Capítulo Trece

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El momento perfecto con quién crees equivocado.

El hilo de la vida siempre se esmera en mostrarte lo correcto.

¿Les había mencionado el hecho de que Mateo era guapo sin hacer nada? ¿no? ¿sí? Bueno, no lo recuerdo, pero es necesario resaltar que el chico era atractivo con solo mirar por la ventana, leyendo su cuaderno de apuntes o mirando su celular, pero ¿con lentes? ¿eso existía? Sí, hasta hace un momento lo había descubierto ¿tenía ese efecto de ser atractivo con lentes? Sí, mierda, era otro universo el Mateo con lentes y me vería en la obligación de crearle un fandom su nuevo look.

Desde mi posición, varios metros lejos de él, observandolo como alguna acosadora loca, suspire suavemente. Su camisa de rallas blancas con negro, abierta y mostrando una camisa blanca por debajo, jeans negros, tennis del mismo color, sus lentes, una boina café y su largo cabello negro. En serio me sorprendía que solo las de primer año estuvieran locamente enamoradas de Mateo cuando las de último año también podrían estar a sus pies.

Solo decía, eh.

—¿Te quedarás ahí mirándome por cuánto tiempo más? —cuestiona por lo alto mirando en mi dirección.

Salto sobre mi lugar, éramos los únicos dentro de la biblioteca con la encargada leyendo tranquilamente en su sitio. Ella me mira riendo por lo bajo al ver que Mateo me ha descubierto cuando he tratado de ser discreta, pero ciertamente esto de esconderme no era una de mis habilidades, en realidad era más como una debilidad. Suspirando con fuerza, con el corazón acelerado de la sorpresa y los nervios, me acerco a Mateo con la mirada sobre mi pies.

—¿Debería preocuparme que me mires tanto? —indaga cuando me dejo caer al frente suyo.

—No.

La que debería de preocuparse soy yo.

—¿Es alguna especie de competencia? Puedo hacer lo mismo contigo.

—No, tan solo me quede perdida en mis pensamientos. —miento alzando la mirada, conectando con sus oscuros ojos.

¿Tener los oscuros ojos de Mateo sobre mí todo el tiempo? ¡No gracias! No me creía capaz de vivir tanto tiempo bajo su oscura y pesada mirada. Moriría o sufriría un ataque nervioso, estaba segura de eso.

—Bien, señorita me quedé perdida en mis pensamientos, tenemos trabajo por hacer. —mencina divertido el "apodo" y enciende su laptop—. He pasado tu borrador a Word de ese modo será mas sencillo editarlo.

Asiento ante su explicación, mirando con ternura su fondo de pantalla. Es una foto de Tete y él, juntos. Mateo sonríe ampliamente a la cámara con el perro en sus brazos. Sus ojos brillan como siempre ha sucedido al pasar tiempo con su perrito, los rulos cayendo sobre su frente, el cachorro en sus brazos y sus labios tirando una tierna sonrisa, Tete parece sonreír al tener su lengua afuera y sus ojitos también brillan. Él abre el documento y palmea la silla a su lado, sacandome de la admiración a su fotografía.

—Siéntate aquí, será más sencillo editarlo con ambos de un mismo lado.

Dudo, mis piernas no parecen responder y con su mirada oscura observando cada uno de mis movimientos, me deslizo con torpeza alrededor de la mesa para dejarme caer con fuerza a su lado. ¿Nerviosa? Estaba más que eso. Mi corazón retumbaba con tanta fuerza contra mi pecho que temía que lo escuchara en algún momento, mis manos sudaban y tenia que tomar respiraciones profundas tratando de mantener la calma. ¿Por qué me afectaba tanto? ¡Era Mateo!

No puedo dejar de pensar en tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora