+Capítulo 8+

407 50 48
                                    

-Lenna-

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-Lenna-

Por fin encuentro un momento de respiro. Hemos sido emboscados por otros hombres que han acabado con la vida de nuestros primeros opresores. No parecen amistosos, pero tampoco parecen querer hacernos más daño.

—Mila —digo levantando la mano para querer alcanzarla, sin embargo no alcanzo a tocarla ya que es atraída hacia un hombre, quien la abraza como si la conociera, como si... como si de verdad estuviera preocupado por ella. ¿Será eso posible?

Le toma la cara, la revisa, inspecciona su cuerpo y luego la vuelve a acunar entre sus brazos. Ludmila no se queja, no parece ser renuente ante sus caricias o afectos de protección.

—Mila, ¿te encuentras bien?—. Voltea a verme y lo que veo en sus ojos me desconcierta, no me gusta para nada lo apagado que lucen.

—Lo siento —dice sollozando y todo su cuerpo empieza a vibrar porque por fin ha dejado que el llanto se apropie de su cuerpo, y lo hace de una manera tan lastimera que me es inevitable no soltar un par de lágrimas también.

—Lo arreglaremos, no te preocupes. ¿Sí? Yo... yo haré todo lo que pueda para que estés bien. Te lo prometo—. Escucho que dice el hombre que la tiene apresada entre sus brazos.

—Pero las cosas así deben de ser— lo dice viendo al chico, pero durante algunos segundos dirige su mirada hacia mí, mientras sigue derramando lágrimas por sus mejillas.

—Ahora estás aquí Lenna, haz tu parte. Y por favor, que mi sacrificio valga la pena—. Toma mi mano y ahoga un sollozo entre sus labios.

— ¡No! ¡No! ¡No! Esto no es posible. No, no puedo perderte tan rápido, algo tenemos que hacer —él chico se aferra más a Mila y llora desconsolado. Pero, ¿Qué está pasando aquí?

—Tienes que recuperar nuestras cosas, ahí están las llaves Lenna—. Ignora las palabras del chico, pero no por eso no deja de acercarse de nuevo entre sus brazos. No sé qué decir ni que contestar, no sé a qué sacrificio se refiere y mucho menos se porque el hombre reacciona así.

Después de quedarme un tiempo callada reflexionando, por fin mi cerebro ha encajado los engranes correctos que me dan la respuesta a las indicaciones que Mila me ha dado en la parte última de su conversación.

— ¿Las llaves? ¡Dios!, ¿Dónde habrán quedado? —tengo que regresar a donde aparecimos, ahí se debieron de haber quedado. Pero ahora la cuestión es ¿Cómo lograré llegar a ellas?

Un hombre alto de anchos hombros, llega hacia donde está Mila y le pregunta cómo está, pero no es Mila quien contesta, si no el hombre quien la tiene entre sus brazos.
Se voltea hacia mí y... ¡Oh mi Dios! No puedo creer que semejante espécimen no lo hubieran hecho en mi época. Si ésta para comerse como a las galletas oreo, con leche y todo. Me avergüenzo de mis pensamientos. Agacho la cabeza para evitar que vea mis ojos, que de seguro han de mostrar mis más impuros pensamientos. No sé porqué, pero empiezo a hablarle a mi madre. «Madre, donde quiera que estés por favor, no leas mis pensamientos en este momento, porque estoy segurita que no te van a gustar. Amen» El espécimen levanta con su dedo índice mi barbilla. ¡Dios!, acabo de recibir un espasmo vaginal y mi corazón se ha brincado un latido.

Un Amor De Otro Siglo. DESTINADOS I. (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora