Capítulo II. ¿Nueva misión?

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Hoseok POV.-

Las gotas de agua acariciaron mi cuerpo llevándose todo tipo de fluidos corporales que logré acumular en el reciente acto, tomé una vez más el jabón para detallar minuciosamente cada esquina y quitarme ese asqueroso aroma nada agradable a mi olfato. El agua se escondió en el drenaje terminando de tomar una larga ducha después de una noche de sexo, ahora solo debía cambiarme y desaparecer en la obscuridad de la noche para poder trabajar.

Tomé una toalla y rodeé mi cintura, sacudí mis cabellos húmedos por el camino fuera del baño encontrándome con una mirada intensa en mí cuerpo, le sonreí al mismo tiempo que ella delineaba con lujuria impresa en sus ojos cada uno de mis tatuajes hasta ubicarse en la toalla que sostenía mis caderas, se lamió los labios la muy zorra, pero no le iba a dar lo que quería, eso no es lo que hacía Jung Hoseok. Volví a acercarme a la cama observando cómo se mordía los labios casi emocionada por quizás una revolcada más.

—Vamos JH, ¿Me dejarás de esta manera? —alzó sus lindas cejas y abrió los labios pintados de rojos sacando un sucio jadeo. Su aroma a fresa y flores llegó a mi olfato de una manera repugnante, demasiado empalagoso y vomitivo. Era una mentira que a todos los alfas les agradaba el aroma de los omega e iban acostarse con cualquiera que anduviera en celo, no era cierto, o mejor dicho lo era para los débiles penes chicos. Miré su boca usada y sonreí, quién iba a pensar que la hija del secretario de economía estuviera revolcándose con un hombre en un sucio hotel.

—Me iré, primor. Solo fue una jodida, no se repetirá. Deberías saberlo. —tomé sus brazos y la volteé para tocar sus levantadas nalgas y le di un golpe que terminó en un fuerte gemido —Cumplí con el trato, deja de ser una niña mimada y ve con tu papá.

Aún molesta me miró con deseo —JH, sabes quién soy. Puedo hacer que vayas a la cárcel si no haces lo que yo diga. Ahora te conozco.

Empecé a vestirme sin evitar reír por sus estúpidas amenazas, me puse los pantalones y la chaqueta alzándome a ella para mirarla desde arriba donde siempre debería estar para no caer en las garras de esos perros. —No me amenaces primor, estás en este alejado hotel lugar y sin un guardaespaldas. Será muy fácil para mí eliminarte, así que calla tu bonita boca y vete si no quieres que alguien te vea revolcándote con el hombre que hundió a tu esposo en la cárcel. Ya hice mi trabajo y recibí mi pago, ya no tengo ninguna deuda que saldar. Que me hayas abierto las piernas es un asunto aparte. Vete.

Ella se levantó desnuda luciendo cada una de sus bellas curvas para encerrarse en el baño; claramente había sido una buena jodida. A veces tenía la dicha de acostarme con las hijas de los más ricos empresarios y altos funcionarios de la ciudad, no es que fueran una blancas e inocentes palomitas, al contrario, eran las más zorras que podrían existir. Y esta en particular quería hundir a su marido para fugarse con su amante, unos cuantos movimientos y contactos pude sacar sus trapos sucios al sol y recluirlo en la cárcel, fue fácil.

Salí de la habitación preparando lo necesario, un arma de alto calibre y una mochila donde estaban mis ropas de encubierto.

Hoy tocaba asesinar a un cerdo millonario que le hizo la vida imposible a uno de sus hijos, y este chico pagó por la muerte de su padre para quedarse con su lucrativa empresa, nada raro. Me comuniqué con mis secuaces y en breve el hombre había muerto en lo alto de un edificio como un acto de suicidio sin precedentes. Después de llamar a unos cuantos funcionarios para otros trabajos y manipular a unos terminé en más de la mitad de la noche en un parque solitario fumando un merecido cigarrillo. El humo se levantó dejándome ver la profunda noche y la brillante luna que se alzaba con goce en los cielos para que admiraran su belleza, sin saber que en su luz ocurrían las peores cosas de la humanidad.

Say Something - HopeVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora