Capítulo 12

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Hoy sería el día en el que le pediría a mi pequeña que fuera mi novia, ya que, aunque nos habíamos estado besando, mi lobo necesitaba tener la certeza que era nuestra, y como era demasiado pronto para marcarla, bastaría con hacer saber a todos que era mi chica en todos los sentidos. Pero estaba terriblemente acojonado, ¿y si me decía que no? ¿y si se reía en mi cara y se iba? ¿y si me dejaba? Joder, estaba aterrado, todo dependía de mi pequeña y de si yo era suficiente para ella, nunca sería lo suficientemente bueno para ella, pero soy un egoísta de mierda, así que no tengo problemas en que sea mía para siempre.

—Tío, ¿te vas a comer eso? —Preguntó Embry desde el sillón de mi salón comiéndose mi comida con el resto de retrasados que consideraba mi familia, estaba preguntando por el trozo de pizza que tenía en mi puta mano.

—Si tengo el trozo en mi mano, y me lo estoy llevando a la boca, ¿tú que crees? —Pregunté de vuelta totalmente irritado, la manada había ido a mi casa a ver el partido de fútbol en mi pantalla plana mientras Kim y Emily preparaban a mi pequeña para la cita, estaba jodidamente ansioso, por lo menos podía escuchar el corazón de mi pequeña latir rítmicamente, así que mi lobo se mantenía vigilando y yo comiendo.

—Paul, ¿a qué hora te vas a empezar a preparar? —Preguntó Sam mientras hacía el amago de coger la cerveza de la mesa, pero eso equivaldría a esfuerzo físico, y cuando los lobos hacíamos el vago, lo hacíamos bien. —Por cierto, pásame la cerveza.

—Son solo las cinco, saldremos de aquí a las siete. —Contesté mientras le pasaba la cerveza al alfa más vago del jodido planeta.

—¿Estás nervioso por pedirle salir contigo? —Preguntó Jared tumbado en el suelo con la bolsa de patatas, obviamente no les había dicho nada, pero anoche me transformé para vigilar el perímetro de casa para la protección de mi pequeña y lo pillé transformado, y como Jared es como una vieja cotilla se lo contó a los demás tomando café, literalmente tomando café, estaban desayunando.

—Un poco, ¿y si me dice que no mientras se ríe de mí? —Pregunté mostrando inseguridad, cosa poco típica en mí, pero para algo estos tíos que se comen mi comida y pedorrean mi sofá son como mis hermanos.

—Lo dudo, la imprimación es poderosa por ambas partes, Paul, lo que tu sientes también lo siente Lisa, aunque sea una mínima parte, lo siente. —Dijo Sam con su jodida voz de alfa tranquilizándome.

—Si, y, además, como si fuera posible decirte que no, eres un pesado de cuidado. —Dijo Quil atragantándose con las patatas por reírse como un imbécil.

A las seis y media subí a ducharme al baño de invitados, las chicas habían secuestrado mi habitación y mi baño, por lo que me duché y me cambié rápidamente. Me puse mi camiseta negra de la suerte, la que llevaba cuando conocí a mi pequeña, unos vaqueros negros, mis botas militares y mi chaqueta de cuero negro, nunca había pensado en que ponerme, simplemente iba y ligaba con las tías, pero esta era una ocasión especial, ¿me echaba colonia o iba normal? No quería apestara, y, además, las putas colonias son demasiado fuertes para mi olfato desarrollado, por lo que voy al natural.

Al bajar las escaleras veo que mi pequeña no está lista, y eso que ya van a ser las siete, y si no fuera porque sé que está arriba preparándose pensaría que me ha dado calabazas, mi autoestima ha sufrido desde que pertenezco a mi pequeña por completo. A las siete y cinco aún no habían bajado haciendo que los imbéciles de mis hermanos se rieran de mí.

—Vaya tío, tus primeras calabazas, ¿cómo te sientes? —Preguntó Embry subiendo y bajando las cejas como un payaso.

—No sé, pero ¿cuándo llegue a las 100 calabazas dan algún premio? Ya sabes, como tienes experiencia...

Cuando me iba a responder el picado de Embry, se quedó pasmado mirando hacia la escalera, por lo que me giré y casi me corro ahí mismo, mi pequeña estaba increíble, parecía una modelo, un ángel... Ni idea, pero sería incómodo ir con una erección toda la noche.

—Lisa, estás preciosa. —Babeé internamente mientras ella sonreía y agachaba la cabeza avergonzada.

—Te dije que pondría cara de tonto cavernícola. —Susurró Emily en su oído provocando que se sonrojara un poco más, ¿de verdad había puesto esa cara? Le di la mano a mi pequeña para ir a mi coche, pero antes de cerrar la puerta me giré y grité a mis invasores:

—¡Como cuando volvamos sigáis aquí os mataré! —Los tíos se rieron, pero de verdad esperaba no verlos cuando llegáramos, tenía previsto, si mi pequeña me decía que sí, devorarla por toda la casa, y no podría hacerlo si la manada seguía atornillada a mi televisión. Una vez en el coche observé las piernas de mi pequeña con esas medias y me estaban dando ganas de devorarla ahí mismo, pero debía ir despacio, no quería asustarla.

—¿Qué tipo de película te gustaría ver? —Pregunté mientras acariciaba su pierna para luego darla la mano y conducir solo con una mano. Mi pequeña se encogió de hombros y me señaló preguntando mi opinión.

—A mí las mierdas románticas no me van, pero si quieres verlas de acuerdo, pero por dios, nada de cutres comedias de esas que hacen potar. —Dije rápidamente, yo quería ver la última que había salido de miedo, sería ideal para que mi pequeña se asustara y así se agarrara a mí en busca de protección. —¿Te apetece la de "Muñequita rota 2"?

Lisa asintió y me sonrió, así que el resto del viaje lo pasamos en un silencio muy cómodo hasta que llegamos a Port Ángeles y entramos al cine y tras comprar comida nos sentamos en la última fila.

—Lis, si tienes miedo durante la película yo te protejo. —Susurré en su oído mientras empezaba la película y se apagaban las luces, mi pequeña sonrió y me dio un beso en la mejilla. La película fue una puta mierda, el plan era que mi pequeña se asustara y se abrazara a mí, no que se riera con todas las escenas de miedo y siendo yo el cagado de miedo fingiendo los gritos con toses, incluso hubo una escena, en la que la puta muñeca salía del retrete y mataba a los críos, en la que fui el único en la puta sala que gritó como un bebé. Mi pequeña me abrazaba el brazo para tranquilizarme, por lo menos me llevé algunos besos para calmarme.

Tras el desastroso plan del cine, llevé a mi pequeña a un restaurante de esos cutres para cenar, pero pareció que ella se lo pasó genial cada vez que los camareros salían a cantar y bailar, casi me los como, casi.

Tras la cena, Lisa y yo nos fuimos a pasear por el puerto, íbamos de la mano y estábamos a punto de cruzar por un callejón camino al puerto, pero unos imbéciles comenzaron a gritar cosas a mi pequeña.

—Tranquilo, lobito. —Susurró Lisa mientras me tranquilizaba para no arrancarles la cabeza a esos tipos, pero cuando nos íbamos, uno gritó:

—¡Hey, morena! ¿Por qué no vienes y descubres lo que es un hombre de verdad? —Mi pequeña me soltó del brazo y fue hacia ese tipo, le dio un puñetazo dejándolo inconsciente, se giró y me dio la mano arrastrándome lejos de ahí.

—Joder, pequeña... —Susurré impresionado, mi pequeña parecía Rocky Balboa. Llegamos al puerto y comenzamos a pasear, ella iba tranquila y en paz, pero yo iba acojonado, ¿cómo la preguntaba? Me iba a dar algo.

—Pequeña, tu sabes... tu sabes que te quiero mucho y que... —Parecía un imbécil tartamudeando, así que cogí aire y la miré a los ojos. —Pequeña, tu eres mi mundo, eres mi sol, mi oxígeno, sin ti no soy nada, me gustaría hacerte una pregunta, una pregunta importante... Sé que nos conocemos desde hace poco, pero para mí el tiempo carece de sentido a tu lado, por lo que... ¿Quieres ser mi novia?

Mi pequeña se había quedado quieta mirándome, no hacía o decía nada, ¿la habría dado un ataque? Pero tras unos treinta segundos de agonía mi pequeña sonrió y saltó sobre mis brazos para besarme apasionadamente.

—¿Me tomo esto como un sí?

Después de pasear con mi novia, volvimos al coche y otra vez con una de sus manos acariciando y jugando con la mía llegamos a casa. Pude escuchar que no había nadie, así que cuando llegamos a la puerta la atrapé entre mi cuerpo y la madera, y con un gruñido la besé con fuerza, pareció gustarle ya que gimió y me besó con la misma intensidad. ¿Sería hoy cuando la haría completamente mía y finalmente la marcaría?  

CURA MIS HERIDAS |PAUL LAHOTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora