Veintidos

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GABRIEL

Selene entró en un tipo de shock hasta que cayó desmayada, por poco y se golpea la cabeza. No puedo estar seguro, pero casi pareció que le apagaron las luces desde adentro. En un momento estaba bien, pero perdida y al otro, simplemente cayó. Soy bueno haciendo suposiciones y me siento libre de decir que tuvo que ver la nube oscura que vio dentro de la mente de Tristan aquel día.

El día en que yo descubrí secretos de la mente de Selene, cosas que ni sabia que siquiera tuvieran existencia. Pensamientos que me dejaron confundido y muy desubicado cuando es muy difícil hacerme quedar así.

—¿Qué pasó? —la voz somnolienta de Sel resuena por toda su habitación.

Me levanto de la silla de su pequeño escritorio y me dirijo hasta ella para entregarle un vaso con agua de su mesita de noche junto con una pastilla.

—Ten —le digo. Cuando me ve, arruga las cejas, pero no le da vueltas y las toma—. Te desmayaste. No sé cómo o por qué, pero caíste de golpe.

—Siento que me dieron la paliza de mi vida —se queja cuando se estira y le truena la espalda—. Auh.

¿Viste algo?, le pregunto cuando me alejo de ella para regresar a mi lugar de antes. Ella niega despacio, sólo sentí una presencia en mi mente y todo quedo en negro muy rápido.

—Lilith debe de haber mejorado sus trucos —comento, jugando con mis dedos entre mi barbilla y boca—. Debemos de mejorar nuestros. No sabemos como o cuando lograra salir de su prisión, pero debemos de estar listos.

Selene se quita las sabanas de encima y baja una pierna primero y luego la otra, cuando intenta dar un paso cae. Lleva una mano a su área abdominal, haciendo una mueca de dolor. Rápidamente me acerco a ella, con delicadeza, hago que se siente con la cama como espaldar y le quito la mano de su lugar para poder revisarla. Sus ojos están un poco cristalinos, debe de ser un dolor fuerte.

—Arde —dice entre quejidos. Su respiración se vuelve un poco pesada con un mínimo movimiento.

Tomo la tela de su camiseta y la subo con lentitud. Abro los ojos en reacción a la sorpresa que me llevo, su abdomen está marcado de pequeños símbolos y varios moretones. Dichos símbolos no son sombras, sino que están siendo quemadas en su piel.

—Necesitamos a tu padre —anuncio mientras me voy levantando.

—¡¿Qué?! —no hago caso y salgo de la habitación en busca de Lucifer—. ¡Gabriel!

Ignoro los gritos de negación de Selene por pedir ayuda a su padre, pero esto es algo de lo que no tengo conocimiento y no pienso dejarla sufrir, soy su ángel guardián por una razón. Haré lo que este en mi alcance por su seguridad y bienestar.

—Lucifer —hablo sin siquiera tocar la puerta de su oficina—. Joder.

Cierro los ojos y me doy vuelta por respeto a la mujer desnuda sobre el escritorio de él. Sus gemidos se escuchan entre cortados después de que me ha visto.

—Estoy totalmente dispuesta a agrandar la diversión —dice entrecortada. Estoy seguro que ni porque estoy aquí Luci deja de hacer lo suyo con esa mujer.

—Creí que sabías tocar puertas, angelito —comenta Lucifer con un toque de diversión.

Aprieto los puños a mis costados y respiro profundo, me está tentando, siempre lo hace.

—Selene está sufriendo, necesita de tu ayuda —suelto con un poco de remordimiento por su forma de actuar.

—Para eso están las pastillas, ¿no? —responde con simplicidad, sin entender a lo que me refiero—. Para esos dolores del mes. O tal vez, para uno de estos.

Lo último, no me lo dice a mí, pues la mujer suelta un gemido todavía mas fuerte. Con eso, mi paciencia llega al límite. Me doy vuelta, de frente a él y con la mirada en alto.

—Le están quemando marcas en el abdomen y lo más probable es que sean obra de Lilith —suelto todo de golpe y con la mayor seriedad que me permito—. Si tiene algo contra ella, es por ti. Ayúdala, es lo menos que puedes hacer.

Sus oscuros ojos se desconectan de su acción con la mujer y se clavan en mí, me está retando y yo con todo gusto lo acepto si eso hace que su ayuda mejore a Selene.

—Ella se metió en eso, que salga sola —dice con la misma fría seriedad que lo distingue—. Es su batalla, no mía.

—Porque si no la ayudas ahora, no habrá siquiera una batalla —le digo, escupiendo las palabras—. Porque Lilith no es problema de ella, pero estoy seguro de que con gusto pelearía. Pero debe estar viva para eso. Y sinceramente, no creo que quieras perder lo último que te recuerda a Eva.

¿O eso es lo qué quieres?, pregunto. Sé que juego con fuego, pero es la única forma que se me ocurre para activar la bomba que Lucifer puede llegar a ser. Si mencionar al amor de su vida es la única forma de que se de cuenta de lo que podría perder, bien, lo hare.

Sus ojos arden en molestia. —¡Largo!

Oculto lo mejor que puedo mi sonrisa victoriosa, cierro la puerta de golpe y corro de regreso a la habitación de Selene. La encuentro en la misma posición, pero esta vez con su pequeña carita mojada de lagrimas llenas de sufrimiento. Trago grueso, arrodillándome a su lado. Lo único que me queda es rezar al cielo si así consigo alguna ayuda de uno de los Grandes Ángeles para aliviar el dolor de Selene.

—Ni lo pienses —dice una voz, entrando de golpe a la habitación—. Ni loco metas a esos con ella.

Lucifer se pone al otro lado de Selene, ve sus heridas en toda su área abdominal y observo como se le tensa la mandíbula de enojo. Frota sus manos entre sí hasta empezar a crear más calor, las pone sobre el área afectada de Selene.

—Va a doler, ¿de acuerdo? —le anuncia y ella solo asiente.

Termina de juntar sus manos con la piel llena de símbolos y moretones de Selene, ella deja escapar gritos llenos de dolor. Me apresuro a poner una mano sobre su boca para no llamar la atención de los vecinos.

Aguanta, Selene. Sólo un poco más, él sabe lo que hace, intento calmarla lo más que puedo. Sus gritos siguen mientras mi mano empieza a empaparse de sus lágrimas. Después de cinco minutos, Lucifer termina y Selene cae rendida en mis brazos.

—Eso tiene que ayudar a que desaparezcan las marcas y no se las vuelvan a marcar —anuncia y yo asiento lentamente.

La recuesto sobre mis piernas y empiezo a acariciar su ahora desordenado cabello, limpiando las líneas de su rostro.

No están listos. Ni tú ni ella. Lilith los va a destruir.

Pero que ánimos nos das, Luci —lo miro y sonrío sarcásticamente, supongo que hay cosas que se pasan.

—Los ayudaré —anuncia y rápidamente levanto mi vista hacia él—. No me enfrentare a ella, no de nuevo. Pero les daré el entrenamiento que sea necesario.

Asiento, no estando tan seguro de la ayuda que nos podría dar. Sin embargo, es mejor que nada y tanto Selene como yo lo necesitamos.

¿Quién diría que el diablo se apiadaría de nuestras almas?

* • * • *

Holaaaa, lindas personitas!

¿Me extrañaron? Porque yo a ustedes si :(

Nuevamente, me disculpo por andar desaparecida, pero hago lo mejor que puedo y por ello, les traje este mini maratón... YEEEI

Epero que lo hayan disfrutado 🤗 y no olviden seguirme en Instagram como marce.arteaga_ o en el link de mi biografía, intentaré estar más activa

¡G R A C I A S! ❤️✨

Oscuridad o Luz ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora