Encanto

Capítulo I: Preparativos.

Con Adelina nos tomamos unas vacaciones de la empresa de 4 meses y absolutamente nadie se negó, tampoco es que hubiese alguien que pudiera negarnos eso, el primer mes nos dedicamos a holgazanear y a avanzar en la reparación de la casa rodante, Adelina me ayudó a pintarla por fuera mientras que yo le cambiaba los vidrios trizados y le arreglaba algunas cosas al motor, Dante por otro lado nos molestaba quitándonos las herramientas dándonos así un momento de distracción, pero cuando el plazo de dos meses que me había dado Adelina para terminar de arreglar todo estaba llegando a su fin decidimos ponernos más serias, no nos demoramos mucho en terminar de arreglar las cosas, cambiamos algunos muebles y los colchones de las camas por temas de higiene y así fue como en un mes y medio la casa rodante estuvo lista, Adelina se había encargado de decorarla por dentro dándole así un aspecto más luminoso y espacioso y tengo que admitir que me gusto como quedo, me hacía sentir cómoda en el espacio, estuvimos el resto del mes de noviembre dando vueltas, fuimos al centro comercial para comprar algunas cosas y así hacíamos cosas correspondientes a cosas del día a día, nos peleábamos por ver a quien le tocaba pasar la aspiradora con la excusa de que a ninguna de las dos le gustaba llevar esa acción acabó pero de todas formas lo hacíamos, terminamos por hacer un calendario para repartirnos los quehaceres del hogar, día por medio me tocaba lavar los trastes a mí, lavar la ropa y no nos molestamos en plancharla simplemente la tomábamos una vez seca y la doblamos para meterla al armario, el único lugar en de la casa en el que no entrábamos, a menos que fuera totalmente necesario y hacer aseo no calificaba para este caso, ya sea porque Adelina necesitaba ropa o algo del lugar, era la habitación principal, la Ex habitación de Jonathan ya que aún había cosas de él en ese lugar y Adelina no se sentía cómoda estando ahí es más las pocas veces que había entrado para sacar unas cosas tuve que lidiar con unos cuantos ataques de pánico y así fue como llegamos a la conclusión que esa habitación se mantendría cerrada, al igual que en la habitación, en el garaje de Adelina habían cajas de con cosas de él que realmente no me interesaba saber qué es lo que tenían y su tabla de surf seguía en el jardín trasero de Adelina, no era la gran cosa tenía un diseño simple, era la mitad superior blanca y la otra parte era verde, marca COA. No sabíamos qué hacer con sus cosas, pero lo que más me molestaba era la tabla ya que sentía que le quitaba la armonía al jardín.

— Oye ¿y si vendemos la tabla de surf? — le pregunté a Adelina mientras entraba a la cocina y me limpiaba las manos con un paño sucio, pues tenía las manos con aceite por estar arreglando unas cosas del motor de la casa rodante.

— ¿Cuánto cuesta una tabla como esa? — me pregunto mientras lavaba los trastes.

— Nueva unos 634,50 dólares — le dije, la primera vez que había buscado el precio de una tabla de surf creí que eran más baratas, realmente me sorprendió lo cara que podía llegar a ser.

— No sé, es solo que no va conmigo eso de vender cosas que no son mías — dijo ella y yo solo asentí con la cabeza.

— ¿Qué piensas hacer con todas las cosas que dejo entonces? — le pregunté y me acerqué para abrazarla por la cintura.

— Llevarlas a un almacén, no sé — dijo ella mientras que levantaba los hombro — me quiero cambiar de casa — susurró, sabía que era algo que llevaba tiempo pensando pues me lo había comentado un par de veces — no me siento cómoda aquí, son muchos recuerdos abrumadores, principalmente malos — dijo ella y yo solo la abrace más aún.

— Si eso te hace sentir más cómoda entonces no hay problema — le dije en un susurro y ella me sonrió.

— Gracias por apoyarme en todo — me dijo inclinando su cabeza levemente para atrás y yo le di un beso en el cuello.

— Tampoco es que me quede otra opción — solté en un tono burlesco.

— Ja Ja que graciosa — dijo sin moverse de la posición en la que estaba.