Capítulo 15

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Lauren's POV

— ¿Te he dicho que me gustas mucho con jeans? — pregunté mientras tomaba a Leo entre brazos para besar su frente.

— Creí que te gustaba más con falda. — contestó ella y yo volví a dejar al canino en el suelo.

— Me gustas con todo. — aseguré. — ¿En dónde está Magdalena?

— Creo que en la casa del vecino, está de amiga con el mayordomo, quién sabe porque será. — reímos. — Vamos para arriba.

Subimos y al entrar a su habitación y lo primero que vi fue un regalo sobre la cama y alrededor de este unos globos en forma de corazón, se veía sencillo pero hermoso.

— ¿Qué es esto, Camz? — al mirarla noté que sostenía un ramo de rosas.

— ¿Quieres ser mi novia, Lolo? — soltó de golpe y reí con alegría.

— Creí que ya lo éramos. — ante mi respuesta sonrió y me acerqué a ella abrazándola. La levanté y di una vuelta con sus piernas envueltas en mi cintura. Por último besé sus labios lentamente con ternura hasta que nos separamos pero no la solté.

— Lo que hay sobre la cama es sushi, sé que te encanta. — afirmé con la cabeza sonriendo.

Nos sentamos en la cama a comer mientras Camila ponía un episodio de Juego de Tronos, había visto uno que otro capítulo estando con ella aunque no le llevaba muy bien el rollo a la serie.

— ¿Y por qué le dicen La Madre de los Dragones? — pregunté metiendo un rollito de pescado a mi boca.

— Porque tuvo tres dragones.

— Es decir ¿en el parto? ¿cómo fue eso? ¿al momento de pujar salió primero una cola? — pregunté y ella rió negando.

— No fue un nacimiento normal. Cuando están despidiendo a su esposo en medio de las llamas, porque el tipo muere y lo queman, ya sabes. — asentí. — Bueno, ella pone los supuestos huevos de dragón allí y se adentra en el fuego, y al día siguiente cuando todo está apagado aparece allí sentada junto a tres dragones.

— ¿Pero cómo hace para no quemarse? — fruncí el ceño.

— Por algo es La Madre de Dragones.

Luego de que el capítulo terminara me quedé en silencio acariciando su cabello y contemplando sus hermosas facciones latinas.

— Eres demasiado hermosa. — solté de repente y me miró.

— ¿Tú crees? — asentí. — Que bueno, porque soy solo tuya. — mi sonrisa tuvo que iluminar toda la habitación. — ¿Te quedarás conmigo esta noche? — más que una pregunta fue súplica. Miré mi reloj que marcaba las 11:30 de la noche.

— No lo sé, Camz, creo que será mejor irme. Mañana tengo escuela y... no puedo faltar, tengo una beca. — me rasqué la nuca apenada.

— No faltarás. Beck te llevará... o yo te pagaré un taxi para que puedas llegar a tiempo.

— Pero y ropa...

— Yo te presto. Puedes ponerte cualquier cosa que desees. Incluso ropa interior, tengo bastante que aún no he estrenado... quédate, porfa. — hizo un puchero y no pude resistirme así que acepté.

Luego de tomar una ducha me puse un camisón blanco que Camila había dejado para mí, ella usaba uno como el mío pero en rosa. Ninguna de las dos tenía nada debajo aparte de ropa interior. Me acosté en la parte derecha de la gran cama y ella se hizo a mi izquierda. Estábamos muy juntas y el espacio sobrante en la cama era demasiado. Mi novia tenía su cabeza puesta en mi hombro mientras una de sus piernas se metía entre las mías y me abrazaba por la cintura. Nuestros calores corporales mezclados solo hacían más cómodo todo, me sentía abrigada y tranquila.

Breathe || CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora