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Opal nunca se imaginó está situación y realmente no era algo normal para imaginarsela.

Flirt la miraba como si fuera la única fuente de agua en medio de un desierto, el deseo era palpable en él y eso solo aumentaba su propia excitación.

– T...oc...arrr...me.

Opal puso sus manos en los grandes y firmes pectorales para ir deslizando lentamente hacia abajo mientras Flirt ronroneaba de placer. Opal decidió ser más descarada y comenzó a quitarle la blusa dejando al descubierto su sostén que no duró mucho tiempo antes de quitárselo y exponiendo sus pechos al macho.

El macho ronroneó deseoso antes de poner sus callosos dedos en esos pechos y masajearlos seductoramente haciendo que Opal gimiera.

Me encanta a ese sonido, nena.

Susurró en un lugar lejano en la mente del macho, algo que no era mentira, él amaba ese sonido.
Opal no dejo de tocarlo y él no dejo sus pechos en paz, ahora se imaginaba su boca en ellos y así lo hizo, los besó de forma seductora y maliciosa, provocando a sus pezones duros y llegado el momento en que no aguantó y él decidió chuparlos como si de un dulce se tratara. Opal se arqueo contra él cuando la lengua del macho arrasó su piel.

Flirt disfrutó de ese contacto divino sintiendo como si en sus brazos tuviera a una diosa que debía adorar pero quería más y más.
Sin pensarlo mucho se deshizo de la ropa restante de Opal dejándola como Dios la mandó al mundo y no pudo resistirse a la tentación de acariciar aquellos labios húmedos que ocultaban el paraíso.

– ¡Flirt!–  Gimió ella.

El mundo parecía reducirse solo a Opal y a sus gemidos entonces algo en lo lejano de su mente golpeó como si fuera una furiosa ola y recordó el sonido de la lluvia de fondo mientras él hacía gemir a esta hermosa y brillante mujer pero aún así no recordaba su nombre.

Decidió olvidarlo y concentrarse en ella, debía satisfacer el deseo de ambos. Se abalanzó a su clítoris y lo chupó como si su vida dependiera de ello. Sintió las manos de la hembra en su cabello forzandolo a seguir chupando, a no alejarse de ella levandola al límite en que le rogaba por la penetración.

–¡ Follame!– Exigió su hembra.

Y él no iba a contradecirla nunca. Tomó su pene y la guío a su cueva caliente y ambos gimieron ruidosamente cuando se completó la penetración.

– Ten cuidado...yo...– Ella parecía querer decir algo pero decidió omitirlo.– No seas muy rudo y no te hundas tanto.

Opal finalmente sintió que no era necesario marcar lo obvio, él se daría cuenta que es más grande y más fuerte para ella, además estaba muy emocionado y podría lastimarla puesto que ella solo había tenido poco sexo y seguramente aún era bastante estrecha. Decidió confiar en los instintos de Flirt, porque... Él no la lastimaria ¿Verdad?

— Sé cuidadoso, yo no he... Ya sabes y tú eres muy... Grande y fuerte.

Él asintió y yendo contra su impulso comenzó el seductor vaivén mientras se deleita a con esos deliciosos pechos de piel suave y aroma embriagante.

El sonido de los gemidos inundaban todo el lugar y el aroma al sexo consumía el aire.
Ella lo arañaba en donde pudiera haciendo la sensación más excitante del mundo. Su mujer sabía cómo le gustaba el sexo.

– ¡Ah, Flirt! – Gimió ella cuando chupó con todo su pezón y golpeó en su punto G.– Más, más cariño.

"Cariño"

Le encantaba esa palabra viniendo de sus labios y eso lo impulsó a aumentar la velocidad hasta que ambos llegaron al borde del placer.

–¡Flirt!– Gritó ella.

El macho sintió como su semen se disparaba dentro de ella  marcando la como suya, ningún macho se acercaría a esa bella hembra de ojos brillantes y de aroma seductor. Él sería su compañero para siempre.

Ambos jadeaban y él gruñía avisando a todo aquel que pudiera escuchar que acabó de reclamar a su hembra.
Flirt salió de ella levemente mientras veía que ella se ponía muy cansada y quería dormir.
Flirt la acomodó y la cubrió con las sábanas y su cuerpo para descansar juntos, en menos de unos minutos aviso se encontraban durmiendo, él abrazándola posesivamente y ella complemente comida en su pecho.

(*)

Cuando Flirt despertó se sintió confundido ¿Por qué estaba en una jaula? Lo último que recordaba era la persecución en auto, luego el accidente y a los humanos agonizando.

– Mmmm.

Flirt miró a la mujer dormida a su lado que se acomodaba para dormir mejor y su corazón se paró en ese momento.

Opal...

Deseaba que no fuera un bonito sueño en donde ella volvía a sus brazos, un sueño que lo había perseguido por semanas desde que ella lo dejó.

Se acercó a la mujer y la olió para que luego los recuerdos desde el accidente lo golpearan a la cabeza: el había estado en modo salvaje y Opal vino a ayudarlo.

Le parecía hermoso la forma en que ella siempre sería su única cura, solo tuvo que tener sexo una vez con ella y rodearse de su olor para salir de la oscuridad que lo había consumiendo. Ella lo rescató.
Al fin la tenía de nuevo en sus brazos, al fin le explicaría lo que sucedió y al fin ella sería suya y se quedaría con él para siempre si aún lo amaba.

– Opal...– Susurró acariciando su mejilla para luego depositar en besó en esta.

Sin embargo algo le llamó la atención: ella olía diferente.

Su olor era de él pero mucho más dulce de lo que recordaba, incluso ese extraño cambio de su aroma lo intrigó en su estado salvaje cuando ella llegó, no era algo normal.
Se acercó al concentración de ese aroma para encontrarse que provenía donde estaría su útero y entonces lo supo:

Ella estaba esperando un cachorro de él.

Opal, Belleza Brillante 0,5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora