Tres

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Los únicos asientos libres están justo en medio, por suerte en la misma columna que la del chico con chaqueta. Mientras tomo asiento no puedo evitar sentir su mirada sobre mí, conozco su táctica, me está acechando. O por lo menos, eso es lo que el pobre chico piensa.

—Aún no estoy seguro de si te devora con la mirada o, si se derrite por ti —susurra Gabriel en medio de la clase.

Yo le sonrío con suficiencia y sigo haciendo unos garabatos en mi cuaderno antes de responder:
—Ya lo averiguáremos —pongo mi barbilla sobre mi mano izquierda y dirijo mi mirada al chico.

Como lo esperaba él me está viendo también. Le doy una simple mirada inocente y le doy el toque exacto cuando subo mis lentes por el puente de mi nariz. Otro chico, que se encuentra detrás de él, le dice algo al oído y ambos ríen. No hay necesidad de tener unos super oídos para saber que están comentando sobre mí.
Pero si quieren saber que dicen, pues:

—Para tener la fachada de nerd, está muy bonita —comenta el chico de atrás.

—No pasará desapercibida -dice el chico de la chaqueta —. Yo me haré cargo de eso.

La sonrisa de suficiencia que acompaña sus palabras me parece divertida, que para que no lo note regreso mi mirada al frente.

—Esto es todo por hoy —termina el Sr. Young su clase —. Esperen a que toque la campana y podrán salir.

El docente toma asiento en su escritorio y todos los chicos empiezan a guardar sus cosas de manera ordenada.

—Gua -digo, asombrada por la monotonía —. Parecen robots siguiendo órdenes.

—Mmm... —Gabe se lo piensa —. Tal vez de tu lado, no del mío.

Vuelvo la vista a lo que él está observando y es cierto, el lado de su visión es de desorden y chicos mal portados. Arrugo mis cejas y dejo que mi vista viaje de un lado a otro. Parecen mundos paralelos en una misma habitación.

—Este lugar es una versión más extensa de mi —comento y río un poco.

Gabriel asiente con un tanto de diversión también. El timbre suena y todos empiezan a salir como si mi padre viniera por sus tontas almas.

Cuando paso por el umbral de la puerta uno de mis lapiceros se sale de mi libro y cae al suelo. Antes de que pueda agacharme para recogerlo unos dedos ya lo están subiendo a mí.

—Me parece que esto te pertenece —es el chico de la chaqueta.

Las personas son fáciles de leer aquí. Así que le sonrío tímida.

—Gracias —tomo el lapicero de su mano, tocando con mi yema del dedo a propósito —. No podría andar el primer día sin esto.

—No te preocupes —dice relajado con una sonrisa que creo lo caracteriza —. Yo podría estar ahí para darte el mío.

Lo observo directo a los ojos. Creo que es uno de mis puntos débiles en cuanto veo a un chico.

—Lindos ojos —digo sin pensar en su reacción.

–Los tuyos también —sonríe. Y admito tiene una sonrisa a la que podrían considerar perfecta.

—Gracias —respondo amablemente —. Me llamo Selene, ¿y tú eres?

El chico parece que está a punto de responder, pero otro, el mismo que le habló de mi en clases, le pasa una mano por el hombro y le dice algo al oído que según él no puedo escuchar.

—Debemos irnos ya, Scott —empieza diciendo —. Ya sabes que a los chicos del equipo no les gusta que lleguemos tarde, en especial a Hunt.

El chico de los hermosos ojos regresa su vista a mi y me regala otra sonrisa.

Oscuridad o Luz ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora