𓏲ꪆ 30 days of smut challenge ➜ hopega！

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Veinticuatro de diciembre.

La hermosa fecha en la que todas las familias se reúnen tranquilamente a compartir una cena y agradecer la unión que persiste entre todos.

Y en la casa de los Jung funcionaba de esa manera. Yoongi y Hoseok llevaban 8 años de matrimonio con un hijo de 5 añitos, y en esas fechas ir a la casa de alguno de los suegros respectivos era los más normal.

Éste año, tocaba visitar a los padres de Hoseok y pasar año nuevo con los de Yoongi, pues aún si varias veces las tres familias se reunían como una sola, lastimosamente está vez sería por separado debido a que los padres de Yoongi se encontraban de vacaciones fuera de la ciudad.

Al terminar la bella velada familiar, Yoongi, Hoseok y el pequeño Chanhee se dispusieron a agradecer y salir, pero fueron detenidos en seco por los mayores, pues habían celebrado nochebuena con ellos, pero a la mañana siguiente querían tener a el niño con ellos para entregarle a primera hora del día los regalos que Santa Claus había traído para él.

Yoongi no estuvo del todo convencido, pues era su hijo y también quería compartir ese momento de alegría con él.

Hoseok se hizo cargo de animarlo al decirle que vendrían desde temprano antes de que despertara y poder estar con él para cuándo todo ocurra.

Sin más, la pareja se marchó en su auto sin el menor, hacia su hogar.

—¿Cómo te sientes, amor?— preguntó Hoseok en el asiento del copiloto, acariciando la mano del mayor a su lado.

Yoongi con la vista al frente suspiró.

—Me preocupa Chanhee. Él a veces es muy travieso, no quiero que tus padres tengan inconvenientes con él.— hizo un pequeño puchero que provocó la risa melosa de su marido.

—Bebé, tranquilo. Sé que no te gusta separarte de él, pero no pasa nada porque sea una noche.— Hoseok llevó la mano desocupada de Yoongi a sus labios y plantó un beso, Yoongi sonrió con ternura —Además, tenemos el resto de la noche para nosotros.— Hoseok habló sugestivo, acercándo su mano a el muslo del peligris, dejando un ligero apretón que le hizo crispar.

—Estoy conduciendo, amor.— sus mejillas se tornaron rojizas furiosamente y Hoseok carcajeó retirando su mano, volviendo a entrelazarla con la ajena y poniendo atención de vuelta al camino.

—Bien, pero bajando de aquí, eres todo mío.— finalizó y Yoongi negó para sí mismo con diversión.

Después de unas cuantas horas de camino a casa, lograron llegar cerca de las 11 de la noche.

La temperatura había bajado considerablemente, pero una vez estando dentro, el calor doméstico inundó ambas anatomías. Hoseok dejó su abrigo en el perchero y Yoongi el suyo en el sillón.

Cuando Yoongi ya se había puesto sus pantunflas caminó hacia la habitación, por lo menos pudo dar dos pasos hasta que Hoseok lo interceptó, tomándolo por la cintura y cargándolo como si fuese un costal de papas.

Yoongi tarareó confundido.

—Hoseok, ¿qué haces? Bajame.— rió suavemente y no puso demasiada resistencia, se dejó llevar por el más alto de regreso a la sala de estar.

—Dije que serías todo mío, bebé.

Estaba esperando ser depositado en el sillón con suavidad, pero miró confundido a sus alrededores dándose cuenta de que Hoseok había entrado a la cocina.