Capítulo X

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Capítulo X

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Capítulo X

Ese fin de semana todo cambió para él. Y todo por una canción.

⸺ Agente Barnes, ¿podría venir conmigo un momento? ⸺ pidió la muchacha, tras la cena. James había pasado todo el día con ellos, pese a las advertencias de Steve. "Recuerda quién eres y quién es ella, Buck".

Sí, lo sabía. Sabía muy bien quien era él y quién era ella. Él era un agente del FBI, un puesto por el que peleó por años, por el que se esforzó desde que era apenas un niño, un trabajo con el que había soñado toda su vida. Y ella, ella era su testigo, la persona a la que debía proteger: era su trabajo. Pero, era más que eso. Le gustase o no, lo aprobara Steve o no, ella era mucho más que eso. Tras excusarse ambos de la mesa, la siguió escaleras arriba y una vez que estuvieron lejos de miradas indiscretas, ella se giró hacia él con esa sonrisa brillante y bonita que tenía.

⸺ Tengo algo para ti, Bucky⸺ confesó, abriendo la puerta de su habitación.

⸺ ¿Algo para mí? ⸺ preguntó, entrando tras ella. Él conocía ese cuarto. Había sido la habitación de Steve hacía no tanto tiempo, pero, estaba completamente cambiada.

Todo en ella gritaba que ahora le pertenecía a la muchacha. Sarah la había ayudado a decorarla a su entero gusto y ahora se veía muy diferente. Wanda cerró la puerta tras ellos y sacó una guitarra de su estuche, invitándolo a sentarse en la cama mientras que ella lo hacía en el pequeño sofá frente a él. La chica cruzó las piernas y se acomodó la guitarra sobre el regazo, acomodando las clavijas por un momento antes de alzar la mirada hacia él. Le sonrió, dedicándole un guiño para luego comenzar a cantar en voz baja.

Él reconoció la melodía de inmediato. Era el sonido del arroyo que habían escuchado juntos. La miró de hito en hito, perdiéndose en su voz y en la forma en que sus dedos acariciaban las cuerdas de la guitarra arrancándole los acordes de la canción más bonita que hubiese oído jamás. Imágenes de su madre y él jugando junto al arroyo, las paradas a comprar chocolates en la estación de servicio, las veces que ella le contó la historia de esos amantes trágicos. Su voz trajo todos esos recuerdos que él creía enterrados y sus ojos se llenaron de lágrimas.

Fue tanta la emoción que aquella canción le trajo que no pudo evitarlo y todos los muros que le habían costado años levantar a su alrededor cayeron uno tras otro, como dominós. ¿Cómo había podido componer algo tan hermoso con sólo haber escuchado la melodía una vez? La letra parecía hablarle directamente a él... era la historia que él le había contado, contada de tal manera que lo mantuvo cautivo, perdido en sus palabras.

Fue una noche triste

Cuando este hombre vino a mí para hablar

Sabía que lo estaba esperando

DollDonde viven las historias. Descúbrelo ahora