XlV. Sueños de la luna.

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Encontré una rustica cabaña en medio del bosque, justo unas horas después del incendio provocado. En ella me adentré temiendo que alguien nos tendiera una trampa en el sitio, pero tuve la fortuna que aquel lugar estuviese escondido en el profundo bosque y se mantuviera rodeado de un río un poco agresivo para que alguien la hubiese descubierto. También agradecía que no estaba tan deteriorada y funcionaba en algunas estructuras, como lo era una habitación medio decente y una cocina donde la tubería no se había destruido en los años, era suficiente para pudiéramos resguardarnos de quienes nos amenazaban.

Sabía perfectamente quienes eran ellos.

Los hombros me dolían al igual que mi rostro por el calor abrasador en el que fue sometido, siendo mi única fortaleza el inmenso odio que sentía por mí mismo; al exponerlo de esa manera.

No pude hacer suficiente que darle la única habitación a él, rodear el lugar para que sea seguro contra animales, y recolectar algo en la penumbra de la noche para que él comiera.

El territorio se consideraba mío, pero solo un pequeño porcentaje se ocupaba con mis propiedades y otras antiguas se quedaron cómo fueron vendidas. Así que este lugar no tardaría en estar completamente despejada, le llevaría a mis trabajadores unas semanas para encontrarme y decirme la situación en la que esos canallas descubrieron mi lugar. Pero mientras estaríamos aquí los dos y eso es lo que más me temía.

Sentirlo tan cerca era un gran impedimento para quedarme a solas con él, ya no podía mentir a mis sentimientos.

Él era un omega adorablemente hermoso.

Traté de alejarme y hacer que me odiara con toda su alma, pero las veces se volvían insoportables para mí y terribles para él, al punto de lastimar su noble corazón y ponerlo en el hilo de acantilado para que alguien lo empujara y no pudiera salir nunca. Ni siquiera mis leves intentos por trasladarlo en mi guarida con todos mis sirvientes y los animales habían servido, así como darle un ofuscado violín y libros se sentía tan superficial de mi parte. Era como si tratara de mantener feliz a un pájaro con deliciosas comidas, buenos tratos y todos los juguetes que necesitara, pero la realidad es que su naturaleza no estaba impuesta por alguien, sino por él.

Esto estaba derribando mi plan, que estaba fluctuándose en la cuerda entre mis deseos y el deber. Rápidamente me vi envuelto en su noble persona; lo había visto comer, dormir en las noches antes de salir a buscar los alimentos para nosotros, lo espié al tocar esas melodías tan tristes y me acerqué a su lugar para tratar de escuchar sus palabras, aunque solo fueran de desprecio hacia mi persona y gritarme todos los errores de mi pasado.

Lo sé, fui un tonto animal. Que posiblemente no tenía remedio.

No obstante, estaba terriblemente arrepentido por todas las cosas que le hice desde la primera vez que nos vimos. Ignoré todas las advertencias de mi cerebro y lo malo que había en él, no de su persona, sino de su raro comportamiento sumiso y falta de voz en su vida. No imaginé lo tan manipulado que estuviera por su padre y de las personas a su alrededor, que le decían que es lo que debía de hacer y cómo sería su futuro. De esta manera, también fui participe de esa manipulación, jugué con sus sentimientos para volverlo mi preciado amante por unos meses hasta que los dos nos fastidiaríamos del uno al otro, pero las cosas no salieron como lo había planeado al principio. Esa la razón por lo que merecía este castigo, no tenía derecho de exigirle alguna mirada, alguna bonita palabra de sus labios o que enalteciera a mi lobo anhelando sentir a ese omega a su lado para consolarlo, amarlo y hacerle el amor.

Claro que podía, pero no debía.

Aceptaría todo su desprecio; sus golpes y mordeduras; decirme varias veces al día mis fallas y lo imbécil que fui; porque todo fue real y de mi total autoría.

Say Something - HopeVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora