Capítulo 12

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ZEE

Corro sin parar, las balas vuelan hacia mí desde todas direcciones, hemos caído directamente en una emboscada. Veo a Max junto a Sammy, están sobre un enorme charco de sangre que no sé si procede de él o de ella. Intento encontrar al resto del equipo para poder agruparnos y replegarnos a un lugar seguro. Mi radio no funciona el auricular se ha estropeado debido al impacto cuando caí al suelo. Intento llegar hasta Max que me hace gestos con la mano para que le ayude. Sammy está muy pálida, corro con todas mis fuerzas esquivando balas y escombros, pero cuanto más corro más lejos están ellos. No llego a alcanzarlos, grito desesperado, pero de mi garganta no sale ningún sonido.

Noto algo frío sobre mi frente, después sobre mis brazos y mis piernas. ¿Qué está pasando?

Abro los ojos y veo a Saint sobre mí con una toalla húmeda intentando bajarme la fiebre. Otra vez me ha atrapado mi pesadilla recurrente. Hacía tiempo que no me molestaba, pero estos días de estrés por no encontrar nada sobre el acosador de Saint me han pasado factura.

Me planteo si ha sido buena idea apartarme de mi ángel. Me ha costado horrores tratarlo sólo profesionalmente y sé que él no ha dormido mucho estos días. Puedo verlo en sus ojeras y en la palidez de su rostro.

—Hola Bello Durmiente— me dice con una sonrisa.

—Hola mi ángel— le respondo.

—Me has asustado mucho, llevas casi todo el día durmiendo, pero he podido bajarte la fiebre. Te he preparado algo para comer para que puedas tomar esta medicina— me cuenta nervioso.

Realmente no tengo ganas de comer, pero sé que se preocupará más si no lo hago, así que no rechisto y me como la sopa de pollo que me ofrece. Está deliciosa así que la termino y me tomo obedientemente la medicina que me ha traído.

Me siento mucho mejor Saint es realmente un ángel caído del cielo.

—¿Me vas a contar que es lo que te pone de esta manera? — me pide suavemente.

—Es complicado— le digo evadiendo su mirada.

—Lo supongo, pero puedes confiar en mí, a veces los fantasmas deben airearse para que hagan menos daño— me dice mientras me besa suavemente.

Lo miro a los ojos y en ellos no veo compasión, sólo un gran cariño y una sinceridad que hace mucho tiempo no veo en nadie. Respiro hondo y me preparo para contarle el peor período de mi vida.

—Hace unos 4 años mi equipo y yo estábamos en una misión humanitaria en Siria. No estábamos ahí para combatir, sólo estábamos ayudando a los civiles a recomponer en lo posible su vida.

Me llegó un aviso de que en cierta zona existía un grupo de insurgentes que secuestraban a las mujeres y mataban a los hombres. Quise ir a explorar por si podíamos ayudar a esas personas. Mi equipo no estaba de acuerdo, Max intentó convencerme de que la información podría no ser fiable y que se podría tratar de una emboscada para matar a militares extranjeros.

Yo no lo creía así, era el militar con más alto rango de mi equipo por lo que usé mi autoridad para hacer valer mi opinión.

Mi equipo lo formábamos 5 personas además de mí. Max, Tul, Sammy, Dean y Kao.

Nos adentramos en la zona donde se suponía que estaban los civiles retenidos. Di instrucciones para separarnos y explorar. Kao conmigo, Max con Sammy y Tul con Dean. De repente estalló el caos. Las balas llovían por todas partes Sammy fue la primera en caer y Max la sacó a rastras detrás de una pared. Vi también como Dean se estrellaba contra el suelo después de recibir varios disparos. Kao me señalaba una azotea donde creía que se escondía el tirador que nos estaba masacrando. Rápidamente gira hacia la derecha y se introduce en el portal del edificio mientras yo le cubro disparando hacia la azotea. Oigo disparos en la parte superior del edificio, corro con todas mis fuerzas y al llegar vi a Kao delante del tirador, lo había matado y estaba comprobando que no hubiera nadie más. Hago lo mismo y compruebo que hay una habitación cerrada con un candado. Le hago señas a Kao para que me cubra, rompo el candado y de una patada abro la puerta. En ella nos encontramos una sala llena de niñas de unos 10 años que nos miraban aterradas. El terrorista estaba en el centro de la estancia apuntando a la cabeza de una niña. Intento que el terrorista me preste atención a mí y no vea que Kao está entrando por la ventana para sorprenderlo por detrás.

Nos salió bien la jugada y Kao deja inconsciente al terrorista de un golpe.

Después de eso dejé a Kao intentando hablar con la base desde la radio del terrorista y bajé corriendo a buscar a mi equipo.

Sammy estaba herida en un hombro y en la espalda, pero respiraba sin dificultad, Max se había hecho cargo de ella. Para Dean no hubo tanta suerte Tul intentó parar la hemorragia, pero no pudo hacer nada por salvar su vida.

Sammy desde entonces vive en una silla de ruedas y la mujer de Dean tiene que medicarse para poder seguir con su vida y todo por mi culpa.

Lo suelto todo como en una confesión, ni siquiera espero que Saint no se horrorice por lo que hice, sé que nunca me juzgaría, pero aun así siento que lo he decepcionado.

Saint no ha dicho una palabra desde que empecé a contarle mi historia, ha dejado que me desahogue y ahora me mira con una expresión de entendimiento y aceptación que me deja sin palabras.

Me besa con ternura y mirándome a los ojos me dice:

—Sé que es duro para ti aceptar que tus compañeros acabaran así. Pero no es culpa tuya y no creo que ellos lo piensen. Todos ellos se hicieron militares por la misma razón que tú, para ayudar a la gente. Es una profesión peligrosa y ellos asumieron ese peligro desde el minuto uno.

—La vida es cruel y a veces nos hace pasar por pruebas tan duras que podemos pensar que quizá sean demasiado para nosotros.

—Pero de lo que estoy totalmente seguro es que esas niñas no hubiesen tenido una oportunidad si no hubiese sido por ti y por tu magnifico equipo.

—Eres un hombre increíble Zee Pruk y yo no puedo evitar quererte un poco más cada día.

Me quedo estupefacto por sus palabras y su simple sinceridad. Un momento, ¿Saint me ha dicho que me quiere? ¿he oído mal? Le miro a los ojos y sé que no he oído mal, él me corresponde, también me quiere y yo no podría ser más feliz.

SAINT

Zee me ha contado su historia casi sin respirar, una lágrima se le escapa de vez en cuando, pero creo que no se da ni cuenta. Esto le hace daño en lo más profundo y por lo tanto a mí también me lo hace. No le interrumpo en ningún momento dejo que se desahogue tranquilamente.

Escuchando sus palabras me doy cuenta que me está confiando cosas que hace tiempo no habla con nadie y siento que esta conexión que tenemos podrá con todo en el futuro.

Cuando termina de hablar le digo que no es su culpa y que esas niñas le deben a él y a su equipo la vida. Le digo que le quiero, esas palabras salen de mi boca sin esperarlo, simplemente salen por si solas y aterrizan en su mente.

Zee se incorpora y me besa con pasión, supongo que es su manera de decirme que él también me quiere.

Me tumba en su cama y me quita la ropa, él hace lo mismo y yo que lo he echado tanto de menos me derrito con su contacto. Hoy hacemos el amor tranquilamente, sin prisa, con cariño y atención. Me penetra mientras me mira a los ojos y el mundo desaparece para mí. Ya no existe mi trabajo, ni mi acosador nada puede hacerme daño cuando estoy con él.

Cuando acabamos él se duerme sobre mi cuerpo, estoy tan feliz que creo que no podré soportarlo. Tengo que devolverle la confianza que él me ha dado y mañana le hablaré de mi trabajo. Rezo para que pueda entenderme y no se aleje de mí. De todas formas, creo que ya no podré hacer ese trabajo otra vez, Zee me ha dado otra razón por la que vivir y la aprovecharé pase lo que pase con nosotros.

Elección vital - ZeeSaint (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora