Capítulo 7

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Habían pasado varias semanas desde que el abuelo de mi pequeña se presentó en la Reserva para llevársela, pero no la quería para quedarse con el dinero de la herencia de Lisa, ya que este tío era asquerosamente rico, lo que quería de ella era un misterio, pero no se la pudo llevar, ya que el otro día se celebró el juicio por la custodia de mi pequeña, que la ganaron fácilmente los Cameron alegando un montón de mierda que funcionó haciendo que el viejo se quedara con una cara que valió la pena.

Lisa últimamente estaba más relajada, abrazaba a Karen y Tom todos los días, yo pienso que los considera como unos tíos, incluso al sobón de Jared lo considera su hermano, y digo sobón porque siempre la estaba abrazando, y eso hacía que oliera a él, y suficiente tenía mi lobo con no poder reclamarla como la imprimación pedía como para tener que oler el tufo de Jared en ella.

—¡Paul, Lisa! Arriba. —Exclamó Karen desde el otro lado de la puerta de "nuestra habitación" mientras mi pequeña se removía entre mis brazos.

—Buenos días, pequeña ratita. —Susurré mientras le daba besos por toda la cara, había aprendido que era lo que a mi pequeña le gustaba o no, y que fuera muy dulce y mierdas de esas hacía que me diera besos en los labios, besos dulces y perfectos por los que me derretía, la verdad.

Lisa abrió los ojos y me miró con la ceja levantada, hacía eso cuando la ponía motes, pasaba de llamarla desde ratita a mapache solo para reírme de sus caras, mi pequeña se acercó a mí y mientras abrazaba mi cuello con sus bracitos me dio un pequeño beso en los labios ¡SI! Pero no esperaba que en vez de quitarse rápidamente dejándome con ganas de más se quedará y empezara a mover sus labios contra los míos, si no tenía cuidado me correría en cinco segundos, esto era demasiado para mí, pero, ningún momento es perfecto, ya que sonó desde el pasillo un enorme eructo de Jared mientras gritaba:

—¡Mamá! ¿Has visto mis calzoncillos negros?

—¡Puto Jared! —Gruñí mientras me levantaba dispuesto a matarlo, una vez que mi pequeña profundiza el beso aparece el puto guarro este y me lo jode todo. Me lo encontré bajando las escaleras y le di un puñetazo en el brazo, Jared se giró y me lo devolvió empezando a pelearnos "de broma". Bajamos las escaleras entre tortazos hasta que Jared me empujó con demasiada fuerza y caí sobre la mesa del salón.

—¡Jared! ¡Paul! —Gritó Karen cuando apareció como un puto chihuahua a punto de morder y nos cogía de las orejas. —¡Fuera! Los perros se quedan fuera y no comen, las personas se quedan dentro y desayunan.

—Karen, yo no he sido, me ha empujado él, joder. —Gruñí mientras asesinaba con la mirada a Jared, por ello no vi venir la colleja que me dio Karen.

—¡No digas palabrotas! —¿Realmente me había reñido a mí con lo de decir palabrotas? Me quedé mirando como Karen cerraba la puerta trasera de la cocina mientras veía a Lisa reírse mientras se sentaba en la mesa con Tom y se ponía a comerse unas tortitas con sirope de chocolate mientras nos miraba, ¡nos estaba picando!

—Maldita pequeñaja. —Suspiró Jared mientras babeaba por la tortita, mis babas eran mitad para la tortita y mitad para lo putamente sexy que era mi pequeña mordisqueando la comida. —Tío, ahora que lo pienso, ¿mi madre nos ha llamado perros?

—Creo que sí, tu madre me da miedo. —Susurré mientras veía a mi pequeña comer con una sonrisa de satisfacción al darnos tanta envidia.

—A mí también me da miedo, yo no sé cómo mi padre aguanta sin cagarse de miedo. —Contestó Jared mientras escuchaba su estómago gruñir. —No me juzgues por lo que voy a hacer... ¡Mami! ¡No lo voy a volver a hacer! —Gritó Jared mientras salían de su garganta lloriqueos de cachorro. No pude evitar descojonarme en su cara, iba a recordarle esto toda su vida.

—Tío, dignidad. —Dije entre risas, Lisa riéndose igual que yo, ella miró a Karen y nos señaló, seguramente Karen nos dejara entrar solo por mi pequeña, ya que era como su punto débil, ya que Karen siempre había querido una niña, pero le tocó el cabeza hueca de Jared.

Karen nos miró e hizo un gesto para que entráramos, lo hicimos rápidamente, cogí de la cintura a mi pequeña y la senté donde debía estar, sobre mi regazo, cuando lo hice, pude ver a Jared comer como un puto cerdo, pero no le juzgué, ya que hice lo mismo. Seguimos desayunando tranquilamente hasta que mi pequeña sacó de su bolsillo un panfleto doblado y se lo dio a Karen, quien leyó en voz alta:

—"Escuela de danza", ¿quieres apuntarte, Lisa? —Preguntó mientras ojeaba el panfleto, mi pequeña asintió con una sonrisa tímida. —Podemos ir luego a Forks y apuntarte, me parece bien que quieras hacer alguna actividad o tener un hobbie.

Esa misma tarde, Karen, Lisa y yo fuimos al estudio de baile que estaba en Forks, cerca del instituto, la aceptaron rápidamente cuando mi pequeña hizo una prueba rápida donde la enseñaron una coreografía, he de admitir que tuve cara de imbécil mientras la veía bailar, pero realmente se la veía feliz bailando, y mi pequeño también...

Había pasado una semana desde que mi pequeña iba a baile y realmente la encantaba, había hecho varias amigas y eso me parecía bien, lo único malo era que hoy no podía ir yo a buscarla como hacía siempre, ya que, de vez en cuando trabajaba en el taller de un amigo, por lo que hoy irían Jared y Kim a por ella.

Estaba esperando a que Kim o Jared me llamaran para decirme que habían recogido a mi pequeña, como les había exigido que hicieran, me ponía nervioso estar separado de ella, y más cuando estaba arreglando un motor y sentí algo en mi pecho, una mala sensación, algo malo había ocurrido y mi lobo estaba intranquilo.

Empezó a sonar mi móvil y lo cogí rápidamente, era Jared.

—¡Tío! Lisa no está, su profesora dice que la última vez que la vio estaba en la acera esperándome, pero hay olor de su abuelo. —Exclamó con enfado y miedo, pero no pude escuchar más, me transformé de pura rabia y salí corriendo al bosque muerto de dolor, me habían quitado a mi pequeña.

CURA MIS HERIDAS |PAUL LAHOTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora