Temporada de Magia Negra #1 [Completa]

Capítulo 5: Me encontré una bruja caminando por el bosque.

 - ¿Hola? – La saludé, viéndola examinar mi cara. La vergüenza cubrió mis mejillas - ¿Estás bien?

Ella me regalo una sonrisa de dientes perfectos, noté que estaba muy tensa y que el sol le provocaba rojeces en la piel de sus brazos y cuello.

- Hola – Me saludo, su voz era tan suave que relajo algo dentro de mí. Mis mejillas ardieron con más fuerza. – Si, estoy bien... un poco confundida ¿Dónde estamos?

Era una pregunta muy extraña.

- Mmm... estás en el bosque que rodea la universidad – Le explique tratando de ubicar su cara o si la había visto en algún lado - ¿Perteneces a alguna fraternidad?

Ella frunció el ceño.

- ¿Fraternidad? – se vio completamente perdida – No sé de qué estás hablando. – Se inclino sobre su cintura recogiendo una pesada bolsa de color blanco y un libro de portada extraña antes de volver a fijar su mirada clara en mi - ¿Este es el mundo humano?

Esa, sí que era una pregunta bastante extraña.

- ¿Mundo humano? – le di una mirada llena de preocupación cuando noté sangre en su cuello – Debes haberte golpeado la cabeza, ¿Esa es sangre seca en tu cuello?

Su mano toco su cuello palpando con sus dedos su piel. Sus ojos se abrieron llenos de sorpresa a medida que algún entendimiento cruzaba por su mente.

- Maldita sea. – murmuró con los dientes apretados.

- ¿Estás bien? – Me acerque un paso a ella temiendo que fuera a desmayarse.

- No... - Me dijo aferrando su bolsa con fuerza – no lo estoy.

Dude unos momentos antes de buscar mi celular en mi mochila.

- ¿Quieres llamar a la policía?

- ¿La policía? – Ella me miró fijamente antes de sacudir la cabeza – No, no quiero llamar a la policía ¿Qué es eso? – Preguntó mirando el celular en mi mano.

Fruncí el ceño mientras miraba de ella hacia mi celular.

- Mmm... ¿Un celular? – Pregunte antes de sacudir la cabeza y decir con más seguridad – Un celular, puedes llamar a quien quieras.

Ella volvió a sacudir la cabeza.

- ¿Tienes agua? – Me pregunto tragando saliva.

Busque entre mi bolsa sin encontrar nada.

- No, lo siento, no tengo. – Guarde mi teléfono en mi mochila antes de cerrarla y acomodarla en mi hombro – pero tengo agua en mi casa, o podemos pasar a alguna tienda a comprar...

- ¿Qué te ha pasado en el rostro? – Me pregunto mirando mis heridas.

Hice una mueca cuando toqué mi labio herido.