🎈 Feel It 🎈 ʀᴇᴅᴅɪᴇ ; sᴛᴇɴʙʀᴏᴜɢʜ

•D e f o r m e d •

—¿Por qué no fuiste con los demás?

A Richie ya le habían quitado el vendaje, las banditas en su cuerpo eran menos y ahora sí que podía salir de la cama.

—Estoy mejor aquí, cuidando de ti.

Los demás habían ido al cine, ya ni siquiera recordaba cuál filme habían acordado ver en el receso de la escuela, la verdad era que ni siquiera había puesto atención a esa conversación, se sentía solo, sin Tozier con él, no se sentía él mismo.

—Pero yo ya estoy completamente bien, mañana regresaré a la escuela, no tienes que preocuparte.

Eddie seguía desinfectando las ya no tan frescas heridas en sus brazos con ese algodón y el alcohol, escuchando a Richie quejarse de que le ardía por donde pasaba sus dedos.

—Yo quería estar contigo, ¿De acuerdo?... Quería estar con mi novio, quería cuidar de mi novio, ¿Es eso algo malo, Tozier?

Rodaba sus ojos porque lo había conseguido, el bocazas había conseguido que lo dijera.

—Me encanta cuando lo dices.

Y el más alto le robó un corto beso.

—¿Edward? — Dos toques en la puerta hicieron enderezar a la pareja. —¿Traes contigo la llave que te prestamos?

La señora Tozier se estaba alistando para el turno de la noche, por lo que podían ver en sus ropas.

—Aquí esta.

Eddie le dio la llave de la casa con una sonrisa.

—Gracias... Y, gracias por cuidar de él.

Maggie le devolvió la sonrisa al pequeño y luego volvió a cerrar la puerta.

—A ella le agradas, ¿Sabes?

—Eso es porque me ve como un amigo preocupado, no como otra cosa, Richie.

El de gafas rió y dejó un pequeño beso en la frente de Kaspbrak, antes de volverse a quejar por el alcohol en sus heridas.

°

—... ¿Stanley?... —Él tampoco sabía que hacía ahí —¿Qué haces aquí?

No lo sabía.

—¿Es un mal momento?

—Para nada, yo por supuesto que estaba haciendo mis deberes y para nada estaba leyendo mis comics...

La rubia sonrió.

—Acabo de ver a nuestros padres en la iglesia... Parece que el tuyo no vendrá pronto.

Daiana lo dejó entrar a su casa, y para Stanley, era la primera vez que estaba allí dentro. Al igual que la suya tenía toques rústicos, pero no demasiado.

—Nuestros padres pasan más tiempo juntos que nosotros, ¿Eh?

—Ellos son los que deberían casarse.

La chica soltó una Sonora y genuina carcajada.

—... Ay, aunque estoy de acuerdo... ¿Limonada?

—Gracias.

—Bueno, ¿Me dirás a qué viniste o...?

—¿No puedo visitarte?, eso hacen los amigos. —Ya con los vasos en cada mano se detuvo y lo miró incrédula, ¿La creía estúpida, o algo por el estilo?. Parpadeó unas cinco veces y se quedó congelada hasta que Stan volvió a hablar. —De acuerdo, necesito un consejo y no tengo a nadie quien pueda dármelo.