+Capítulo 9+

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-Lenna-

No sé en qué momento de la cabalgata me quedé dormida pero me hubiese gustado quedarme así por más tiempo, me encontraba tan a gusto, había una paz de la cual no había tenido en todo el día.

A pesar de tener unos cuantos golpes, mi mano lastimada aún por el choque y de que ya no estaba más en Nueva York, no podía pensar en nada de eso en estos momentos. Los brazos que me rodeaban y que me mantenían adherida a su cuerpo, hacían que no pudiera inmutarme por cómo, y a hacia dónde me llevaba, ni tampoco por cómo me habían tratado. Estar entre sus cálidos brazos se sentía tan correcto, que ni la capa que me había dado para cubrirme del crudo frío que hacía en estas tierras, me hicieron sentir este calor y este sentimiento de paz que ahora siento.

Sé que el camino acabará y tendré que separarme de él, pero por el momento quiero olerlo y guardar ese olor a hogar que me transmite. Guardarlos en mis pensamientos para cuando sea necesario imaginar este momento y poder saber que aun en la soledad de este mundo, no estoy sola porque Haakon me mantiene viva con su paz.

—Pero que dem... —exclamo sin terminar la frase, porque Haakon me detiene con la intensa mirada que me arroja.

Haakon detiene el caballo como si de un coche se tratara y nos arroja al suelo en volandas y con ese mismo ahínco me eleva sobre su hombro de nuevo. «Este maldito salvaje no tiene perdón de Dios. Uno aquí hablando bien de él y él tan, tan salvaje»

— ¡Auch! —me quejo cuando soy arrojada al suelo. Este salvaje idiota me tumbo en... pues no sé dónde pero hay un montón de pieles, supongo que es la cama de estos tiempos.

— ¡Ahora sí, mujer contesta! —me grita.

— ¿Quién eres tú? ¿De qué clan eres? y ¿Qué es eso que traes puesto? —dice lo último tocando mi ropa.

"No Mientas". Decía mi madre. Si no quieres mentir, finge demencia, hazte la olvidadiza, y apégate lo más posible a la verdad. Así que mi respuesta para este bombón... o que diga para este salvaje fue...

—No sé, no sé y no sé —mujer tierna ¡Activado!

—Yo... y...yo no lo recuerdo, no sé cómo llegué aquí ni porque estoy vestida así, ayúdame por favor —le pedí casi entre medio de un llanto lastimero y agarrando su pantalón con fuerza tratando de demostrar que necesitaba ayuda. «No quiero ni pensar lo que diría mi madre si me viera»

—No Lenna, a mí no me vengas con tus lágrimas de cocodrilo que a mí no me engañas, recuerda que yo le enseñé al diablo a llorar. —Sí. Mi madre solía ser un poco dramática a veces, supongo que de ella lo heredé, aunque mi madre es otra historia, porque a Haakon ya lo tengo comprado.

Creo que canté victoria antes de tiempo, porque se aleja de mí haciendo que caiga al suelo.

—Tu nombre ¿Cuál es? —pregunta. Y antes de que pueda contestarle me lanza otra pregunta.

Un Amor De Otro Siglo. DESTINADOS I. (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora