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La castaña levanta la mira antes de tragar saliva. Después de tres años finalmente estaba ahí, frente al edificio que la vio crecer, y que la vio desmoronarse en cuestión de segundos.

Su mente albergaba tanto recuerdos, pero el de su abuela fue el único que pasó por su mente; aunque siendo honesta, era es el único que se repetía una y otra tres durante esos tres años.

—¿Estás bien, jovencita?— la casi–adulta se voltea para mirar a la persona que le hablaba—¿Estás bien?—repite y una corriente recorre el cuerpo de la chica y sin pensarlo, abrazar a la señora; quien reaccionó algo sorprendida e incómodo pero que al escuchar el nombre que que la misterio mujer pronuncia, sonríe—¿Wynona? ¿Eres tú, pequeña?—pregunta en el abrazo con lágrimas en los ojos.

Como olvidar a la niña Riddle, que a sus ocho años de edad había encontrar su gato perdido, aún cuando ella misma había perdido la esperanza.

La castaña se veía diferente, y no hablaba de la cara o el cuerpo, hablaba de su interior, lucía apagada, como si la chispa de entusiamo y humor se hubiese extinguido en esos tres años.

Y no se equivocaba, la muerte de su abuela la había cambiado.

Más de lo que le gustaría admitir.

LATCHᴰᴬᴹᴵᴬᴺ ᵂᴬᵞᴺᴱ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora