo que había más jóvenes y personas de sociedad invitados en la exclusiva fiesta, obviamente este hombre estaba presumiendo entre sus conocidos al joven omega a su lado. Lo era al pasarse las manos en esa cintura y darle besos suaves mientras esperaban a los invitados, se veían unidos y enamorados para cualquier ojo, pero en los míos solo era un alfa manejado por una carita inocente.

Pedí una copa del más cargado alcohol para que se me quemasen la entrañas, hoy iba a ser una noche divertida para acorralar a mi presa para después devorármela, esa fue el detonador para que mi sangre se calentara, hirviendo por la emoción fluir por mis venas, gruñí bajo cuando pude verlo de cerca.

Él parecía un principito de cuentos de hadas con esos cabellos azulados que caían en su frente de forma grácil, acompañada de esa dulce sonrisa y ese color de sus ojos enaltecían su porte educado, pero al mirar más abajo, no era la forma para referirse a la pareja del ministro de seguridad del país, ese conjunto pegado como una segunda piel no dejaba nada a la imaginación, listo para servir alfas.

Podía equivocarme en mis dos suposiciones; una, lo era que fingía ser un omega educado de buena familia para su alfa, un caza fortunas bien entrenado para que después huyera con todo ese dinero que podría robar, y la otra, una muy poco probable era que ese chico se trataba de una blanca paloma que no supo en dónde quedó atrapado. Es decir, a veces se notaba incómodo por el montón de gente alrededor y se tapaba varias veces el vientre con sus manos, como si temiera o se protegiera de algo.

Y no había porque mentir si alguien lo estaba vigilando muy bien listo para atraparlo entre sus garras, aún podía sentir la sensación de su piel cuando lo toqué. Apreté mis manos en un puño, lo iba a destruir para dárselo a su padre, era fácil.

El plan muy pronto estaría en marcha y no podía detenerme después de aquello.

—¿Estás solo? —un empalagoso olor llegó a mi nariz haciendo que la arrugara, era bastante desesperante cuando era acompañado con un perfume caro. Volteé a esa persona observando a la omega con un corto ajustado vestido azul brillante, la conocía, pero ella no a mí. Piernas largas sería su nombre esta noche.

—Estoy solo bajo mis condiciones, cariño —sonreí tirando la sexta copa en mi boca, siendo suficiente —Aunque no me molestaría pasar un momento contigo —alcé las cejas y ella se acercó con una gran sonrisa. Tomé de sus caderas para acercarla y la besé, ella pasó sus manos en mi cuerpo, pero se las negué —Sin tocar cariño... —susurré en su boca hinchada pasando mi boca en sus hombros desnudos hasta llegar arriba de sus senos donde la mordí, ella se encendió tan rápidamente, que la tomé del brazo para llevarla a un apartado rincón.

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