+Capítulo 30+

314 29 4
                                    

Holas a todas.
A leer.

-Lenna-

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-Lenna-

Los meses fueron tortuosos, lentos y angustiosos. La idea de que Haakon apareciera no pude quitármela de la cabeza en ningún momento.

Nunca me han gustado los olores de los hospitales, pero que se puede hacer. Ingresé hace un par de horas y lo único que me han hecho fue tomar mis datos y canalizarme, la sensación del suero helado entrando en mis venas me pone de nervios, es una clara señal de que estoy a pocas horas de poder ver a mi bebé.

Cierro mis puños, aprieto la mandíbula y ruedo los ojos cada que me llega una contracción, empezaron como leves dolores por la madrugada impidiendo que siguiera durmiendo.

Para las 11:00 de la mañana, sentí que los dolores fueron de menos a más y con mayor intensidad, aún así, al revisar, mi ginecóloga Ximena dijo que la dilatación era solo de 5 y que aún me faltaba.

En esta ocasión, no pude evitar emitir un gemido de dolor que se ha extendido por lo que parece ser una eternidad. Apenas me estoy recuperando cuando me llega otro. Grito fuerte y prolongado. Mi corazón palpita con más frecuencia y tan fuerte en mi caja torácica que siento que no le queda espacio. Uno más llega y la enfermera que me acompaña para monitorear mis contracciones me alerta de que ha llegado el momento y se aleja apresurada para llamar a la ginecóloga.

Estoy en medio de gritos, sudor frío y retorciéndome en la cama del hospital, cuando entran un puñado de doctores, ellos se presentan y me dan una breve descripción de la participación que tendrán cada uno en mi parto.

Había solicitado que no quería nada de anestesia. Pero qué clase de masoquista era en ese momento. Mi yo tonta de hace unas horas atrás, quería traer a mi bebé al menos en esta parte como lo hubiera hecho si me hubiese quedado con Haakon. Que ilusa de mí, esto duele un montón, siento que me voy a partir a la mitad.

Y entonces pasa, mi cuerpo siente el estruendo, el momento exacto en el que mis huesos han cedido y por fin mi bebé empieza su camino hacia afuera. Alguien toma mi mano, es cálida, grande y fuerte. Sin embargo, no volteo, en cambio la aprieto lo más que puedo y la uso de impulso para pujar un poco más fuerte.

Por un momento creo perder la razón, me desoriento, la vista se me nubla, las fuerzas se me van y me siento como si estuviera volando. Entonces, mis ojos se cruzan con unos azules eléctricos que me ven con preocupación, angustia y ¿amor? parpadeo porque creo que ahora he empezado a alucinar pero antes de volver a abrirlos una contracción más grande me llega y las pocas energías que me quedan las uso para dar todo de mi. Por fin, escucho el dulce llanto de mi bebé, mis ojos se humedecen y empiezo a sollozar. ¡Gracias Dios por este regalo!

Intento inclinarme para verlo y por otro instante creo que estoy alucinando porque veo cómo le están entregando a Haakon, mi bebé.

—¡Nooo! — les grito.

—¡No pueden dárselo!, ¡No, a él no! —La impresión de verlo aquí, en mi cuarto de cirugía y recibiendo a mi bebé es más de lo que puedo soportar.... 

+

+

+

+

+

+

Hasta el próximo

Vashmy Edeza. XOXO

 XOXO

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Un Amor De Otro Siglo. DESTINADOS I. (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora