Capítulo 8

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Han pasado más de cuatro horas desde que su abuelo se la ha llevado, hemos llamado incluso al jefe Swan, quien ha movilizado a la policía de los condados vecinos, pero no quiero que sea muy tarde, mi pequeña lleva demasiado tiempo lejos de mí.

Paul, tranquilo, vuelve a tu cuerpo humano ahora. —Ordenó Sam mientras me seguía por el bosque cercano a Forks, justo donde se habían llevado a mi pequeña, su rastro se perdía en la carretera y no había forma de encontrarla. Me tumbé en el suelo mientras lloraba como un puto crio al mismo tiempo que volvía a mi cuerpo humano, me importaba una mierda lo patético que debería estar hecho un ovillo en el suelo.

—Hermano, tranquilo, te he traído unos pantalones. —Dijo Jared mientras me ayudaba a levantarme, se sentía culpable porque mi pequeña hubiese desaparecido.

—Paul, la encontraremos, no te preocupes. —Dijo Sam y me daba un golpe amistoso en el hombro en señal de apoyo.

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Narra Lisa

—Lisa, si sigues así podrás estar en el festival de primavera. —Dijo mi profesora, la señora Pluméate, mientras entraba en el vestuario a cambiarme, hoy no tenía prisa, ya que eran Jared y Kim quienes venían a por mí, me hubiese gustado que mi lobito fuese quien me recogiera, me pongo nerviosa cuando estamos mucho tiempo separados, me siento muy unida a él desde el principio, a parte de mi salvador era mi alma gemela.

Cuando descubrí que aparte de ser un lobo gigante precioso, existe la imprimación y como me lo contó, no puedo más que quererlo, alguien tan grande y tan duro y rudo se descompuso ante mis ojos abriéndome su corazón, me gustaría ser capaz de hablar para decirle que yo también lo quiero, pero cada vez que intentaba hablar, lo único que conseguía era parecer un pez fuera del agua boqueando.

—Hey, Lisa, nos vemos. —Se despidió Sophie, la despedí con la mano y pude comprobar que estaba sola, ¿cuánto tiempo he estado pensando? Me duché y vestí rápidamente, seguramente ya me estarían esperando, así antes de salir me despedí de la señora Pluméate, y salí a esperar a Jared, ya que aún no había llegado. Me senté en la acera y me puse a observar el bosque, era tan bonito y tranquilo, cuando papá y mamá estaban vivos, discutían todo el rato por las chicas con las que él se veía, por lo que saltaba por la ventana y me sentaba en un tronco a escuchar el bosque y cantar. Realmente extrañaba cantar, era liberador, me ayudaba a sacar todo lo malo dentro de mí, pero por lo menos ahora tenía a Paul.

Yo sabía todo lo que había hecho mi lobito por mí, intentar no gritar, relajar su temperamento, venirse a vivir conmigo, ser mi roca... Realmente mi lobito me quería, y yo a él, incluso le di mi primer beso, aun me acuerdo la cara que puso de sorpresa y adoración mezclada mientras sonreía adorablemente, y cada vez que era adorable no podía más que darle más y más besos. Paul decía que mis besos eran dulces, pero los suyos también, y me imagino que tendría más experiencia que yo, como con la chica esa de la playa... Pero según él, ahora él era mío en cuerpo y alma.

—Lisa. —Dijo una voz desde una camioneta, no supe quién era, pero me acerqué un poco, no demasiado, no era tan tonta. —Hola, Lisa, soy tu abuelo Viktor.

Mi abuelo que hace unas semanas no sabía ni que existía, así que asentí una vez con mi cabeza y me alejé, pero de la camioneta salieron varios hombres y me agarraron, quise gritar, pero no tenía voz... Me pincharon algo en el cuello y me hundí en la inconsciencia, no supe realmente que pasó, pero me desperté horas más tarde en la parte de atrás de un coche que parecía caro.

—Buenos días. —Susurró Viktor mientras acariciaba mi mejilla con dulzura, aunque a mí me dieron arcadas y alejé la cara. —Igual de peleona que tu madre, pero mira donde ha acabado, ¿quieres acabar tú también ahí? ¿No? Pues compórtate.

Esperó a que asintiera, pero como no lo hice me golpeó con fuerza en la mejilla, me ardió el pómulo, pero no quise demostrar que me había dolido y asentí totalmente impasible.

—Muy bien, si tu padre no hubiese ido a ver a una de sus zorras con las carreteras nevadas tu madre aun seguiría con vida, solo quería mi dinero... —Dijo con un suspiro y sacaba un puro y lo encendía con un mechero plateado como el que tenía el hombre que nos secuestró... ¡Fue él quien organizó todo! —En fin, tu madre y tu abuela me la jugaron, pensé que eran tontas, pero consiguieron huir de mi con mi dinero, pero ahora no pasará igual. ¿Cuántos años tienes? Según mis cálculos debes tener unos quince, ya que tu madre conoció al indio ese hace dieciséis años...

Viktor se quedó mirando por la ventanilla mientras fumaba de su puro de forma distraída, o sea que lo que quería era dinero, mi vida fue destruida por el estúpido dinero.

—Bueno, solo te voy a retener tres años, hasta que cumplas los dieciocho y me des lo que es mío. —Dijo en un susurro y me miraba con todo su odio hacia mí, pero yo lo mire con horror, ¡no podía estar tanto sin mi lobito! Paul me encontraría, pensé con seguridad mientras miraba por la ventana y veía el cartel que ponía "Aeropuerto de Seattle, 5 millas".

¿Seattle? ¿Aeropuerto? ¡NO! Si cogíamos un avión mi lobito no podría encontrarme... Tenía que idear un plan para escapar. Viktor y yo bajamos del coche, pude ver que era un gran todoterreno negro, Viktor me agarró con fuerza de la parte más baja de mi pelo y susurró en mi oído:

—Pequeña mudita, como intentes algo te mato, ¿entendido? —Yo asentí con miedo y miré a todos lados, necesitaba alejarme un poco de él para llevar a cabo mi plan... Cuando lo vi, un aseo, por lo que lo señalé con insistencia. —¿Tienes que ir al jodido baño ahora? Bien, esperaré fuera, así que no tardes o...

Dejó la amenaza en el aire mientras me llevaba hasta la misma puerta del baño, entré y no había nadie, eso no podía ser, necesitaba que hubiera alguien, iba a llorar de la rabia cuando entró una mujer morena de unos cincuenta años. La hice señas de si me prestaba su teléfono, y debí darla pena, porque me lo dejó sin dudar, marqué el número que me había aprendido de memoria en las últimas semanas y esperé.

—¿Quién? —Preguntó mi lobito de forma brusca y sin pizca de paciencia.

CURA MIS HERIDAS |PAUL LAHOTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora