Sus pies van por los largos pasillos decorados de grandes pinturas, estaba tan distraído luego de dejar la fuente de plata con el desayuno en el regazo de su amo.
Entra en el pequeño cuarto de limpieza escogiendo la escoba, tenía que limpiar la sala de invitados, sus pasos se apresuran llegando a la gran sala diseñada por la famosa "Keyla", se distraía en limpiar mientras observa cada diseño de jarrones.
Unas manos delgadas pasando por la cintura del esclavo asustando dejando que se quede paralizado por un momento pensando en el individuo, para luego sonreír suponiendo quien era.
-Hola joven, Erick-hablaba alargando sus sonrisa acertando el nombre
-¡Hola, Joel!-alza la voz el ojiverde aplastando su cuerpo en el grande sillón palmeando su costado para que se sienta el otro joven
-Joven Erick, usted sabe que no puedo sentarme, mis obligaciones son lo principal-recalca el mayor apretando sus dedos en la escoba-usted no tendría que hablar conmigo- el delgado joven lanza un suspiro parandose al escuchar esas palabras salir de la boca del esclavo parandose a su delante
-Mamá dice que las clases sociales son lo más importante-alza la mirada observando los bellos colores de los ojos del empleado-las fortunas tienen que permanecer-repite a su madre bufando-yo no quiero trabajar en una empresa lleno de charlatanes o viejos lleno de dinero, yo soy Erick y puedo hablar quien quiera, decidir por mí mismo, Joel, ¿por qué le tienes miedo a ese señor?
-Vamos a cambiar varios tipos de vista, joven Erick, no hay nadie que te pegue si haces algo mal, él no te humilla, no tienes un amo, somos distintos, tú entras en lo alto y yo voy a lo bajo, soy el tipo de persona que tiene que servir a personas altas como tú, te preguntaras el porqué del miedo y es simple, él tiene tanto poder como para llegar muerto al día siguiente, perdón, me tengo que retirar-agarraba la escoba caminando a lo lejos dejandolo sin la poca palabra salir, aprieta la escoba ingresandolo en el cuarto de limpieza.
Tal vez fue duro decirle, pero no podía soportar la idea que el tenía, entra su cuarto designado escuchando a su acompañante lloriquear sosteniendose entre sus brazos.
Dieron reglas entre los esclavos, los cuartos tendrían que estar dos personas, estaba nervioso el rizado hasta ver como Antana estaba en el misma habitación, es como una madre para él, los brazos de la sirvienta se entrelazan entre el cuerpo del alto ocultando su apenado rostro lleno de lágrimas.
-¿Que pasa, Antana?-acariaba el suave cabello de la muchacha escuchando como seguía llorando mojando la camisa de trabajo de Joel
-Nada, pequeño-repetía cuando la veía llorar su pequeño jovencito, la mirada del nombrado se quedaba confundido dejando que siga sufriendo entre sus brazos, se estaba acurrucando en el hombro de la diminuta muchacha percatando un moretón o como diría aquella mujer regordeta...un chupetón
La mujer se volvía débil y se sumergía entre sus desgracias lagrimeando todas la noches de su triste vida, de su boca salía maldiciones con tremenda rabia en el tiempo que según dormía.
Eso hacía lamentar al de altura alta prometiendo nunca dejarla sola, los ojos de aquella chica se opacaban sin dejar su brillo resaltar, su sentido del humor recaía preocupadamente y las bolsas de sus ojos resaltaban cada día que pasaba en su tierno rostro.
-¿Confías en mí?-preguntaba entre un susurro preocupado dirigiendose a la oreja de su acompañante causando que se aleje para mirarlo atónita
-Claro que sí, pequeño-secaba sus lágrimas que recién caían sonriendo entre orejas forzada-creciste muy rápido, mi niño-acariciaba la mejilla con su pulgar quedando en sus ojos marrones
-Si confías en mí, dime que te pasa, Antana-repite su principal pregunta ignorando lo dicho de su "madre" apretando despacio sus dedos entre sus delicados hombros pequeños
-Extraño los días primaverales de mi tierra, el suelo de barro de mi hogar-las palabras sonaban sinceras que dejaba tranquilo al esclavo
Estaba plenamente de acuerdo con su melancolía, no podía negar que anhelaba ver a su dulce familia, pero entre una noche observa la silueta de un hombre regordete caudaloso que lo ampayen entrar a su dormitorio.
Se acerca a la puerta abriendo su boca asombrado al escuchar los lloriqueos de Antana resonar por el cuarto, sentía el horror entrar por sus oídos que daba fuertes golpes a la madera, tenía que sacarla.
Entre desesperos patea la puerta con su máxima fuerza abriendo sus ojos al encontrar a ese horrible hombre desnudo sobre Antana, tocandola ignorando que ella no quería.
-¡Hijo de puta!-gruñía con rabia agarrando al tipo tirandolo con desprecio, no merecía vivir, le seguía pegando con fuerza con un dolor en sus nudillos que ya estaban manchados de la rojiza sangre del tipo
Ese regordete era la mano derecha de su amo y el sirviente entre las quejas lo jalaron al cuarto de tortura, como si fuera el causante de la desgracia de Antana, su cuerpo tenía tiras de sangre por como esos látigos de púas filudas se incrustraban en su piel rasgandola.
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𝑪𝒖𝒆𝒏𝒕𝒐 ¦¦ ᴊᴏᴇʀɪᴄᴋ ¦¦
Fanfiction"𝑬𝒓𝒊𝒄𝒌 𝒄𝒖𝒆𝒏𝒕𝒂 𝒄𝒖𝒆𝒏𝒕𝒐𝒔 𝒂 𝒔𝒖 𝒉𝒊𝒋𝒂 𝒄𝒂𝒅𝒂 𝒅í𝒂 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒒𝒖𝒆 𝒅𝒖𝒆𝒓𝒎𝒂, 𝒑𝒆𝒓𝒐 𝒆𝒏𝒕𝒓𝒆 𝒆𝒔𝒐𝒔 𝒄𝒖𝒆𝒏𝒕𝒐𝒔 𝒆𝒔𝒕á 𝒖𝒏𝒂 𝒅𝒆 𝒍𝒂𝒔 𝒑𝒆𝒓𝒔𝒐𝒏𝒂𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒂𝒄𝒂𝒃𝒂 𝒔𝒖𝒔𝒑𝒊𝒓𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝒔𝒖𝒔 𝒍𝒂𝒃𝒊𝒐...