La vida continúa

4 1 0
                                    


10 años después...

Yo no busco ––me refiero a nuevos misterios –– siempre lo digo, sino que son ellos que me encuentran a mí y no me dejan alternativa más que pelear nuevas batallas. Ojalá mi existencia hubiera sido calma y normal. Pero nunca lo fue y supongo que nunca lo será. Aún sigo descubriendo misterios y siempre termino exhausta y eufórica con las sorpresas que la vida me regala. Cuando me dije hace unos diez años, –esto es todo y ahora podré descansar, –resulta que no todo terminó, sino que todo volvió a comenzar, pasó algo inesperado y continué en un constante aprendizaje porque de eso se trata la vida. En la época en que escribí esta autobiografía fue a mis 42 años. Ya pasaron diez años de eso. Y tengo tanto para contar que necesitaría un segundo tomo de esta novela, pero mejor les hago un breve resumen sin entrar a temas específicos.

Mi mamá se volvió más espiritual y un sentimiento de preocupación por ayudar al otro, albergó su corazón. No es que antes no lo hiciera, –ya que siempre ayudó a todos en la familia, –me refiero a que ahora busca el lado espiritual de todas las cosas y ya no se rebela contra lo que no entiende, sino que acepta y además ha dado un paso más y me apoya en todo este camino. Buscó desde entonces leer libros sobre el tema de lo que tuvo el privilegio de ver con sus propios ojos y cambió su actitud controladora y afanosa que la caracterizaba. Siempre fue lo más grande que tengo, como debe ser una madre para todo hijo, pero hoy la siento más a mi lado, más amiga que madre, más serena y feliz con la vida que tuvo y más preocupada con dejar a todos llenos de amor, con cada abrazo que nos regala. Es mi mayor ejemplo de lucha y esmero por superar sus malas inclinaciones. Pregona el perdón y la unión familiar como premisa. Intenta mantener a todos unidos, con esa voz calma que trae los surcos del alma. Continúan en cierta forma, las diferencias con mi hermano Lucas. No se puede negar que mi mamá adora a los varones más que a las niñas. De igual forma, en esta vida no actuó como en las anteriores. Además, yo también tuve que aprender a respetar sus decisiones. La admiro con toda el alma y es la mejor mamá que el universo me pudo haber regalado. Le costó entenderme, pero al final lo hizo.

Mi hermana Natacha, emigró ya hace dieciséis años a Canadá, con su esposo e hijo y hoy trabaja en el hospital, tal como habló el pastor Ángel en su momento. Volvimos a tener esa relación fluida y constante como cuando éramos pequeñas. Es verdad que estuvimos casi veinte años sin hablarnos y recorrimos largos senderos de cizañas, pero al final, logramos darnos la mano y compartir todo, como hermanas que somos y gracias al whatsApp, llegamos a hablar de dos a tres veces al día, recuperando tiempos perdidos. Yo en estos días no podría vivir sin su apoyo. Y ahora juntas seguimos descubriendo misterios respecto a la vida, los amores y cómo funcionan realmente las cosas del más allá. Y lo único que entendemos es que nunca dejaremos de sorprendernos con lo que poco a poco vamos comprobando, cosas que ya lo teníamos en teoría, pero hoy podemos confirmar con la realidad. Y eso es muy placentero y gratificante de vivir, es como que al final tienes una vida digna y que todo valió la pena. Lo interesante es que ambas nos volvimos a unir en esta edad de mujeres maduras y experimentadas, –justo cuando mi hija Luz quedo embarazada regresó a la escena mi hermana–con los mismos deseos de seguir unidas como lo hemos sido en esta vida, en otras anteriores y supongo que en otras que hemos de vivir. Y lo que en su momento parecía un imposible, hoy es un posible.

Mi papá Carlos se convirtió en un hombre feliz, alejado de todos por un buen lapso y con su nueva compañera de ruta. Luego de un tiempo que no lo he visto, regresó, y está al lado de sus hijos siendo aún mejor padre, de lo que siempre fue. Ha evolucionado mucho, y ha aceptado cosas que antes no lo hacía y creo que su nueva compañera ha contribuido en eso y se lo agradezco. Además, ahora está al lado de sus nietos y bis nietos. Y jamás se olvida de comprar sus regalos de navidad y ayudar a los que vienen atrás con menos experiencia. Siempre está dispuesto a apuntalar con sus consejos, sus recursos económicos y sus palabras llenas de ánimos a toda la familia. Es sin duda el pilar de todos nosotros. A sus casi ochenta años parece que tuviera no más de cuarenta. Admiro su disciplina en cada cosa que hace y su amor por disfrutar el día a día. Ama viajar y lo hace siempre que puede con su nuevo amor. Me encanta verlo disfrutar de su arte tocando la guitarra, cantando en fiestas y viajando. Todo eso no lo pudo hacer antes. Pero nunca es tarde para cumplir sueños y él es claro ejemplo de eso. Quiero agradecer a mi papá por ser el mejor padre que una hija puede esperar.

Callando la ignorancia de mi KARMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora