El tibio sol le acaricio el rostro, abrió los ojos pesadamente y su cuerpo no podía moverse. A pesar de estar en su cómoda cama boca arriba y cubierto por una blanca sabana, definitivamente no se podía mover. El suave aliento en su mejilla, sobre su hombro izquierdo la rosada cabellera de su esposa Sakura lo llenaba de gusto. En su hombro derecho, casi sobre su cuello reposaba el cabello azul y los rasgos finos de Konan Uzumaki. Finalmente sobre su pecho, recostada sobre su cuerpo podía distinguirse los cabellos castaños de la hermosa Tenten, que no dormía sino usaba como almohada el pecho de su marido.
Naruto sonrió al sentir la respiración pacifica de sus tres amores. Recordaba haber llegado la noche anterior junto a Sakura de misión. Recordó darse un baño y acostarse solo en su cuarto. Cada mujer tenía el suyo en particular. Arreglado a sus gustos personales y utilizado cuando querían privacidad. En una noche normal del clan Uzumaki, Naruto crearía dos clones y los sellaría para dividirse en sus copias. Cada señora con su marido, y asunto terminado.
Pero cuando Naruto y Sakura volvieron esa madrugada, toda la mansión dormía. La pelirosa aprovecho la ocasión y durmió junto a su esposo luego del reconfortante baño. Horas después, alertadas por vaya a saber qué tipo de rara intuición, tanto Konan como Tenten habían ingresado a la misma cama dispuestas a compartir el calor de su amado. Ellas abrazaban el musculoso hombre y suspiraban aliviadas porque volvía de otra misión sin heridas. Al fin podían dormir en paz junto a él.
La situación en la mansión Uzumaki no podía catalogarse de "normal". Tres esposas eran una situación que no se repetía en la aldea. Era más menester de un señor feudal, o un rico lord en las capitales aristocráticas. Pero Naruto no tenia mujeres para presumir o resurgir su clan, no se caso con ellas por machismo o para demostrarse el más hombre. Las amaba, a las tres.
Cada una de ellas le brindaba lo que no encontraba en ninguna otra. Sakura era la dama de su pasión, la mujer por la cual perdía la cabeza. Ella le había hecho jurar que siempre estarían juntos. Iban a misiones, a reuniones, a cenas. Juntos, respirando el mismo oxigeno. La anhelaba por que ella lo eligió aun sabiendo que se casaría con otras. Lo eligió anteponiendo su felicidad, sin culpas o promesas vacías. Simplemente lo amaba.
Tenten era la mujer más dulce de la tierra. La más sensible, la más amorosa. Era tanto su instinto maternal que le daría mil hijos de ser posible. Le daría su vida entera, pero solo a él. De la puerta para afuera, Tenten Uzumaki era la Capitana más rígida y estricta de Konoha. Sus estudiantes luego de pasar meses con ella, terminaban en la cima de sus campos específicos. Era una guerrera temible para su aldea, y también una tierna mujer para su marido. Una combinación, cautivadora.
En cuanto a Konan Uzumaki, solo le faltaban las alas. Era su ángel, la protección en la que toda la familia se resguardaba. Cuidaba de todos, hijos, mujeres y esposo con la misma atención. Konan era la única de las tres que lo conocía todo de Naruto. Cada gesto, cada movimiento, cada cosa que se atreviera a pensar el hombre era trasparente para ella. Le agradaba cocinar para todos, defender a los niños y a sus madres como si en esa casa, fueran todos sus propios descendientes. Konan Uzumaki era la más madura de las mujeres, era el consejo, la palabra justa y el refugio. Era el ángel de la guarda.
Naruto no se movió de su lugar, no quería despertarlas. Se sentía tan feliz de verlas dormir junto a él, sobre él, alrededor de él. Complacerlas era el motivo que lo impulsaba día a día. Verlas reír, ¡Kami, como le gustaba cuando reían! Eran su absoluta adoración.
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El Regreso de un héroe
RandomDespués de la guerra Naruto desaparece y después de unos años regresa con sorpresas