❥ ❝𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓬𝓾𝓪𝓽𝓻𝓸❞

319 33 4
                                    


SEGUNDA PARTE

❥ ❝de madres excéntricas, cajas musicales y compañeros malhumorados❞

La puerta no soltó algún chirrido. Las paredes no estaban llenas de polvo y en definitiva de los techos no sobresalían telarañas.

Todo estaba en orden. Salvo por la espantosa decoración del siglo pasado. Ahora podía entender un poco del estilo del pelinegro.

¿Papel tapiz? ¿Alfombras tapando cada rincón del suelo? y porque no, como cereza del pastel una inmensa chimenea y cabezas de animales decorando la pared. Un clásico, lo que el y sus amigos tenían en su hogar.

Sus ojos quedaron fijos en algo después de tanto curiosear, una fotografía familiar en lo alto de la estancia. Un hombre alto vestido con un traje de policía al lado de una mujer rubia con brillante sonrisa y hoyuelos, también había una niña pequeña sentada en las piernas de la mujer, la cual tenía dos coletas y una muñeca de porcelana en sus pequeños brazos. Por último, un pequeño niño con una amplia sonrisa tomando la mano de la mujer. Miró de reojo al adolescente que se estaba quitando su gabardina y lo confirmó, ese niño con cara de rana era su compañero gruñón.

Vaya principito de hielo eras Enzito.

—Quédate aquí, iré a ver si hay alguien. Y dejá de mirar esa foto —no fue una sugerencia, fue una orden clara y el pánico invadió el cuerpo del castaño al ver a la única persona conocida perderse en un pasillo que sabrá dios a dónde conduce.

Todo quedó en silencio y podía sentir la tensión en el ambiente, no entendía él porque, si al final de cuenta lo único que alguna vez tuvo vida eran esas cabezas que parecía que lo estuvieran mirando fijamente.

¡Puff! paranoico.

—Vaya, vaya...—tan rápido fue dicho eso, sus pies se impulsaron y retrocedió como si del mismo demonio se tratara.

Observó estática a la bella mujer que la miraba con una sonrisa, era alta, rubia y estaba vestida como una típica ama de casa de los ochenta con un vestido a cuadros y delantal de rayas.

—¿Quién sos? —su voz delicada demandó con dulzura una respuesta.

—Yo... yo soy...

De nuevo esos tontos y malos presentimientos. Estaba considerando en pasar unas buenas vacaciones en los retiros de la iglesia a la que acudía su padre. Al menos en ese lugar enloquecería de una sola vez y no sufriría como en estos momentos.

—Mamá —nunca había deseado tanto que Enzo apareciera. Pero eso él no tenía que saberlo, lo que si quería entender era por qué el pelinegro miraba a la que parecía ser su madre con los ojos entrecerrados.

—Enzo, amor ¿quién es tu amigo? —preguntó la mujer tratando de ver detrás de su hijo ya que ni el mismo vio el momento en que el cuerpo del más alto se interpuso entre él y la mirada de la mujer.

—Un compañero de mi escuela, haremos un trabajo y después se irá, ¿bien?

—¡Oh! ¿Pero por qué tiene que irse muy rápido? ¡Puedo preparar algo rico para la cena y que se quede un rato más! ¡Oh y después!...

—¡No lo creo madre! -se escuchó la voz de Enzo interrumpiendo a la mujer —Solamente haremos el trabajo y Jota lo llevará a casa, no se quedará a cenar y no insistas.

¿Cómo podía hablarle así a su madre?

Yo le contesto así a mi madre y no vivo para contarlo.

—Nos vamos, seguime —nada más fue dicho. Siguió al azabache aun sintiendo los grandes ojos de la mujer clavados en su espalda.

Pasando por un pasillo lleno de viejos retratos al fin pudo observar el lugar donde el mayor habitaba en el mundo. Y es que su habitación no era para nada a lo que su loca imaginación o la de Juani habían imaginado alguna vez.

Un color azul rey con negro y destellos en dorado. Las paredes limpias de cualquier póster o fotografía. Uno que otro aparato electrónico avanzado y una biblioteca que estaba rebosante de libros de diferentes colores y tamaños.

Mi pieza parece un armario de limpieza y este chico tiene por habitación todo el espacio de mi casa.

—¿No crees que fuiste un poco forro con tu mamá? —y comenzó, lo primero que le había exigido el pelinegro lo había mandado a la mierda: no meterse en asuntos familiares.

—No te metás en cosas que no puedes comprender, Recalt.

Tan simple como eso. Así que el estudio comenzó. Ya lo veía venir, al menos debería agradecer que no hubiera un comentario ponzoñoso por ahora.

[.....]

D o ll h o u s e  ❥  Matienzo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora