Capítulo 28

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A la semana siguiente, mi pequeña ya estaba totalmente recuperada, estábamos tumbados en nuestra cama, y sería genial si no fuera porque estábamos escuchando como Adam y Leah retozaban como putos animales en el cuarto de al lado.

Lisa también los estaba escuchando, por eso se había puesto los cascos y se había puesto a escuchar música, pero claro, eso no significaba que yo no pudiera escucharlos, ¡jodidos suertudos! Adam la había marcado hace varios días, y Leah no podía estar más feliz.

Mi pequeña necesitaba tiempo, eso lo sabía, pero no quitaba que me doliera el pecho ante la idea de no haberla marcado aún.

Al día siguiente, Adam y Leah nos hicieron sentarnos a Lisa y a mi en el salón, querían decirnos algo importante, y parecía una jodida buena noticia, nunca había visto a Leah sonreír tanto, pensaba que se rompería la cara, nunca había estado tanto tiempo sonriendo.

—Lis, tu sabes que te quiero mucho, lo sabes, ¿no? —Preguntó Adam mientras la cogía la mano suavemente, mi pequeña asintió con el ceño fruncido y una sonrisa al mismo tiempo.

—Adam y yo hemos decidido irnos de vacaciones. —Dijo Leah mientras apoyaba su mano en el hombro de Leah, pero había más, se les notaba un huevo, pero no quería decir una mierda.

—Me alegro por vosotros. —Dijo mi pequeña con una sonrisa y les abrazó con delicadeza, yo me quedé sentado en mi silla con el brazo aferrando a mi dulce lobita a mi, a mi lobo no le gustaba una mierda que abrazaran o simplemente la tocaran, pero no podía decir nada, sino mi pequeña me reñiría como hace siempre que actúo mal.

—Hay más. —Susurró Adam nervioso, miró a Leah y ella sonrió. —Aunque Leah y yo nos conocemos desde hace poco no vemos porque esperar, ¡nos vamos a casar!

—Vaya, enhorabuena. —Susurré totalmente asombrado, pero mi pequeña se quedó totalmente en silencio y carente de expresión, ¿la estaba dando un ataque?

Me empecé a poner nervioso, ¿qué cojones la pasaba? Estaba por alzarla en brazos y correr hacia la casa del doctor sanguijuela, pero de repente, mi pequeña comenzó a gritar de la emoción y se abalanzó contra su hermano abrazándolo con fuerza, hizo que a Adam se le escapara una lágrima.

—Enhorabuena, hermanito, me alegro de que seas feliz. —Susurró en el oído de Adam, tras el abrazo se sentó en mi regazo. —Y, ¿cuándo os vais?

—En dos semanas. —Dijo Leah totalmente feliz, la jodida tonta me estaba empezando a caer bien, pero aún seguía tratándome como la mierda cuando ni Lisa o Adam miraban, así que tardaría en dejar de llamarla así en mi mente, y aunque mi pequeña lo veía cuando estábamos de guardia, no decía nada.

Esas dos semanas pasaron rápido, y cuando me quise dar cuenta, mi pequeña y yo volvíamos del aeropuerto totalmente en silencio, últimamente, bueno, los últimos días, la había notado rara, pero no quería ahogarla, ella era quien debía decirme lo que la ocurría. Cuando llegamos a casa, se encerró en el cuarto durante varias horas, no se que la ocurría, pero, a la hora de la cena, escuché ruido en el cuarto, por lo que subí y toqué con cuidado la puerta.

—¿Pequeña? —Pregunté con cuidado para no asustarla o hacerla sentir incómoda, pero yo estaba jodidamente ansioso, ¿por qué había pasado de mi todo el puto día?

—Pasa lobito. —Susurró mi pequeña con la voz nerviosa, ¿qué demonios pasaba? Pensé lo peor cuando entré y me senté en la cama a esperar, al parecer, estaba en el vestidor. Cuando estaba a punto de entrar en el puto vestidor y ponerme de rodillas para llorarla para que no me dejara, mi pequeña salió vistiendo un conjunto jodidamente sexi de ropa interior, no sé que cara debía haber puesto, pero ella sonrió divertida y se acercó a mi, me dio un dulce beso y se sentó en mi regazo.

—Lobito, ¿me quieres marcar como tuya? —Preguntó batiendo las pestañas, ¡mierda! Si me coqueteaba así la daría todo lo que ella me pidi... ¿ME ESTABA PIDIENDO QUE LA MARCARA?

—Me... Me estás pidiendo... Joder, si, quiero marcarte desde que te conozco. —Gruñí mientras acariciaba su cuello con mi nariz, ella se estremeció y expuso más su cuello, queriéndome decir que siguiera.

—Te amo, hazme tuya tanto como eres mío. —Susurró mi pequeña con dulzura, y yo no pude negarme, simplemente estaba en contra de mi naturaleza negarla nada a esta pequeña, a mi pequeña. Y esa noche la marqué, y la hice mía, diciéndola las palabras más puras que me salían del corazón, al fin mi vida era jodidamente perfecta, y todo por esta pequeña lobita.

FIN

CURA MIS HERIDAS |PAUL LAHOTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora