Veinte

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No conseguimos nada.

El mes de enero terminó y no conseguí nada. Gabriel intentó rastrear el susurro de esa voz en mi mente, pero el camino no lo llevaba a ningún lugar en específico y lo peor, empezó a actuar raro después de eso. River intentó tener una cita conmigo, pero lo estropee por tener mi cabeza metida en el lío con Tristan y pensar en la forma de actuar de Gabriel. Por otro lado, el chico malo de cabello oscuro si olvidó lo sucedido en el orfanato y la aparición de mi padre. Sin embargo, preferí mantener mi distancia de él. De todos.

—Pareces sacada de una prisión de mujeres —me cruzo con mi padre en la sala de estar—. ¿Qué les pasó a los colores? Mínimo el negro, ése siempre da clase.

Paso ambas correas de mi mochila por mis hombros, antes de revisar mi ropa de hoy. Todo es un color neutro, color beige. De la cabeza a los pies, con un remate de un semblante neutro en mi rostro. Siempre dije que mis emociones se sienten al doble, pero ahora, no siento nada. No sé nada.

—Me da igual —es lo único que logro gesticular.

Lucifer cierra de golpe el periódico que estaba leyendo, esos oscuros ojos a los que solía temer tanto de niña me ven directo a los míos. Busca algo y espero que pueda encontrarlo, porque no sé qué hacer.

—Actúa como lo que eres —demanda.

Sus palabras me dan un fuerte golpe dentro de mí. Mis ojos se ponen cristalinos y hago lo que puedo para no soltar una lágrima. Pero no quiero llorar de tristeza, sino de impotencia, enojo e inseguridad.

—¿Y qué soy? —pregunto, mis palabras saliendo atropelladas con el nudo en mi garganta—. No sé cómo actuar, no sé quién soy y no sé qué esperas de mí. Pero sea lo que sea, no lo soy. No creo ser así.

Mi respiración se hace un poco pesada y las ganas de llorar me están invadiendo más rápido que nunca, pero no las dejo pasar. Mi padre se levanta, dejando el periódico a un lado y cerrando el botón de su saco con mucha pulcritud. Se acerca a mí hasta quedar a mi altura, sus ojos examinando mi rostro y los míos esperando ver algo en los suyos. Sube una de sus manos y con el dedo índice empuja mis lentes por el puente de mi nariz.

—Llora —susurra. No estoy segura de sí es una orden o algo así, pero niego con la cabeza, no dándole el placer—. Llora. No es una orden, es una sugerencia. No eres como yo, pero tampoco eres una humana. Después de tanto aún no sabes cómo controlar tus emociones. Selene, para ti, todo parece ser sí o no, blanco o negro, arriba o abajo, izquierda o dere...

—Ya entendí —lo corto, aun con el nudo en la garganta.

Lucifer sonríe y mete sus manos en los bolsillos de su pantalón, pero en ningún momento aparta su vista de mí.

—Hay puntos medios, mi querida Selene —elevo la vista al escucharlo llamarme así. Jamás lo había hecho y se siente... bien—. No eres como los demás y ellos no son como tú. Actúa como lo que eres. Eres tú. Fuerte, pero vulnerable. Inexpresiva, pero sentimental. Inteligente, pero ingenua. No lo eres todo, pero tampoco eres nada. Mitad maldad, mitad esperanza. ¿Quién eres?

Después de todas sus palabras y de unos ejercicios de respiración para no soltar una lágrima, dejo de resistirme y lo suelto todo. Una lágrima tras otra. Desahogo todo lo que tengo dentro, en mi lugar, empiezo a llorar, intentando acallar mis sollozos con mi mano.

—¿Quién eres? —pregunta de nuevo.

No logro decir palabra alguna, aún con lágrimas mojando mi cara, niego frenéticamente. ¿Qué quiere que le diga? Esa pregunta siempre me atormenta y él me la está haciendo en el peor momento.

Oscuridad o Luz ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora