siete;

2.6K 342 117
                                    

—Damian—Susurra la castaña con miedo tratando de removerse de su silla.

Wynona había despertado hace un par de minutos, encontrándose al Wayne amarrado a una soga en el techo boca abajo. La adolescente frunce el ceño con preocupación.

Un gruñido se escucha y Wynona finalmente respira.

—¡Ibas a causarme un infarto! Te juro por Dios que si no despertabas yo misma iba al infierno para recuperar tú alma y matarte con mis propias manos—Bocifera nerviosa.

Era mentira si decía que no se había preocupado por el peli negro, por supuesto que lo hacía, y muy en el fondo; Wynona sabía que él también lo hacía.

—Me duele la cabeza—Susurra con dolor.

Evidentemente Damian sabía la razón, llevaba tanto tiempo boca abajo que la mayor parte de su sangre había llegado a su cerebro.

—Trata de mantener la cabeza hacia arriba—sugiere Wynona, aunque eso era justo lo que Damian estaba intentando— ¿Por qué?

—¿Por qué qué?—pregunta confundido, trata de remover las mordazas de sus muñecas buscando algun aparato en su guante pero como ya había deducido, el payaso le había quitado su equipo

—¿Por qué lo hiciste?—interrumpe con la mirada fija en el pelinegro.

Damian trata de girar su cuerpo suspendido en el aire para mirar la castaña, Robin frunce el ceño bajo la máscara ¿Realmente le estaba preguntando eso? Wynona era capaz de resolver esa pregunta por su misma.

—No estoy de humor para resolver tus preguntas, Wynona. Por si no lo sabías estoy de cabeza.

—Y yo no soy tonta, Damian—Recalca—Ambos sabemos que hubieses podido con ese par de inútiles si así lo quisieses, ¿Qué pasó realmente?

—Tenemos que salir de aquí—Ignora.

—Damian.

—Debo idear una forma para salir de aquí, empieza a poner a funcionar la máquina que tienes por cerebro, Wynona. No sabrán que desaparecimos dentro de cuatro horas—recuerda

Wynona rueda sus ojos y se sienta en el piso con resignación, tal vez Damian tenía razón. Hacer preguntas tontas no los ayudarían a salir.

—¡Por supuesto que nos vas a romperte los dedos!—Exclama Wynona preocupada—No lograrás soltar las mordazas de tus pies.

—Hasta ahora es lo único que se me ocurre.

—Pues lo haré yo entonces—Suelta con confianza mirando sus dedos, Damian rueda sus ojos bajo la máscara. Wynona no podría romperse su mano ni en sus sueños— ¿Duele mucho? Porque solo me he esguinzado dos veces y duele como el infierno.

—¡Mis niños han despertado! —Escuchan.Un potente reflector ilumina en dirección a los jóvenes, quienes cierran los ojos ante la potencia de la luz— ¡El niño mantequilla y mini Harley!—exclama con alegría acercándose con rapidez a los niños—me dejaste con ganas de más la última vez, hija—El joker pasa un dedo por la mejilla de la castaña.

Wynona amenaza con morder su dedo pero lo piensa dos veces, no sabía por donde había pasado su asquerosa mano.

—¡Déjala en paz!

—¿Al niño en mantequilla le importa esta niña? —Camina hacía Damian y se ríe en su cara— Esto me trae tantos recuerdos, ojalá tuviese una palanca conmigo—expone sádicamente.

—¡Oye tú! Ronald McDonald de pacotilla, ¿acaso estás celoso que un niño sea quien se lleve la atención del grandote gótica? ¡Patetico!

—¡Eso es!—aplaude el de cabello verde con una sonrisa— ¡Esa es la niña tan salvaje que nos maravillo! Dime más, dime más—Sonríe cerca de Wynona.

LATCHᴰᴬᴹᴵᴬᴺ ᵂᴬᵞᴺᴱ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora