Respuestas voladoras

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Lyra estaba sentada en la clase de "Poesías y fantasías" mientras la Sra. Merygram paseaba cantando rimas. Corazón, dirección, acción, religión... Pero como ella solo rimaba cuando le venía en gana, se centró en el papel. No sabía si debía estar allí o en alguna otra clase, pero había algunas cosas que solo se podían contar con palabras y aún así estaba teniendo dificultades en plasmarlas con tinta. Cómo sentía la magia cuando estaba tan alta que ni siquiera podía respirar. El grito hueco de un padre desconsolado. Cómo caían las lágrimas por las mejillas de los chicos helados .

Empezó a escribir, pero se dio cuenta de que a sus letras les faltaban respuestas. Lyra no solía preocuparse por los por qués o los qués, las respuestas solían llegar solas cuando querían y no todo necesitaba respuestas. Pero en esa ciudad estaba ocurriendo algo, o al menos, algo estaba a punto de ocurrir.

Entonces, como de la nada, una ráfaga de magia atravesó la clase, poniendole los pelos en punta. Y pudo olerlo a la perfección, una respuesta acababa de atravesarla. Las ráfagas, bien sean de viento o de magia, solían tener respuestas.

Se levantó de la mesa, dejando el papel casi en blanco, y siguió la dirección de la magia. La clase la miró extrañada, pero Merygram dijo algo sobre perseguir los sueños con muchas rimas y la clase volvió a la normalidad.

Corrió por los pasillos persiguiendo algo invisible, utilizando la magia para correr un poco más rápido de lo normal. Atravesó aulas llenas de alumnos anonadados y profesores enfadados hasta llegar a un gran ventanal. La ráfaga quería perderla de vista, pero Lyra no era tan fácil de dejar atrás. Cuando la magia saltó, también lo hizo ella.

Cayó tres pisos sin ni siquiera levantarse el vestido, dejando a todo el colegio aguantando la respiración. Cuando faltaron unos cuantos centímetros para tocar el suelo, su caída se detuvo mágicamente, posándose en el suelo con mucha gracia y suavidad. Empezó a correr detrás de su presa.

Agradeció el hecho de llevar botas y no esos horribles zapatos negros de tacón que Mery solía obligarla a llevar. Se sintió poderosa mientras corría rodeada de magia. Su enredado pelo color avellana ondeaba suelto en su espalda y sentía la velocidad en todo su cuerpo. No se cansaba ni sentía su respiración entrecortada, y cuanto más corría, más ganas tenía de seguir corriendo.

Y cuando pudo tocar la respuesta con la punta de sus dedos, la ráfaga dio un giro inesperado a la izquierda, obligándola a chocar contra alguien. Intentó seguir corriendo, pero ese alguien la agarró de la muñeca. Lyra se dio la vuelta para encontrarse con Zaid Ellish tan sonriente como siempre.

-¿A dónde se ha ido?- le preguntó con urgencia.

-¿El qué?- Lyra se quedó pensativa mientras miraba a la calle por la que había huido la magia, aunque ya estaba demasiado lejos como para alcanzarla. No era posible que no hubiese visto y sentido pasar el banco de magia por delante de sus narices.

-Espera ¿No puedes usar magia?- lo preguntó sin pensarlo demasiado, casi como una broma, pero él se tensó al instante, agarrándola por los codos y arrastrándola hasta haberla apoyado contra la pared de un callejón que había al lado.

-No pudes decirselo a nadie ¿Me has entendido?- la amenazó, olvidándose de su sonrisa y enseñando algo oscuro en su mirada. Lyra tragó saliva, pero de alguna manera, aquello le pareció más natural que sus sonrisas.

-Interesante. El surcador de la compañía de las sonrisas no puede utilizar magia- Zaid golpeó la pared muy cerca de la cabeza de Lyra, esperando asustarla, pero ella no se movió ni un centímetro. No estaba asustada, ya le había dicho que él no podía hacerle nada que la asustara.

Podía comprender su preocupación, si la ciudad se enteraba de que no podía utilizar magia, se haría el caos ¿Como era siquiera posible que hubiese podido mantener su posición sin ella? No estaba familiarizada con el funcionamiento de las compañías, pero estaba segura de que su surcador necesitaba magia para hacerlas funcionar, porque nada en esa ciudad funcionaba sin ella ¿Cómo era capaz de protegerse las noches de marea baja?

Aquello sin nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora