Capítulo 34

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Lauren's POV

Vi a papá bajar del taxi y enseguida corrí a él rodeándolo con mis brazos, con ternura respondió y besó mi frente.

— ¿Cómo te fue, hija? — preguntó con curiosidad tomando su maleta en mano.

— No me pudo haber ido mejor, papá. — sonrió. — Falta poco para ser libres.

— Estamos a unos pocos minutos. — respondió y nos quedamos mirándonos fijamente.

— Ven, vamos, debes instalarte. — avisé.

Entramos a aquel hotel en donde nos hospedaríamos estos pocos días, tomamos el ascensor y fuimos hasta la que era nuestra habitación porque Camila y su padre dormían en una ellos dos. Papá dejó su maleta y tomó un baño, había estado viajando toda la noche. Insistí en dejarlo descansar pero él se negaba, decía que no podía esperar más para ver a mis hermanos y la verdad agradecía porque yo tampoco aguantaba más.

— ¿Lolo? — sonó una voz tras leves toques en la puerta. Me levanté de la cama, dejando a papá ponerse sus zapatos en paz porque llevaba hablándole como veinte minutos sin parar. Abrí la puerta y me encontré con la hermosa cara de mi novia allí, sonreí.

— Buenos días, amor. — dije besando sus labios con suavidad.

— Papá y yo iremos a tomar el desayuno, ¿te nos unes? — preguntó y asentí.

— Nos unimos. — corregí y aunque primero frunció el ceño su cara fue de sorpresa.

— ¿Tu padre ya está aquí? — parecía nerviosa. Yo asentí. — Ay, Dios, no me digas eso. No estoy preparada. — tocó su cara con ambas manos y yo reí.

— Pudiste con la entrevista de Stanford y no podrás con un simple encuentro con mi padre. — bromeé y medio sonrió. — Ven aquí. — largué mi mano y ella la tomó, la conduje hasta dentro de la habitación en donde mi padre se aplicaba la colonia. — Papá. — llamé su atención y sus ojos se centraron de inmediato en mi acompañante, podría decir que brillaron al verle y luego me miró sonriente.

— Tú debes ser la señorita Cabello, la novia de mi hija. — se acercó con cautela y estiró su mano. Mi novia enseguida la apretó.

— Por favor dígame Camila, señor Jauregui, y debo decir que es todo un placer conocerlo. — estaba extremadamente nerviosa y aunque me quería partir de risa, su ternura me lo impedía.

— El placer es todo mío, señorita Camila. Me es de alegría conocer a la persona que hace feliz a mi delfín. — jamás había escuchado que mi padre dijera mi apodo en frente de personas externas a la familia así que sentí algo de vergüenza.

— ¿Camila? — sonó la voz de Alejandro desde el pasillo y luego se puso de pie frente a la puerta.

— Señor Cabello. — soltó mi padre. — Soy Michael Jauregui, hablamos por teléfono. — mi papá caminó hasta él.

— Claro que sí, señor Jauregui. Que bueno tenerlo aquí. — apretaron sus manos.

— Encantado de conocerlo, debo decir. Estoy muy agradecido por todo lo que hizo, de verdad, señor.

— No tiene que agradecer nada. Es como debían estar las cosas. — aseguró. — ¿Vamos a desayunar? — ofreció.












Los nervios nublaban mi vista mientras esperaba sentada en el sillón de aquella sala. La mano de Camila entrelazaba la mía mientras yo estaba recostada en el hombro de papá. Hacía 20 minutos que mi suegro había entrado para buscar a mis hermanos y no volvía; cada segundo era peor, sentía que me daría un ataque de ansiedad en cualquier momento. Mi mente permanecía ocupada contando hasta 10, luego hasta 100, incluso hasta 1000 si era posible para tratar de tranquilizarme. La última vez que había visto a mis hermanos fue en aquel salón con un montón de niños más, cuando a ellos se los llevaron a otro lugar adoptivo. Entonces Selena fue por mí pero no pudo llevarse a mis hermanos. Debía decir que a pesar de todo lo que había pasado, yo era una persona suertuda; la cuestión de encontrar a tus hermanos y recuperarlos una vez adoptados era nula, pero la vida me había dado esa oportunidad.

Breathe || CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora