Capítulo XVI

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Capítulo XVI

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Capítulo XVI

Seis lugares. Lista en mano, Bucky se montó en su vehículo y aceleró a fondo, consciente del riesgo que estaba corriendo al acudir al encuentro de uno de los criminales más peligrosos del país, solo y sin refuerzos. Pero, ¿qué más podía hacer? El tiempo era clave en esos casos y Wanda ya casi llevaba veinticuatro horas en las manos de ese enfermo. El sólo hecho de pensar en que ella estaba sufriendo o que la estaban lastimando lo sacaba de sus cabales. Apretó el volante hasta que sus nudillos se pusieron blancos y aceleró aún más, esquivando los autos en la carretera como si fueran nada.

Cada segundo era vital y él no estaba dispuesto a perder más tiempo. Le tomó casi una hora llegar a la primera casa y estacionó a un par de metros, saltando fuera del auto con el revólver en ciernes, preparado para lo que fuera. Acortó la distancia entre su auto y la entrada de la casa con paso lento, cauteloso. No se veía nadie a los alrededores, lo que era muy sospechoso. O muy revelador, dependiendo de como quisiera verse. Pateó la puerta principal con fuerza y en cuanto se abrió, entró con el revólver en alto.

Nada.

Dos, tres, cuatro sitios y nada. Bucky comenzaba desesperarse y, como si el cielo se compadeciera de él, desató un aguacero que apenas y dejaba ver a un metro de distancia. La temperatura bajó considerablemente, pero a él no le importó. Siguió buscando como un desesperado, consciente de que cada minuto contaba y sintiendo a cada paso como la rabia crecía en su interior. Estando en manos de alguien como él, era imposible que encontrara a la chica indemne y la seguridad de que ella sufría, que él no podía hacer nada, esa impotencia estaba matándolo. Se detuvo a la vera del camino por un momento y golpeó el volante con fuerza, dejando escapar parte de su frustración.

Dejó caer la cabeza sobre el aro y sollozó bajito, deseando que nada de eso hubiera pasado. Sólo un par de meses antes, su vida estaba en perfecta calma. Vacía, pero tranquila. Pasaba sus días rodeado de trabajo, de mujeres, y de su familia. Cada día era igual, se seguían indefinidamente, sin nada que interrumpiera su rutina más que un marido celoso que aparecía de cuando en cuando o las misiones que Steve y él manejaban. Creía ser feliz. Creía haber superado las heridas del pasado, haber seguido adelante. Pero, la verdad es que no era así; todo lo que hacía era usar la negación como método de defensa y evitar el compromiso como una enfermedad para asegurarse de que nadie más podría lastimarlo.

Adoraba a su familia y a su amigo, pero, no creaba ningún otro lazo fuera de ese, siempre demasiado temeroso de mostrarse vulnerable, de dejarse ver y de descubrir algo más que un cuerpo en cualquier persona. Pero, todo eso cambió el día que ella llegó. La vulnerabilidad de la chica lo llevó a mostrar su propia debilidad, a abrirse de un modo que antes no había hecho y a preocuparse por alguien más fuera de su círculo. Ese círculo, al incluirla también a ella, se amplió y extendió sobre la muchacha el mismo sentimiento y la misma necesidad que generaba en él Natasha, Sarah o Steve. Quería protegerla, quería mantenerla a salvo, quería verla feliz.

Y pronto, demasiado pronto, esa necesidad de verla feliz, se vio opacada por la necesidad de que fuera él el motivo de su felicidad, del mismo modo que ella lo era para él. Sabía que se movían en aguas peligrosas, que lo suyo con la chica podía ser peligroso para ambos, pero no pudo evitarlo. Wanda se le metió bajo la piel y él no pudo hacer nada para evitarlo. Se pasó las manos por el rostro, agotado y respiró muy hondo, dejando que la adrenalina abandonara su cuerpo poco a poco. Encendió de nuevo el vehículo y aceleró a fondo una vez más. La encontraría, fuera como fuera.

Wanda se encogió sobre sí misma, abrazando su vientre mientras intentaba recuperar el aliento que el último puntapié le había arrebatado de golpe. Misha la jaló por el largo cabello castaño y la obligó a mirarlo. Él no había querido hacerlo daño, pero, ella no le había dejado más alternativa. La chica no era la que él recordaba: su Wanda había sido una chiquilla dulce, ingenua y sumisa que lo miraba como si el universo girara a su alrededor, con los ojos llenos de anhelo, amor y admiración. Esta, en cambio, no hacía más que mirarlo con rencor, con rabia y se negaba a obedecerlo. Acercó su rostro al de ella y restregó su mejilla contra la suya, dejando que las lágrimas de ella humedecieran su piel.

⸺ ¿Ya tomaste una decisión, querida? ⸺ le preguntó junto al oído, sorprendido por la fuerza con que la chica lo empujó lejos de ella.

El fuego en sus ojos era algo que no había visto nunca antes. Ella lo miraba con un odio visceral, profundo... e irremediable. Pero, Mijaíl Rostokov nunca antes había recibido un no y no sabía como lidiar con su rechazo. Para él todo eso no era más que un juego, y el que ella se hiciera de rogar y jugara con él, sólo lo hacía más interesante de jugar. Pero, no tenía tiempo que perder. Tenía que sacarla a ella y a su madre del país, asegurarse de que todo lo que amaba estaría a salvo mientras él veía quemarse hasta los cimientos el imperio podrido de su padre. Wanda bufó, sentándose muy recta en el colchón al que la tenía atada. Tragó pesado para darse valor y lo miró directo a los ojos antes de responder.

⸺ Nunca, Mijaíl. Nunca volverás a tenerme. Mátame, tortúrame, haz lo que quieras... pero yo jamás, jamás, seré tu mujer. Jamás⸺ afirmó sin ningún temblor en su voz.

Le parecía increíblemente enfermo que él pretendiera que lo siguiera voluntariamente luego de lo que le había hecho a su familia y a los Rogers. Misha la miró con el ceño fruncido, como si no la comprendiera. ¿Por qué ella era tan difícil? Llevaba horas hablando con ella, luego golpeándola, todo para conseguir que ella cediera, que comprendiera que la necesitaba para la siguiente etapa de su plan, pero la chica parecía decidida a no cooperar.

⸺ Te estoy ofreciendo la oportunidad de vivir, Wanda. De vivir a mi lado, de irnos lejos de aquí... Me iré lejos de este país inmundo, destruiré todo lo que mi padre hizo aquí y tú y yo y mi madre podemos comenzar de nuevo... muy lejos de aquí. Es eso o morir como tu madre, hermosa...

⸺ Prefiero morir, Misha. No entiendo cómo pretendes que te siga, que me quede contigo luego de todo lo que hiciste. Me quitaste a mis padres y a mi hermano y luego, cuando por fin volví a conocer a personas a las que le importo y que me importan, tú los lastimaste también⸺ negó suavemente, sin apartar su mirada de él, enfrentándolo sin temor⸺ ¿Crees que después de eso, yo podría querer estar cerca de ti?

Mijaíl finalmente lo comprendió. La desató con rapidez y la cogió del brazo, arrastrándola con él.

⸺ Muy bien, querida mía. Si no eres mía, no serás de nadie. Morirás igual que la estúpida de tu madre...⸺ Wanda intentó zafarse, pero el golpe que le dio en la mejilla la arrojó al suelo.

Allí, el hombre aprovechó para seguirla golpeando. La chica se encogió sobre si misma, intentando protegerse de la lluvia de golpes que le cayó encima. Pronto la inconsciencia cayó sobre ella y no pudo seguirse resistiendo. Él la jaló por el cabello y la arrastró al exterior, donde la lluvia los empapó en pocos segundos. Lo obligó a ponerse de pie y la apoyó contra la pared, apretando su cuello con fuerza. Quería matarla, realmente quería, pero, le era muy difícil hacerlo. Ella lo miraba y él no podía más que recordar a la muchacha que había sido y de la que seguía completamente enamorado.

⸺ ¡Te odio, Wanda! ⸺ le gritó, zarandeándola y golpeándola contra la pared. Sí, la odiaba. La odiaba por ser inalcanzable, por ser la única mujer que lo había rechazado, la que nunca podría tener, la única que le dijo no⸺ ¡Te odio, te odio, te odio! ¡Pudimos ser felices, pudimos tenerlo todo...! Pero, ahora morirás... sola...

⸺ En eso te equivocas, Rostokov⸺ dijo una voz a sus espaldas. Mijaíl se volteó furibundo y observó al hombre que lo apuntaba⸺ Wanda no está sola... 

DollDonde viven las historias. Descúbrelo ahora