Capítulo 18

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ZEE

La habitación tiene una enorme cama y en ella Saint está atado a la cabecera con unas esposas a cada lado de su cabeza, sus pies también están atados. Sólo tiene puesta su ropa interior, su preciosa piel está herida en todas partes. Hay un hematoma gigante en su estómago, pero lo que me deja en shock es la imagen de su piel surcada por largos verdugones rojos hechos con un látigo, jamás podré quitarme esa visión de mi mente.

Ese lunático está encima de mi ángel inyectándole algo en su brazo, salto hacia él y lo aplaco con todas mis fuerzas.

Caemos juntos al suelo y rodamos por él, lo golpeo con todo lo que tengo en su maldita cara. Me posiciono encima de él lo golpeo sin parar, se ha atrevido a tocar a Saint, lo ha lastimado y se me nubla la vista. No paro de golpearlo, voy a matarlo lo sé, pero me importa una mierda tiene que pagar por lo que le ha hecho a mi ángel.

De repente oigo un grito desgarrador y me doy cuenta que soy yo el que grita, le insulto mientras no dejo de pegarle con todas mis fuerzas.

Siento que alguien me aparta de este desgraciado, oigo ruidos amortiguados, pero solo quiero que me dejen acabar con él. Pataleo y lucho por volver sobre él, pero me apartan con fuerza.

Alguien me da un puñetazo y mi cuerpo reacciona, miro hacia arriba y veo a Max y a Tul que me sujetan por los brazos y a Tine que me aplaca con su cuerpo. Han hecho falta 3 hombres para separarme de ese desgraciado, me duelen los brazos de golpearle con tanta fuerza.

—Zee, tranquilízate Saint te necesita –me grita Max.

—Joder que vengan los sanitarios ya, ese hijo de puta le ha inyectado algo a Saint—grito con desesperación.

—Ya están cerca Zee— me dice Sammy por el auricular.

Me acerco a la cama, alguien ha desatado a Saint y lo ha cubierto con una sábana. Intento ver la magnitud del daño que le ha hecho y las lágrimas no me dejan ver bien. Tiene el labio partido, el cuerpo lleno de latigazos. Su respiración es muy tenue y su pulso débil.

—No, por favor, no te mueras Saint, quédate conmigo, perdóname mi ángel— le suplico.

Lo saco de la cama y lo pongo en el suelo veo que su pecho no sube y baja con su respiración, entro en pánico, empiezo con las maniobras de reanimación. Le hago la boca a boca y presiono su pecho en tandas regulares.

—¿Dónde coño están los sanitarios? — grito sin parar las maniobras de reanimación.

En un segundo entran lo sanitarios y me revelan de mi puesto, le ponen una vía y siguen intentando hacer que Saint respire.

—Le ha inyectado algo— les informo.

—¿Sabes qué sustancia le han inyectado? — me pregunta el médico.

Busco por toda la habitación la jeringa o el bote de la sustancia que tenía ese lunático cuando entré, con el golpe debió salir volando a alguna parte.

Debajo de la cama encuentro un pequeño tarro de cristal y se lo entrego al sanitario.

—Mierda, es toxina botulínica— dice el doctor— en esta cantidad paraliza los músculos del cuerpo, por lo que los pulmones simplemente están dejando de moverse.

Lo miro sin entender nada y el terror vuelve a paralizarme.

El doctor saca varios medicamentos y los inyecta en la vía de Saint. Unos segundos después que a mí me parecieron años, el pecho de Saint está subiendo y bajando lentamente.

Elección vital - ZeeSaint (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora